Las contradicciones de quienes se llaman pro-vida
Alejandro Madrigal [email protected] | Viernes 01 febrero, 2019
Nos encontramos en medio de un debate detonado por la exigencia social de que el presidente firme la norma técnica que habilite al personal médico del Seguro Social el interrumpir un embarazo cuando la vida y salud de la mujer se encuentra en peligro, si ella así lo decide. Algo que está completamente permitido por el Código Penal, pero que no existe protocolo que lo regule. Este vacío vulnera y pone en riesgo la vida de mujeres cuyo embarazo represente un peligro, y somete a otras cuando el feto no tiene posibilidad de vida extrauterina debido a malformaciones incompatibles con la vida. En cualquier caso, someter a la mujer a concluir ese embarazo es un crimen, si ella no quiere hacerlo.
Uno pensaría que aquellos que se llaman a sí mismos “pro-vida” serían los primeros en estar de acuerdo con que esta norma es urgente. Porque estamos hablando de la vida de mujeres plenas, personas con sueños y con una vida ya construida. Sin embargo, es usual que la vida de las mujeres sea de poca relevancia para ese grupo, difícilmente hablan al respecto, no les preocupa, no hacen esfuerzos por cuidarla, ni se oye empatía en sus discursos por la vida de las mujeres cuyo embarazo se complica, por las que fueron violadas (por más jóvenes que sean) ni por las que su feto no tiene posibilidad de vivir fuera del útero. Solo hablan de cigotos y fetos, no importa si tienen una malformación incompatible con la vida, o si su madre tiene que morir para que ellos nazcan. Confunden a un cigoto con un bebé, y lo defienden como si fuera un ciudadano. Esto es una contradicción enorme: no son pro-vida, son pro-parto. No importa lo que pase con el feto o con la mujer luego del parto, lo que importa es que el parto ocurra de forma natural.
Llegamos incluso al caso de un diputado independiente que, sin formación alguna en medicina, tuvo la osadía de decir en prensa que no existe caso alguno en que el embarazo pueda amenazar la vida de la mujer. Por suerte, no pasaron muchos minutos antes de que gran parte del gremio de médicos y especialistas en ginecología, obstetricia, medicina interna y emergencias lo desmintieran y pusieran en evidencia su ignorancia. Un completo ridículo. Lo que creo personalmente, es que no se trata de ignorancia del diputado, se trata de una declaración completamente intencional para propagar información que él sabe que es falsa, pero que resuena y será aplaudida por un buen sector de la población. Sector al que quieren apelar y atraer, para al final tener mayor peso y apoyo político. Por lo que, desde mi perspectiva, estamos ante un grupo político que no teme arriesgar la vida de las mujeres con tal de conseguir apoyo político. Definitivamente no son pro-vida.
Y es que muchos de los que se llaman a sí mismos pro-vida suelen ser los primeros en negar derechos y libertades, como los de las personas transgénero, lo cual provoca exclusión y riesgo social, lo cual se ha traducido en una esperanza de vida muchísimo menor. Suelen tener tantos prejuicios, que son a quienes menos les importa la vida de las personas negras o indígenas. Son los primeros que piden fronteras más fuertes, sin importar la vida de las personas migrantes. Son los que más se oponen a las políticas ambientales y quienes más quieren que sigamos consumiendo, produciendo y afectando el ambiente al ritmo que vamos; sin importar que, sin un planeta saludable, la vida de todas las futuras generaciones está en riesgo. Para ellos, la educación para la sexualidad debe ser prohibida, aunque eso comprometa la vida en muchos jóvenes (en especial, mujeres) a no poder tomar decisiones con la suficiente información para vivir una vida de acuerdo con sus sueños y ambiciones.
Nunca hablan de la tremenda desigualdad social y económica que vivimos, que provoca que tantas personas vivan en la pobreza, o mueran por hambre o por no tener acceso a servicios de salud. Ni hablan de las guerras y conflictos armados que se dan en tantos países, que han tomado la vida de miles y desplazado de sus tierras a millones. Más bien suelen ser los primeros en aplaudir las acciones de países tan poderosos militarmente como Israel o Estados Unidos.
En otras palabras, suelen ser defensores de que todo lo que venimos haciendo se siga haciendo, no importa que esté mal. Ellos no defienden la vida, porque defender a un feto no te hace defensor de la vida. Son defensores del statu quo, del orden actual, de las inequidades y las injusticias históricas, de su zona de confort. Salgamos de ahí. Defendamos la vida, pero en todas sus formas, en todos sus modos, a todas las personas, en todo el planeta y a todo el planeta.
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