Legados del Mundial
Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 22 julio, 2010
De cal y de arena
Legados del Mundial
En la República Sudafricana. En la FIFA. Y en Costa Rica, en la (des)organización del fútbol nacional. La República Sudafricana hizo gala de lo que un país puede hacer cuando se impone un desafío, lo encara con determinación y seriedad, y logra concitar en torno a él a todo un pueblo que se convenció de estar ante una fabulosa oportunidad y de que no debía dejarla pasar.
Una hermosa conjunción de factores cuya materialización se impulsó con la presencia de la enorme capacidad de convocatoria de esa figura extraordinaria, carismática y plena de autoridad moral también para la humanidad entera, que es Nelson Mandela. Años atrás él tocó las puertas de la elitista y desconfiada Federación Internacional de Fútbol Asociado con la “inusitada e irreverente” propuesta de asignar la sede de un próximo campeonato mundial de fútbol a un país del tercer mundo situado en Africa conocido por la FIFA por su pobre infraestructura deportiva, por carecer de una figuración notable en el balompié del continente y, de feria, con las heridas insanas de aquella inhumana segregación racial y de la inseguridad ciudadana.
Terminó el Mundial y Sudáfrica lavó el escepticismo, enseñó al mundo lo que puede hacerse cuando se asume un reto con formalidad, seriedad, coraje y convicción de cautelar el honor de la Nación. Todo en medio de una ejemplar hospitalidad, de una evidente seguridad pública y de una sobresaliente convivencia racial, inimaginable hace apenas 25 años.
Sudáfrica, preñada por una generosa Naturaleza, abrió sus vitrinas al mundo para convencerlo de sus bellezas. Está en su pueblo y en sus gobernantes no perder en los años venideros el impulso que le dio el Mundial.
En Costa Rica, en cambio, este proceso fue frustrante. Desde que el país atendió los prolegómenos del torneo se evidenciaron sus falencias mas nunca se generó la depuración cualitativa ni tuvieron eco las exigencias de cambio. Ni siquiera entendimos que habíamos perdido el liderazgo del fútbol del área. La jerarquía se enclaustró y un blindaje especial la inmunizó ante la crítica para asegurarse el manejo de un asunto de interés e incumbencia pública como si fuese su coto de caza. Allá en Washington se consumó la tragedia que nos dejó fuera.
Pero nada pasó, nadie renunció, ningún cambio llegó. Terminó el Mundial y el tour de la cúpula. Todo apostemos seguirá igual, seguramente fruto de la mediocridad que corroe esta sociedad y de la que no se libra esa cúpula. La prensa deportiva (la independiente, la que no compromete su línea editorial ni se somete a los condicionamientos de una pauta publicitaria) debería imponerse la tarea de nacional interés de abatir este (des)orden de cosas.
Sí, porque siendo el fútbol una cuestión nacional, esa prensa ha de entender que si desde el coto de caza de los privilegiados amos no va a emanar la fuerza correctiva, a ella le corresponde presionar por que venga el cambio. El cambio que ponga fuera de combate a la mediocridad. Puede hacerlo, la cosa es poner en marcha a la opinión pública.
Alvaro Madrigal
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