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La universidad es diversidad

Leiner Vargas [email protected] | Martes 05 septiembre, 2017


Reflexiones

La universidad es diversidad

Es fácil perder la perspectiva y terminar asumiendo que nuestra verdad, generalmente influenciada por nuestros juicios de valor, es la única o exclusiva forma de ver el mundo y las cosas o acciones que nos rodean. No existe nada más peligroso que dejarse llevar por la intolerancia y asumir, como única, la visión estrecha que nuestra propia forma de pensar tiene sobre lo que sucede en nuestro alrededor. Existe muchos ejemplos históricos que prueban que lo que parece no necesariamente resulta cierto, que la verdad se esconde en múltiples pasadizos y que, por lo tanto, si aspiramos a conocer y a saber más, debemos mantenernos plurales y permitir que se expresen muchos distintos puntos de vista, visiones que son, como la luz del sol, reflejándose por distintos cristales y produciendo múltiples colores.

La universidad en su sentido más profundo es diversidad y el garantizarlo, es una función vital para la supervivencia como institución social. Ninguna ideología, religión, corriente filosófica o política, deben imponerse o intentar coartar la libertad de debate de ideas, por más disparates o incongruentes pensemos que sean. Es precisamente en el debate, en el intercambio, en la discusión de argumentos y razones, donde se puede distinguir la paja del trigo. No es quemando al mensajero, al mejor estilo de la Edad Media con los herejes o prohibiendo la circulación de dichas ideas, ya sean libros o manifestaciones de todo tipo, artísticas o culturales, que podremos enfrentar nuestros temores o miedos. Prohibido el prohibir, bajo ninguna argumentación, por más racional o lógica que nos parezca. Si es necesario, se puede regular, supervisar o garantizar ciertos entornos para evitar una confrontación violenta entre grupos. La mejor forma de defender mis ideas es en debate y exposición de las mismas, nunca la censura de una obra artística, cultural o literaria, serán la solución.

Con un profundo dolor, he tenido conocimiento de los motivos y justificaciones que han dado sustento a una página negra en la historia de mi querida Universidad Nacional. La censura oficial de la Rectoría a la presentación de un libro en un foro universitario. No voy a repetir lo que ya se ha dicho sobre dicho libro o los argumentos oficiales de seguridad que sustentaron la decisión. No comparto con el señor rector, que utilizando los mismos principios y valores de la Universidad Nacional, se concluya que es mejor la censura y la prohibición del acto académico, que su realización. No comparto buena parte de las ideas del libro en mención, pero sí comparto con ellos, los autores, que la definición de prohibir o censurar su presentación, pone un punto negro en una tradición de más de 45 años de libertad, de luchas por la transparencia y por la libertad de cátedra y pensamiento, en la Universidad Nacional.

Señor rector Dr. Alberto Salom Echeverría, flaco favor le hace usted a la Universidad Nacional con la decisión tomada. Como académico y funcionario de la UNA le pido reconsidere usted la decisión tomada y permita que seamos luz y no tinieblas en la UNA. No demos el brazo a torcer a ningún grupo religioso, político o ideológico. La UNA tiene en su Estatuto Orgánico suficientes argumentos para liberarse de cualquier presión de grupos extremistas de derecha o de izquierda. Los estudiantes del presente y del futuro se lo van a agradecer. Ocultar, restringir, prohibir, censurar, deben apartarse del ser universitario y de las decisiones de una casa de estudios que aspira al más alto nivel de compromiso con la sociedad. La frase que nos cobija en nuestro escudo ha quedado manchada con su decisión, recapacite, al fin y al cabo “la verdad nos hará libres”.

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