La (in)justa (mala)fama de los abogados
Eric Scharf [email protected] | Martes 01 agosto, 2017
¿Por qué la percepción de que los abogados somos tiburones que nos queremos abusar siempre de nuestros clientes y enriquecernos a sus costillas? ¿Por qué hay 100 chistes de abogados por cada 1 o 2 de ingenieros? ¿Por qué la reputación de que todos los abogados somos corruptos o de niveles éticos cuestionables? ¿Por qué la acusación de que los profesionales en Derecho manipulamos los hechos y palabras para demostrar mentiras?
Se culpa a los abogados de ser plateros y solo estar interesados en desfalcar financieramente a sus clientes. Si bien es cierto, algunos abogados posiblemente actúan de esa manera, lo mismo puede decirse de algunos vendedores de seguros o algunos desarrolladores inmobiliarios, entre otros.
Entonces contestan: “Es que de un abogado depende que una persona vaya o no a la cárcel o tenga derecho de visita de sus hijos en un divorcio y, por eso, les es más fácil abusarse por la desesperación del cliente”. Sin embargo, lo mismo podría decirse del prestamista que puede rematar la casa de su cliente deudor o del médico que, literalmente, debe salvar la vida del paciente.
Algunos consideran que los abogados somos despreciables “juegas de vivo” porque, desde que somos estudiantes de Derecho, nos vestimos con traje entero, corbata y maletín ejecutivo. No obstante algunos abogados efectivamente tratan de impresionar con su atuendo, me atrevo a decir que, históricamente, los banqueros son aún más estrictos con su presentación personal y elegancia. Además, en los últimos años muchas firmas de abogados han flexibilizado sus reglas de vestimenta a diferencia de otras profesiones que las han mantenido o reforzado.
Hay quienes no quieren a los abogados porque dicen que somos peleones y queremos ganar todas las negociaciones. A pesar de que los abogados efectivamente tratamos de abogar lo mejor posible por los intereses de nuestros clientes, también hace lo mismo el franquiciado que negocia los términos de su franquicia de comidas rápidas con la casa matriz, o el dueño de la agencia de vehículos que negocia la venta de una flotilla a un transportista, por citar un par de ejemplos.
Entonces alegan: “La diferencia es que los abogados son entrenados para pelear y discutir en juicio, y por eso son tan agresivos”. Sin embargo, no es cierto que nos entrenan para batallar y eso en todo caso solo aplicaría a aproximadamente un 15% de los abogados que son litigantes, pero no al restante 85% que practicamos otras áreas del Derecho. En realidad, en lugar de gladiadores, muchísimos abogados somos más bien mediadores, conciliadores, negociadores y “deal makers”. Yo he conocido clientes muchísimo más agresivos que sus propios abogados.
Así las cosas, sugiero cambar el enfoque de esta discusión: ¿qué tal si tomamos en cuenta que la profesión dominante y mayoritaria entre los diputados de la Asamblea Legislativa de nuestro país es la abogacía? ¿Sabía usted que, estadísticamente, se estima que entre un 35% y un 40% de los abogados se desempeña en un cargo gubernamental o de administración pública? Según estadísticas de algunos Colegios de Abogados en otros países, cada vez son más los abogados colegiados que no ejercen la profesión en relación con los que sí lo hacen. En resumen, se ha demostrado que muchos utilizan la abogacía como “trampolín” para acceder más fácilmente a posiciones y trabajos no relacionados directamente con el Derecho.
Por alguna razón, la política es tentadora especialmente para el abogado. Quizás sea porque en un Estado de Derecho como Costa Rica, se necesitan de conocedores en Derecho para su funcionamiento. También podría ser que, para aprobar leyes, es importante profesionales versados justamente en leyes. No podemos obviar que, para impartir justicia, es importante inexcusablemente que lo hagan personas entrenadas precisamente en justicia. Tal vez es que, en el ejercicio del poder político, uno de los elementos más importantes para el administrado es la seguridad jurídica, que puede ser más fácilmente ejercida y entendida por aquellos versados en materia jurídica.
Lo cierto del caso es que muchos profesionales en Derecho, en lugar de ejercer su profesión, se inclinan por actuar permanente y activamente en el ámbito de la política. Y todos sabemos lo que la opinión pública piensa de los políticos …
Por lo tanto, mi teoría es que la (in)justa (mala)fama que tenemos los abogados no es tanto por ser y ejercer como abogados, sino que está más relacionada con su actividad y participación en otros escenarios y contornos fuera del ámbito del Derecho propiamente dicho. ¿Me compra esta tesis o siente que se la está vendiendo un tiburón…?
Eric Scharf
Socio
Sfera Legal
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