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COLUMNISTAS


Las primeras ingenieras físicas de Centroamérica

Marilyn Batista Márquez [email protected] | Miércoles 20 septiembre, 2023


Una noticia que me ha llenado profundamente de alegría y orgullo patrio es conocer que tres jóvenes costarricenses, Natalia Calderón Barboza, Valentina Campos Aguilar y María Elena Esquivel Murillo, se han convertido en las primeras mujeres en Centroamérica, en obtener el grado académico de ingeniera física.

No obstante, lo que me hace sentir jubilosa, en paralelo me causa preocupación y hasta coraje. Me pregunto ¿Cómo es posible que en el 2023 tengamos las primeras mujeres ingenieras físicas en Centroamérica? Me respondo: ¡que lento continúa siendo el avance en la igualdad y equidad de género!

La uruguaya Julia Guarino, se convirtió en 1923, en la primera mujer arquitecta en Latinoamérica. En 1925 la costarricense Ángela Acuña Braun fue la primera abogada de Centroamérica; en 1934 Concepción Palacios, nicaragüense, se convirtió en la primera doctora en Medicina centroamericana. Observen que han pasado, desde la última conquista educativa de género, ¡100 años! para obtener en nuestra región a las primeras graduadas en ingeniería física.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, las mujeres representan en el mundo el 35% de quienes cursan estudios de enseñanza superior en STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) y son menos de 30% de los investigadores científicos.

Si bien es cierto que debemos celebrar el alcance de la meta profesional de Natalia, Valentina y María Elena, también debemos preocuparnos y ocuparnos en cerrar la brecha de género en las carreras STEM, en primer lugar, porque aumentan las posibilidades de innovación y de nuevas perspectivas para abordar los desafíos actuales y futuros. En segundo lugar, porque mejora la seguridad económica de las mujeres (estas carreras tienen salarios más altos), y por consiguiente de la sociedad en general.

Imaginen lo que podría avanzar Costa Rica si el sistema educativo se enfocara a las carreras STEM, tan necesarias para impulsar el desarrollo, ya que la economía (distribución de las riquezas) está de alguna manera conectada con la ciencia y la tecnología, como lo han demostrado los siete países con economía más fuertes o de significativo ascenso en 2019, que graduaron la mayor cantidad de personas en carreras STEM: China (4.7 millones), India (2.6 millones), Estados Unidos (568 mil), Rusia (561 mil), Irán (335 mil), Indonesia (206 mil), Japón (195 mil).

Estas tres chicas recién graduadas en ingeniería física -que ya tienen trabajo, y que posiblemente a lo largo de sus vidas no sufrirán de desempleo- es otro ejemplo de millares que existen en el mundo, que evidencian que el género no es una limitante absolutamente para nada.

La menstruación, el embarazo y la fuerza (capacidad física) vistas como debilidades biológicas femeninas deben ser desterradas de la sociedad, como también la tensión familia-trabajo, en la cual las labores domésticas y el cuido es la actividad con mayor concentración de las mujeres en Costa Rica (y en el mundo), y presenta superiores niveles de precariedad e informalidad laboral.

Más mujeres alfabetizadas, más mujeres profesionales, más mujeres graduadas de carreras STEM, más mujeres con igualdad de oportunidades en todas las áreas del quehacer humano traerán progreso, competitividad y desarrollo.

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