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La xenofobia

Leopoldo Barrionuevo [email protected] | Sábado 26 septiembre, 2009



ELOGIOS
La xenofobia

Xenofobia es un prejuicio demasiado extendido en el mundo ya que no existen pueblos que de un modo u otro no teman, desprecien o excluyan a los grupos étnicos diferentes en cualquier aspecto: raza, cultura, o modos sociales y su origen etimológico proviene del griego, “Xenos” por extranjero y fobia por aversión. Es también la excusa que brinda la búsqueda de “chivos expiatorios” para lavar la impureza de los actos de una comunidad.
Es un comportamiento animal y ancestralmente se instala en la orina para “marcar territorio” y la lucha por la vida (struggle for life) que empuja a algunos a competir por el espacio, el territorio, los orígenes, la religión, las ideas y hasta el modo de vivir, excluyendo a toda identidad cultural diferenciada de la propia.
En Sociología se denomina etnocentrismo cultural porque permite analizar al mundo desde nuestra raza o cultura como el centro de las realizaciones y un espíritu predominante de superioridad. Así los indios cherokees explican la Creación del hombre, señalando que el Hacedor tenía tres figuras de barro para su cocimiento: las puso en un horno y no pudo aguardar el resultado de su obra por lo que sacó cruda la primera (la raza blanca), dejó cocer la segunda (la india) y quedó tan extasiado contemplando su obra que dejó quemar la tercera.
Siempre el desprecio nos hizo sentirnos superiores ante los otros, los extraños o extranjeros, desde los tiempos primitivos destruyendo y sometiendo a los derrotados para convertirlos en esclavos y a sus mujeres en vientres, así los persas, los latinos sobre los etruscos, los griegos, los romanos, los bárbaros, germanos y españoles de la conquista y tras un salto para evitar una enumeración interminable, llegar al máximo exponente de la estupidez humana, Adolfo Hitler inventor de la superioridad de la raza aria que condujo al holocausto de millones de judíos, gitanos, polacos y opositores en nombre de la pureza de una raza, algo inexistente, improbable e indemostrable.
Luego conocimos de los negros americanos, del Ku Kux Klan, de los ladinos en Guatemala que adquirían costumbres, usos de los conquistadores y los imitaban para ser aceptados por ellos y se multiplicaron las migraciones de centroamericanos a Estados Unidos; colombianos a Venezuela; paraguayos, peruanos y bolivianos a Argentina; nicaragüenses a Costa Rica; africanos a España y Francia y de todas partes a los países desarrollados, entre ellos Australia.
Y los que antes fueron inmigrantes y aportaron su trabajo y su pobreza a los países en crecimiento, ahora son nacionales afincados que rechazan a los que como sus ancestros llegaron como extraños, a crear riqueza, la que se requiere cuando en trabajos mal pagados y rechazados por los nacionales, los convierten en millones de remeseros que sostienen a los suyos desde sus precarias residencias.
Nadie puede decir que tiene un árbol genealógico puro o una nacionalidad con ancestros recordables más allá de unas pocas generaciones, nadie ostenta una raza que resista el paso del tiempo, son propiedades que no están en la sangre ni en la piel sino que se afincan en los sentimientos y el corazón. ¿De qué presumen entonces los xenófobos?

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