Las malas noticias
Arturo Jofré [email protected] | Viernes 09 mayo, 2008
Arturo Jofré
Siempre me sorprendió la diferencia que hay entre la cultura estadounidense y la latina para enfrentar las malas noticias, especialmente en dos ámbitos importantes: el político y el empresarial. En efecto, en América Latina hay una tendencia a hacer creer que se está bien cuando se está mal. En cambio en Estados Unidos hay una tendencia a aceptar cuando se está mal y a decirlo sin ambigüedades.
En política el caso típico se da con las encuestas. En Estados Unidos si un candidato no aparece como favorito, lo normal es que lo acepte. Culturalmente no es bien visto que un candidato empiece a hacer uso de mecanismos que lleven a negar el resultado, a descalificar el estudio. Incluso puede llegar a situaciones límite, como ocurrió con el candidato Al Gore en relación a la situación que se presentó en Florida cuando disputaba la presidencia con el actual mandatario. En un país latinoamericano habría ardido fuego de todos colores.
En nuestra región se ha hecho un hábito el no aceptar lo que nos desfavorece. En muchos casos es evidente que el candidato y sus dirigentes de campaña están queriendo ocultar una realidad, pero no hay problema, hay una cultura que acepta y ve como una salida astuta e inteligente este tipo de maniobras.
Unos días antes de la reciente primaria presidencial demócrata en Pensilvania el precandidato Obama públicamente aceptó que no iba a ganar esa elección y que estaban haciendo un esfuerzo enorme por disminuir la diferencia. ¿Qué candidato en América Latina que está peleando voto a voto su elección se atrevería a esto? Lo más probable es que sus mismos seguidores lo culpen de tener una actitud pesimista, de derrota, de falta de liderazgo.
Estamos partiendo del supuesto que las encuestas son realizadas por instituciones serias, con trayectoria y que en su análisis dejan claras las limitaciones y alcances de este tipo de instrumentos, con el propósito de que los datos no se distorsionen. Por otra parte, hay políticos que son escépticos a este tipo de instrumentos, esa es una postura legítima y honesta, siempre que sea permanente, es decir, no la cambia según le convenga.
En el mundo empresarial ocurre algo similar. Los ejecutivos de las empresas estadounidenses, acostumbradas al escrutinio público, no dudan en reconocer cuando las cosas van mal. Un alto ejecutivo de una gran empresa automotriz indicaba hace unas semanas que se sentía alegre de que los resultados fueran mejores al pronóstico que habían hecho. En América Latina casi siempre los pronósticos son más alegres que los resultados, de todas formas hay 100 causas para justificar cualquier caída.
Sin duda hay mucho de cultural en nuestra forma de enfocar estas situaciones, pero la cultura cambia, a fin de cuentas la cultura es la obra del ser humano. La política busca credibilidad y por eso tenderá a más transparencia. La empresa se globaliza y esto la llevará a asumir prácticas internacionales, dejando atrás la vergüenza cuando de pronto hay un tropiezo.
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