La escuela y los niños obesos
Arturo Jofré [email protected] | Viernes 27 enero, 2012
La escuela y los niños obesos
El Decreto impulsado por el ministro Garnier poniendo restricciones a las ventas de alimentos chatarra en escuelas y colegios y en la alimentación que proveen las sodas en esos establecimientos, es una de las decisiones más importantes que se han adoptado en el país en estos últimos años.
Si hay un problema serio que está atacando a la niñez y a la juventud en el mundo actual es el de la obesidad. Los países más desarrollados han iniciado acciones fuertes para atacar este problema y los alimentos chatarra son uno de los focos (no el único) de mayor atención.
De acuerdo con la UNICEF, la obesidad infantil en México alcanza al 40%, una cifra tan alta que lo pone en el poco grato primer lugar del mundo. En Estados Unidos la primera dama está dirigiendo esta lucha que es una cruzada nacional. En el caso de Costa Rica, el director del Hospital de Niños nos dice que el problema va en aumento y que ya cubre entre el 20% y el 30% de esta población.
Cuando observamos la obesidad y sobrepeso de “los mayores de 15 años”, el grupo Forbes nos indica que en Costa Rica el 55,8% de la población tiene este problema. En este sector Estados Unidos es el que lleva el liderazgo mundial, con un 74% de su población, solo lo sobrepasan unos pocos países muy pequeños.
Un país puede mostrar bajos índices de sobrepeso por dos razones: porque su sociedad cuida su salud o porque el país es extremadamente pobre y su problema más bien es la desnutrición. En el primer caso está Japón, en el segundo grupo están países como Haití y Honduras.
Desde 1996 el sistema educativo japonés ha enfatizado en la educación de sus niños en lo que internacionalmente han denominado “Zestfor living”. Este concepto busca disfrutar la vida preparándose para enfrentar un mundo cambiante y pleno de desafíos, incluyendo la salud corporal como un “requisito indispensable” en su formación balanceada.
Japón es una sociedad que visualiza primero el bienestar colectivo y en torno a ese concepto confluyen todas las fuerzas activas de la sociedad para hacerlo realidad. Así funcionó por décadas el concepto de “empleo de por vida” en las corporaciones japonesas y así funciona el triángulo educativo, como un esfuerzo de la escuela, la familia y la industria en torno a un propósito nacional.
Por otra parte, este es un problema social, no solo individual. No olvidemos que la mala alimentación es un factor que alimenta enfermedades de alto calibre que le cuestan al país miles de millones de colones anuales.
La responsabilidad social de la empresa debe manifestarse en forma clara, como lo está haciendo Dos Pinos, Florida y otras. Yo me quedo con las empresas con visión social, porque los que atacan estas medidas no han podido encontrar argumentos convincentes… no los hay. La salud de una sociedad no debería supeditarse a intereses sectoriales, menos cuando se trata de un grupo vulnerable como los niños.
Arturo Jofré
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