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COLUMNISTAS


La deuda pública

Emilio Bruce [email protected] | Viernes 16 septiembre, 2022


Sinceramente

Durante muchísimos años el gobierno ha gastado mucho más de lo que le ingresa por impuestos financiando la diferencia con deuda. Con la tarjeta de crédito en la mano pagaron sueldos, salarios, construcciones y claro refinanciaron los intereses y el principal de las deudas que se vencían. Como eventualmente el gobierno no lograba pagar ni los intereses, re financiaba con préstamos adicionales el pago de los mismos. La deuda fue creciendo en consecuencia aceleradamente.

Aunque los impuestos no alcanzaban para cubrir los gastos, las ilusiones de los gobernantes de turno eran grandes, fundaron más instituciones hasta llegar a trescientas y tantas descentralizadas, contrataron más personal y siguieron gaste que gaste. Ejemplos de estas ilusiones y fundaciones están a la vista.

El país ha llegado a acumular una deuda pública de cerca de un 67% de la producción total en un año. Los intereses de esas deudas resultan hoy en exceso de cuatro millones de colones por minuto. Una verdadera monstruosidad se paga en intereses de gastos que se hicieron humo y de los que no quedó virtualmente nada de nada.

Se sigue gastando y gastando y la deuda creció en el primer semestre de este año de manera muy significativa. Sin perjuicio de todo ello y gracias a las medidas tomadas en años recientes hoy el gobierno genera un superávit primario por lo que al menos los gastos incurridos se cubren con los impuestos, pero no así los intereses de las deudas. Los intereses de la misma han aumentado porque en el mercado internacional el costo del dinero se ha incrementado.

Los intereses y su capitalización hacen que crezca la deuda pública de todas maneras. No se paga el total de los intereses y se sigue refinanciando y este proceso hace que la deuda crezca y vuelva a crecer.

La carga tributaria es extremadamente alta y si fuera aumentada la economía se contraería en su crecimiento. El mejor ministro de hacienda del país es una economía en crecimiento y si ésta se contrae la recaudación fiscal se contraería también. No se puede ni se debe sobrecargar a los consumidores y a los productores con impuestos. No se mata a la gallina de los huevos de oro. Tampoco se gasta de manera sistemática lo que no se tiene. Ha faltado la disciplina y la racionalidad desde hace varios años.

El señor presidente ha señalado de manera pública que la evasión anual en el país es superior al déficit fiscal. Es tan grande esta presunta evasión que debería ser muy sencilla de detectar y perseguir. Una evasión en exceso de cinco millones de millones de colones al año no se puede ocultar. Quizás como sospecho esta afirmación no tiene el debido sustento en la realidad y fue solo una afirmación política de campaña. Si no lo fuera es el momento de combatirla con todas las fuerzas y recursos del país. Si fueron palabras que se llevó el viento deberían los gobernantes tener la prudencia de no hacer afirmaciones de tal calibre porque generan falsas expectativas.

Evasión y elusión son cosas distintas. Evasión es un delito. Elusión es pagar los impuestos mínimos permitidos conforme a la ley. Exoneraciones no es evasión y no debería confundirse tampoco. Si se desea cerrar portillos, acabar con las exoneraciones, reducir deducibles y evitar el pago de los impuestos bajo las reglas y leyes actuales se debe de actuar con espíritu de urgencia. No ha presentado el Ministerio de Hacienda ni diputado alguno en la Asamblea Legislativa iniciativa alguna en ese sentido.

Si el país no aguanta el pago de intereses actual, si Costa Rica no paga los intereses, sino que los capitaliza haciendo subir la deuda pública, es menester reducir el principal de la deuda. Para pagar los préstamos el gobierno deberá vender activos. Acá surge la propuesta de venta del Banco de Costa Rica y de la mitad del INS. Urge en consecuencia una re ingeniería del estado. La reforma del estado es urgente e indispensable.

Peligrosa es la iniciativa de vender los activos para pagar el principal de la deuda si no se tiene la disciplina de dejar de gastar, ya que un tiempo después de vendidos el monto de la deuda volvería a aumentar por el gasto incurrido y ya no habría nada que vender. Vender para gastar más o para seguir como si nada no es aceptable.

La deuda y sus intereses son un problema central y crítico. No es cuestión de posponer la solución o dejarla para gobiernos futuros. Es cuestión de analizar como nación y con el concurso de todos los grupos políticos, sociales y económicos la propuesta integral de solución a este problema. Es el momento de una restructuración a fondo del gobierno y sus instituciones. Es el momento de replantearnos muchas instituciones y programas. Es el momento de la reforma del estado. Este es el momento de volver a gastar lo que se debe no lo que se quiere. Este es el momento de eliminar el desperdicio y eliminar lo superfluo.

La solución última a ese problema de la deuda y sus intereses debe de ser debatida de manera pública, parlamentaria y prolongada, de manera integral y con seria medida de sus consecuencias sociales y económicas.

Se acaba el tiempo, se termina el camino y es nuestro hogar común el que está en riesgo.

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