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La Unidad

Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 24 febrero, 2010



Hablando Claro
La Unidad

Cuando a finales de octubre don Luis Fishman se ajustaba a última hora el traje de candidato presidencial y nadie se imaginaba que pasaría a la historia política del país como “el menos malo”, aunque probablemente como el más gracioso y afable de la contienda, le pregunté si no creía que le sería sumamente difícil alcanzar la diputación por San José, siendo que su antecesora en la misma plaza, la actual diputada Ana Helena Chacón, había recorrido el vía crucis en un escrutinio del que finalmente salió victoriosa, arañando un puñado de votos. Hoy una curiosa reedición electoral.

Pero no nos desviemos. A mi consulta sobre la difícil tarea de lograr la curul, don Luis no titubeó. “Estamos calculando al menos cinco diputados en San José y entre 14 y 18 en todo el país, aunque podríamos crecer más.” (ed #18 Rev.Poder).
Es decir, que de acuerdo con don Luis la diputación era una apuesta segura porque aunque la campaña se decantaría por figuras y no por partidos, el suyo estaba “completamente aglutinado”, en 2006 “ya había pagado en gran parte” el costo político de los escándalos de corrupción y “son miles los que están regresando”. Pero la realidad resultó muy distinta. La Unidad quedó lejísimos de los optimistas pronósticos de don Luis, que debió luchar hasta el último cantón por la subsistencia y aún hoy no sabe si tendrá una fracción de cinco o de seis legisladores y eso no “es una fracción relativamente grande” como afirma su secretario general. No al menos para la USC.

Un electorado maduro, con clara definición de lo que demanda de la política y de los políticos del país, le ha dado la espalda por segunda vez a la otrora fuerza indiscutible que tuvo el Partido Unidad Social Cristiana. De los enormes caudales de votación que llegó a recoger en la década de los 90 hoy no queda más que una pequeña cosecha de un cúmulo de electores nostálgicos que desean terminar sus días con la divisa de sus amores.
Y no se trata de alegrarse de la desgracia de quienes se quedaron al frente de esa casa semidestruida (como hacen hoy algunos que dicen estar dentro pero se solazan con los malos resultados obtenidos) diciendo que la reprimenda del electorado fue porque no hubo convención para escoger al candidato u otras argumentaciones absurdas. No, es algo mucho más de fondo. Es el precio que ha debido pagar por los escándalos de corrupción y por el empecinamiento de haber llevado —contra viento y marea— a lo que quedaba del partido por la tortuosa senda del juicio del ex presidente Calderón Fournier.
La Unidad ya no será más la fuerza política que fue.

Ahora bien, que eso implique que sea imperioso y necesario para la democracia costarricense crear una nueva casa socialcristiana como están clamando los líderes históricos que se fueron del partido años atrás, no estoy convencida. Pareciera más imperioso y necesario para la democracia costarricense —y también más viable— consolidar las divisas partidarias de Acción Ciudadana y el Movimiento Libertario.

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