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La carbonización de Costa Rica es dispararnos en el pie

Felipe Guadamuz Flores [email protected] | Miércoles 01 septiembre, 2021

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Felipe Guadamuz Flores

El gobierno de Carlos Alvarado manifestó en el 2019 que había lanzado un plan para eliminar el uso de combustibles fósiles en Costa Rica para el 2050, e inclusive este hecho fue publicado por la BBC en español, sin embargo, con los distintos aportes dados por el Doctor Roberto Dobles por varios meses, con datos certeros y analizados con el rigor del método científico, ha demostrado que, Costa Rica, lejos de descarbonizarse más bien se carboniza más, por el aumento del uso de combustibles fósiles en la matriz energética. Es hora de que el gobierno dé la cara y explique por qué el país se está carbonizando, qué significa eso para Costa Rica, proponga políticas públicas energéticas acordes con la tendencia actual de la verdadera descarbonización y no engañe al país diciendo que estamos descarbonizándonos, cuando no es cierto.

En temas de energía, es importante recordar lo dicho por el experto energético Robert Hefner III, en su libro “The Grand Energy Transition”, citado por el Doctor Dobles en una de sus columnas, en el cual explica la ecuación de Einstein y llega a la conclusión de que todo es energía.

Desde 1850 y hasta la fecha, el mundo ha ido cambiando las fuentes para la producción de energía, pasando de los estados sólidos a los más gaseosos, en lo que el citado experto ha llamado una “hidrogenización” en la producción energética. Se habla de hidrogenización, porque hemos pasado de una razón de diez átomos de carbono por uno de oxígeno en las moléculas de la madera, a un átomo de carbono por cada cuatro de hidrógeno en el gas natural, con respecto a las fuentes utilizadas para la generación de energía y , esto implica que la producción de energía con gas natural es más limpia y eficiente en comparación con fuentes de producción líquidas y sólidas.

El concepto, en un inicio, podría parecernos ajenos, pero tiene todo que ver con nosotros en todo sentido, pues a través de un análisis brillante, Hefner presenta una hipótesis de que la verdadera fuerza que mueve a las civilizaciones y su avance es el uso de la energía.

Según Hefner, los países líderes y con mayor desarrollo económico y social en la segunda mitad del siglo XXI serán aquellos que hayan logrado realizar la gran transición energética (GET, por sus siglas en inglés), de combustibles líquidos como el petróleo, a gases como el gas natural y el hidrógeno.

Sin embargo, los datos provistos por el Ingeniero Dobles demuestran otra realidad para Costa Rica, en la cual, lejos de seguir la curva de crecimiento de la matriz energética mayormente integrada por fuentes de energía “hidrogenizadas”, nuestro país más bien retrocede hacia fuentes de energía sucias y menos amigables con el ambiente, como el petróleo, por el aumento de combustibles fósiles presentes en la matriz energética costarricense.

Ya la revista británica, The Economist, hace unas semanas publicó una serie de reportajes sobre la preocupante realidad del cambio climático, el cual es real y donde la intervención humana con el empleo de los combustibles carbonizados ha tenido y continúa teniendo una gran participación en la generación de esos cambios, por la intervención del ser humano.

Por ello, lo mínimo que los países del orbe deberían hacer es adoptar políticas públicas eficientes que permitan no solo la “descarbonización” sino la “hidrogenización” de las fuentes de energía, para así poder continuar desarrollándonos como especie en conjunto con cada uno de los países del planeta y, Costa Rica, no está exenta ni debería estarlo, de esa obligación para con el resto de la Tierra.

La falta de visión, no obstante, se refleja en las políticas energéticas de la Administración Alvarado Quesada, la cual hasta ha buscado prohibir la extracción de gas natural, cuando se ha dicho que éste es el combustible puente hacia las fuentes de energía del futuro. Los aumentos en los precios de los combustibles fósiles, en especial, los derivados del petróleo no han disminuido su utilización y más bien se presentan obstáculos para impedir la generación de energía a través de fuentes como el agua y el gas natural, con una visión marcadamente ideológica de no permitir la participación de la empresa privada.

Cierto, a la par de la extracción de recursos naturales se aparejan intereses ajenos a los intereses públicos, tanto del sector público como privado, pero el frío no está en las cobijas ni tampoco la corrupción es endémica al sector privado solamente, a pesar de los últimos acontecimientos sacados a luz pública en materia de contrataciones administrativas en Costa Rica.

