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COLUMNISTAS


Las provincias costeras

Natalia Díaz [email protected] | Viernes 13 noviembre, 2020


La tristeza, la incredulidad y la angustia, amenazan con convertirse en la constante del diario vivir de las poblaciones de las provincias costeras en el país.

Más que una forma de vida sostenida únicamente por el espíritu combativo, languidecen lentamente. Una y otra vez, gobiernos locales y nacionales posponen las soluciones e incumplen promesas, sin reparar que esto es una forma de mentir.

Y es que la crisis sanitaria, social y económica originada por la pandemia, ha sido el detonante de un problema que aumenta de forma exponencial situaciones previas de ausencia de empleo. Sin eufemismos, ausencia de empleo significa pobreza, sin referirnos a clasificaciones de si es extrema, indigencia, si es según indicadores de medición, metodologías, pues al final se resume en insatisfacción total o parcial de cubrir las necesidades básicas.

Las distorsiones ya eran señaladas desde el año 2019 por el Programa Estado de La Nación, en el informe correspondiente a ese año, al consignar (entre muchos otros ejemplos), que se necesita “(…) Atacar las brechas territoriales y sectoriales que parten al país es central para potenciar el desarrollo humano(….) y que (…) la prioridad de política pública no es solo reactivar la economía, sino ejecutar políticas de fomento productivo con perspectiva regional y sectorial, y aplicar nuevas herramientas para apoyar la iniciativa empresarial.”

La crisis de desempleo y el aumento de la pobreza son más evidentes en Guanacaste, Puntarenas, Limón y zona norte de Alajuela. Es por ello importante que, megaproyectos como un aeropuerto en el cantón de Osa y otro en Altamira de San Carlos, así como el inicio del embalse de Río Piedras en Bagaces, conocido como PACUME, que resolvería la crisis de agua en las bajuras guanacastecas durante el verano, sean prioritarios para cualquier futura administración a partir del 2022.

Los programas del INA, que son fuertes en las zonas rurales, deberán encauzarse a la enseñanza del inglés conversacional, por ejemplo, para poder establecer zonas francas, call centers y otros tipos de servicios bilingues en esas zonas, pues en la actualidad es una de las desventajas que impiden a los inversionistas decidir la apertura de proyectos en esas regiones.

Debemos impulsar un modelo de desarrollo que, mediante la educación, promueva la innovación y la cultura empresarial, ajustada a la realidad y las necesidades del mercado laboral. Esto se logra mediante una integración institucional, entre gobierno, universidades y empresas donde cada uno tenga un rol protagónico y no político.

No es solo un derecho constitucional o un derecho humano, es un asunto de humanismo, y no puede permitirse que la miseria los continúe acechando.

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