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La renuncia

Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 09 julio, 2014


Porque por encima de los funcionarios, las instituciones democráticas. Que en estos remezones se golpean, pero finalmente se fortalecen


Hablando Claro

La renuncia

"Si usted mira la historia de este país, descubrirá que lo que ha hecho a esta experiencia de gobierno única entre las democracias del mundo, ha sido la constante independencia del periódico y su función de crítica y vigilancia".
Así explicó hace muchos años el valor de la prensa libre en los Estados Unidos, James Square, un editor del Chicago Tribune.
La experiencia de gobierno de la democracia estadounidense no es única en el mundo. Lo mismo, se aplica a nuestra democracia y podemos decir que también a otras, maduras y solventes, en las que el ejercicio de una prensa independiente es garantía ciudadana.
La indagación periodística, libre de ataduras y regida por los cánones éticos de la responsabilidad social, implica una fiscalización determinante de la acción pública y muy particularmente de la gestión de los gobernantes.
Y eso hace que la libertad de prensa se considere sagrada. Protegida por la Constitución Política de cualquier democracia que se precie y que observe con respeto la Declaración de los Derechos Humanos.
Una denuncia mediática que derivó en escasas 72 horas en crisis política, culminó el lunes en la renuncia irrevocable de la defensora de los habitantes, debido justamente a una investigación periodística limpia de los colegas de Canal 9 (que siguieron luego otros medios de comunicación) en la que no hubo linchamiento alguno sino únicamente la exposición de hechos noticiosos que pusieron en entredicho la solvencia de doña Ofelia Taitelbaum para continuar en su puesto.
Se trata de un hecho de enorme repercusión en la vida democrática, no solo por los asuntos que son objeto de investigación por parte de las autoridades tributarias y policiales y que habrían afectado a una persona indefensa e inocente incluso en sus derechos básicos de acceso a los servicios de salud de la seguridad social, sino porque el caso mismo y la denuncia que conoce el medio de comunicación explica cómo funciona en democracia la prensa independiente y responsable que cumple una labor que deviene en fundamental para ofrecer información a los ciudadanos que les permita ser partícipes del ejercicio del gobierno deliberativo.
Claro que no todos los funcionarios públicos se muestran entusiasmados con la idea de que los periodistas sean sus fiscalizadores o vigilantes críticos. Por eso, la naturaleza misma de la relación entre periodistas y operadores (sean estos políticos o administradores técnicos) es tan compleja.
La renuncia de doña Ofelia era un acto obligado que por suerte no se prolongó innecesariamente, dado que la Defensoría de los Habitantes es una magistratura de influencia moral. Y ello implica que precisamente por no ser sus pronunciamientos de acatamiento obligatorio, no pueden estar teñidos de la más mínima sombra de duda.
Lo digo con dolor porque no me solazo en la renuncia de la defensora, a quien apoyé entusiasta en su determinación por reelegirse, convencida como estaba en ese momento de su buen desempeño y su compromiso para con el cargo. Tan convencida como estoy ahora de que resultaba imperiosa su dimisión.
Porque por encima de los funcionarios, las instituciones democráticas. Que en estos remezones se golpean, pero sin duda alguna, finalmente se fortalecen.


Vilma Ibarra

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