La democratización de las imágenes
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 22 octubre, 2007
Hace un mes —en medio de uno de esos torrenciales aguaceros que nos acompañan en este crudísimo invierno— estuve en el Estadio Saprissa. No, no presencié ningún partido de fútbol. El único par de piernas masculinas que valía la pena ver estaba en el escenario. Se trataba del concierto del cada vez más encantador Chayanne.
Mi amiga Sofía y yo tuvimos que esperar horas para que amainara el aguacero y el cantante boricua saliera a lucir su talento y simpatía que lo ilumina desde hace tantos años.
Durante la espera, me enteré de que a los camarógrafos de la televisión y a los fotógrafos de los periódicos, solo se les permitiría registrar las primeras tres canciones. De manera que en el momento en que Chayanne salió sin camisa al escenario ninguna cámara autorizada estaba presente.
No sé si el ingreso de cámaras personales estaba permitido: la lluvia impidió que los miembros de seguridad revisaran los bolsos de las 15 mil personas que asistimos esa noche.
Desde entonces los fans del famoso puertorriqueño hemos recibido múltiples fotos y videítos del concierto (incluyendo el momento clímax de la semidesnudez) generados no solo por cámaras digitales sino también por teléfonos celulares.
Este nuevo mundo donde la tecnología es de fácil acceso para muchos ha revolucionado la producción y difusión de las imágenes.
Si hace más de 15 años, durante la tristemente famosa Guerra del Golfo, solo tuvimos acceso a las tomas de CNN —que ilustraban los bombardeos como si se tratara de la celebración del 4 de julio— hoy podemos observar vídeos no autorizados de las manifestaciones en Myanmar.
Como bien dice el refrán, una imagen vale más que mil palabras. Los medios escritos pueden falsear o maquillar la verdad. Los medios audiovisuales pueden escoger y editar las tomas que van a observar los espectadores. Pero esta nueva modalidad que une la creación de imágenes independientes con su reproducción por medio de Internet, ha democratizado la información visual. Ya no son los grandes medios los dueños de las imágenes “verdaderas”, todos las generamos y las enviamos al espacio cibernético.
Por ejemplo, en enero de este año todos pudimos ver las terribles imágenes de la ejecución de Sadam Husein en un recinto donde supuestamente estaban prohibidas las cámaras.
Aquí en nuestro país, en la pasada campaña de información y desinformación que produjo el referéndum, Internet jugó un papel fundamental, democrático y prácticamente gratuito. YouTube ha resultado ser un banco ilimitado de imágenes generadas por los más diversos grupos.
Regresando al concierto de Chayanne, imagino que muchísimos asistentes que esperaron más de tres horas bajo la lluvia, padecieron de terribles gripes la semana siguiente. Que les quede de consuelo que no fueron los únicos: por hacer la gracia de salir al escenario con el torso desnudo y sudado —argumentando (con la simpatía que lo caracteriza) que no había encontrado su camisa en el camerino—, el pobre Chayanne se pescó un resfriado costarricense que lo obligó a cancelar dos conciertos en el estadio River Plate de Buenos Aires. Por suerte ya está bien. Y sus imágenes aún mejor.
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