La “no comunicación” efectiva
Factor Humano [email protected] | Miércoles 10 octubre, 2018
Decía Paul Watzlawick que es “imposible no comunicar”. Existiendo tantas formas de expresar lo que somos, lo que sentimos y lo que vivimos, cada gesto, cada movimiento y hasta cada pensamiento, en definitiva, nos dirige a la comunicación. Es decir, hablar de “no comunicación”, en cierto modo, podría parecer un sinsentido. Sin embargo, es de uso generalizado referirse a la comunicación no verbal como “no comunicación”.
Primero que todo, es importante separar el concepto de comunicación no verbal de la comunicación no oral. En este sentido, la última puede llevarse a cabo de manera escrita o mediante lenguaje de señas, mientras que la comunicación no verbal tiene que ver con el uso de todos esos sentidos (y la combinación de ellos) a través de los cuales, consciente o inconscientemente, transmitimos un mensaje.
Albert Mehrabian, un famoso antropólogo, estableció una serie de parámetros respecto al ejercicio de la comunicación. Según él, solo un 7% del mensaje se transmite por medio del habla; por su parte, con el tono de voz y los detalles vocales logramos un 38% de la comunicación, y el resto, un 55%, se expresa a partir del lenguaje corporal o comunicación no verbal.
Se dice que las mujeres son más intuitivas, tanto por su “naturaleza” como por un proceso de construcción social. A lo largo de la historia, desde niñas, se les ha permitido estar en contacto con sus emociones mucho más que al género masculino. Y aunque esto haya cambiado con el pasar del tiempo, gracias a la apertura de las mentes y a la mejor educación, no se puede negar que hoy las mujeres, ya sea como resultado de esa construcción social o de las bases biológicas de la personalidad, siguen conectándose más con lo intuitivo. De lo anterior podríamos suponer que la población femenina puede ser más perspicaz a la hora de leer o transmitir la información no verbal o corporal, aunque, desde luego, las mujeres no son las únicas.
Ante un mundo cambiante donde las destrezas de liderazgo, trabajo en equipo e influencia en otros cobran más relevancia, el estar conscientes del lenguaje corporal y que este sea efectivo se convierte en una tarea trascendental para cualquier persona que busque generar una conexión, una emoción o una influencia en otro. La comunicación no verbal obliga a estar en el presente, en el aquí y el ahora, identificando los movimientos que se generan, las miradas que se dan y los gestos faciales que se crean luego de frases dichas u oraciones escuchadas.
La efectividad de la comunicación determina la capacidad del otro de percibir el mensaje, de identificar el deseo del otro y de generar en su propio ser un cambio o un movimiento a partir de ese mensaje recibido. La efectividad de la “no comunicación”, por su parte, consiste en que este mensaje sea claro y preciso, que se pueda leer más allá de lo expresado y que esto coincida con lo que se está hablando.
Definitivamente, toda persona que aspire a una posición de influencia debe estar atenta a su “no comunicación”. De otro modo, es muy difícil que sea interpretada por su círculo de influencia de forma correcta y que además, y lo más importante, cause el efecto deseado.