La mujer, ayer y hoy
Arnoldo Mora [email protected] | Sábado 13 marzo, 2010
La mujer, ayer y hoy
El lunes pasado se celebró en el mundo entero un siglo desde que se instauró, a instancias de un grupo de mujeres socialistas, el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Lo anterior no ha sido sino la expresión política del ascenso de la mujer en la sociedad contemporánea; lo cual constituye una de las mayores revoluciones de la historia de la humanidad.
Las grandes revoluciones o transformaciones profundas en la historia, se llevan a cabo a partir de cambios radicales en las relaciones del ser humano con el medio circundante. Con ello, la especie logra subsistir. Lo anterior subvierte las relaciones de los humanos entre sí (relaciones socio-económicas) las que, a su vez, provocan las revoluciones políticas en el ejercicio del poder. Finalmente, los cambios en la autoconciencia o autoimagen de los miembros de la sociedad, constituyen las llamadas “revoluciones culturales”.
La primera gran revolución que cambió radicalmente las relaciones de la especie humana con su medio fue inventada por los varones al crear la cacería, lo cual dio origen al Paleolítico. Hace cerca de 10 mil años las mujeres inventaron la agricultura, lo cual hizo posible el surgimiento del Neolítico y la producción provocada por el trabajo como transformación del entorno natural. El comercio y, con ello, el auge de reinos e imperios solo se da cuando el varón aplica los métodos violentos de la cacería a la agricultura, con lo que el control del intercambio comercial se constituye en la clave del poder político. Como desdichada consecuencia de lo anterior, Caín es el que escribe las páginas de la historia con la sangre de su hermano.
Con el surgimiento de la modernidad comienza de nuevo el ascenso de la mujer al darse la revolución científico-técnica, basada en la aplicación del método experimental a las necesidades del ser humano. Es por eso que el movimiento de “liberación de la mujer” solo ha sido posible en la medida en que la mujer se incorpora a la sociedad como fuerza laboral. Y como esta se logra gracias a la revolución científico-técnica, es la formación profesional lo que le ha permitido a la mujer ocupar puestos de relevancia en la sociedad.
Tal es, a grandes rasgos, lo que he calificado como una de las grandes revoluciones de la historia de la humanidad. Más aún, considero que en ello va en juego la subsistencia de la especie misma, pues el grado de violencia que ha acumulado el ser humano por el uso abusivo del poder que da el desarrollo científico y tecnológico, es responsabilidad fundamentalmente de los varones. La amenaza de destrucción de todo rastro de vida humana por la acumulación y proliferación de armas atómicas y la galopante destrucción de la naturaleza, constituyen la mayor amenaza que se cierne sobre la humanidad hoy en día. Por lo que no es exagerado afirmar que este siglo podría ser el último de la historia de la humanidad si esta no cambia drásticamente de rumbo.
En mi opinión, solo el corazón de la mujer, al incidir en el ejercicio del poder, puede operar este cambio de rumbo salvador. Por eso la celebración del Día de la Mujer debe ser la ocasión para formular un voto de esperanza en favor de la supervivencia de la especie.
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