Liberando los mercados de los granos
Emilio Bruce [email protected] | Viernes 27 mayo, 2022
Sinceramente
El consumidor en Costa Rica paga precios en los granos y en el azúcar frecuentemente muy por encima del precio internacional. Ambos productos tienen protección arancelaria especial y ambas actividades disfrutan de una estructura legal como lo es la Ley Orgánica de la Agricultura de la Caña de Azúcar y la Liga Agrícola Industrial de la Caña de Azúcar LAICA, y en el caso de los granos Corporación Arrocera Nacional Conarroz. Ambas entidades buscan el equilibrio entre el precio al consumidor y la protección de la producción nacional y del empleo en campos y actividades agrícolas. Los costos al productor agrícola son muy altos, las prohibiciones de importar las nuevas moléculas de agroquímicos y las nuevas semillas limitan y disminuyen su productividad.
Es muy claro que la escala de producción en granos y en caña exige niveles que pocos ofrecen en el país. Insumos, intereses, mano de obra, clima, topografía, cargas sociales, impuestos territoriales, permisos y regulaciones son una carga muy pesada en los hombros de los productores de granos y de azúcar.
Ninguna de las dos actividades probablemente sobreviviría sin la actual protección, y la tecnología acumulada, el uso de tierra, el empleo y su aporte a la sociedad se perderían. Todos tenemos claro que la fiesta la paga el consumidor desembolsando muchas veces precios más altos que el mercado internacional, pero no siempre.
Es evidente que decisiones legales han limitado la productividad costarricense y su competitividad. Las nuevas moléculas agroquímicas desde hace años no se pueden importar, la homologación de las moléculas con las autorizadas por la Unión Europea no caminó, las nuevas semillas tampoco. ¿Cómo mejorar la productividad sin ellas? ¿Cómo ser competitivos si hemos limitado la modernización y la tecnología de producción de la actividad agrícola de granos? Costa Rica sí importa el producto agrícola generado en otros países con esas moléculas y esas semillas. O sea, importamos lo que se produce con los insumos que en Costa Rica están prohibidos. Pareciera que no se vale.
Muchos cargos se han hecho al industrial de granos. La industrialización de los granos extranjera en los Estados Unidos y en otros países como Uruguay están fuertemente subsidiados. O sea, se llega a un momento en que ya la productividad no cuenta porque al final el subsidio es el determinante. Aceptamos el regalo que esos países nos hacen, pero esperamos que los nacionales sean competitivos sin recibir subsidios. Hay algo allí que no cuadra.
Sin protección miles de personas perderían sus trabajos. Sin actuar para rebajar los costos de producción la misma se vería en seria desventaja competitiva. Sin actuar para mejorar la productividad por área sembrada el desequilibrio en las condiciones de producción haría al nacional estar en desventaja. Sin las semillas apropiadas y las moléculas agroquímicas que aumentan la producción no logrará ese sector enderezar su competitividad. Muchos de los grandes países productores además subsidian estas actividades para no afectar sus zonas rurales. El mercado internacional en consecuencia es muchas veces también distorsionado por el esfuerzo fiscal de subsidio de otros países y otras economías. Las fluctuaciones del precio internacional han sido violentas y el precio en Costa Rica ha sido muy estable. Esta estabilidad se ha dado gracias a los mecanismos existentes. Este modelo costarricense tiene un valor importante que no debe de ser desdeñado. Estudio, reflexión y consideración de las consecuencias del cambio no pueden soslayarse.
La decisión de variar el modelo de fijación de precios que tiene muchos aspectos sociales, económicos y financieros debería ser objeto de un proceso de ajuste a la nueva realidad de mercados no protegidos. La gradualidad de los ajustes es fundamental para muchas empresas y comunidades. Esta decisión hará que muchos ganen en precio en el corto plazo y muchos otros pierdan su trabajo y actividad permanentemente. Esta decisión nos lanzará a las fluctuaciones del mercado internacional. ¿Quién comprará y almacenará granos para evitar picos de escasez o movimientos especulativos internacionales? ¿El Ministerio de Agricultura mantendrá esos inventarios de seguridad nacionales? Estas iniciativas nos obligan a pensar mucho y a calcular consecuencias de perder nuestro modelo de producción y de precios. La reflexión y el cálculo en esto son insustituibles. El buscar favorecer al consumidor debe de ser una prioridad nacional. También debe de ser prioridad defender los trabajos y la competitividad del país. Libertad y mercado son muy convenientes siempre, pero debemos asegurarnos que las consecuencias sean las deseadas en mercados en los que la intervención estatal extranjera en subsidios los distorsiona.
Finalmente es decisivo lograr que los mercados funcionen y que los acuerdos de precios y condiciones entre los intermediarios se acaben cuando existan. ¿Competencia entre intermediarios? Es muy conveniente, ¿pero tenemos la suficiente? El aspecto de la cadena de comercialización debe de estudiarse seriamente porque allí también hay cosas que no cuadran. Los modelos de fijación de precios del MEIC deben sufrir un análisis integral y crítico. Estos modelos de fijación de precios pareciera que han sido rebasados por la realidad nacional hace rato. Deben de actualizarse y deben de mejorarse si fuera el caso.
Celebro las iniciativas de gobierno saliendo con valor a enfrentar problemas que sufre el país desde hace mucho rato. Cuando se hacen cambios es menester la prudencia, la reflexión, la experiencia, el escuchar a las partes y siempre anticipar las consecuencias de esos cambios. Muchas veces las soluciones que parecen simples a complejos problemas tienen arrastres que no son deseados. Hay comunidades que dedican tierra y pobladores a la producción de granos y de caña. ¿A qué dedicarán sus vidas los agricultores si esos cultivos desaparecen o merman significativamente como consecuencia de los cambios? ¿Cómo pagaran los productores de caña y de granos sus deudas pendientes? ¿En qué se ganarán su sustento en el futuro las comunidades afectadas? ¿Cuál sería la agricultura de cambio si desaparecieran granos y caña de azúcar con las variaciones anunciadas? ¿Dónde y cuáles son los productos sustitutos? ¿Cómo bajamos el costo de los insumos que afectan a la agricultura de caña y de granos? Muchas veces el uso alternativo de los factores de la producción como el trabajo y la tierra tienen grandes rigideces. No todo es un asunto de econometría o de pizarrón. Los males sociales muchas veces descarrilan sociedades muy sólidas.
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