Por años las empresas privadas de producción energética de petróleo así como las empresas petroleras, mostraron gran eficiencia en la extracción del crudo y la producción de sus derivados, y no fue sino hasta la década de los setenta del siglo pasado, con la intervención de los estados en el cártel económico de la OPEP, que se emitieron políticas monopolísticas, ineficientes las cuales aumentaron los índices de corrupción en los países miembros del cártel petrolero, demostrando con evidencia manifiesta que fue la intervención estatal la que distorsionó al mercado del crudo y no tanto la empresa privada, lo anterior aunado a las políticas públicas energéticas ineficientes de las Administraciones Nixon, Ford y Carter en los Estados Unidos de América.

En igual en sentido, no toda empresa estatal es ejemplo de ineficiencia, inclusive en países en desarrollo. Un ejemplo de eficiencia en empresas públicas fue, por muchos años, a pesar de la corrupción, Petróleos de Venezuela, que contó con una nómina de expertos, contratados y ascendidos de manera meritocrática, lo cual permitió que se convirtiera en una de las empresas más fuertes de la región, a pesar de ser una empresa estatal y sujeta a la corrupción endémica y lamentable de América Latina.

No obstante, RECOPE no es la PDVSA de los años ochenta y principios de los noventa del siglo XX, ni el contexto actual es el de los años setenta de la década del siglo pasado, en el cual hubo un auge en el precio del petróleo por la correlativa intervención de los gobiernos.

El contexto actual de descarbonización demuestra que la matriz energética del país no solo está desactualizada, sino que, Costa Rica, lejos de contribuir a limpiar los estragos ocasionados por el uso del petróleo, más bien está afectando al planeta, dejando de lado las políticas de desarrollo sostenible adoptadas durante la década de los 90 del siglo pasado por el aumento en el uso de derivados del petróleo y la disminución del uso de otras fuentes renovables e hidrogenizadas.

Entonces, permitir la exploración y extracción de gas natural, lejos de afectar a Costa Rica más bien le permitiría desarrollarse, siempre y cuando se deje de lado la mentalidad tercermundista del soborno y cortoplacismo, además de que la extracción sostenible de gas natural llevaría al país a cumplir con sus obligaciones internacionales de no dañar más al planeta con el uso de fuentes energéticas líquidas y semi sólidas que han aumentado considerablemente el dióxido de carbono en la atmósfera.

Por ello, una política pública energética seria, debe entender la tendencia de la humanidad de evolucionar hacia fuentes de energías con mayor hidrógeno y menos carbono, pero esto requiere de personas aptas para los puestos especializados en materia de energía y no de funcionarios que presentan proyectos de ley miopes, los cuales más bien parecieran estar diseñados para distraer a la población en vez de enfocarse en lo realmente importante, como el proyecto para prohibir la extracción de gas natural y la búsqueda del gobierno para que el sector privado no participe en la producción energética, tal y como ha ocurrido con el ICE en los últimos años, desde la Administración Solís Rivera y hasta la fecha.

Por último, dada la ineficiencia demostrada por las empresas estatales durante los últimos casi ocho años, las cuales ni siquiera pueden adoptar ni aplicar las Normas Internacionales de Contabilidad para el Sector Público, a pesar de haberse convertido en obligatorias desde 2014, menos pensar en que puedan diseñar e implementar políticas públicas energéticas de vanguardia, porque la evidencia manifiesta ha demostrado otra cosa, conviene permitir a la empresa privada intervenir para la exploración y extracción del gas natural, lo cual implicaría para el Estado, reforzar el Estado de Derecho y no satanizar la extracción del gas, sino aplicar la ley para perseguir y encarcelar a quienes paguen coimas y sobornos para obtener licitaciones irregulares, así como por no respetar al medio ambiente.

Implementar una verdadera política de descarbonización va más allá del pavoneo y jactancia de decir que llegaremos al 2050 carbono neutrales cuando se hace todo lo contrario, porque, como dice el poeta, se hace camino al andar, pero, en el caso de la actual administración, no solo no hace camino al andar sino que adopta e implementa ideas contrarias a su discurso mientras por un lado alardea de contribuir con la preservación del planeta, en tanto que por la espalda continúa con sus sesgos ideológicos, llevándose en banda a la actual y a las futuras generaciones.







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