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COLUMNISTAS


La Antigua Casa de Cristal

Luis Alejandro Álvarez [email protected] | Miércoles 24 enero, 2018


La Antigua Casa de Cristal

Hace cuatro años vivimos una campaña que calentó poco, hubo refranes pegajosos, hubo inversión de los partidos para atraer a los votantes presentando sus planes de gobierno, y la “alegría” recorrió el país en forma de caravanas con las cimarronas más caras de la historia, que fueron un adelanto de lo que vendría.

Fue hasta el final que la gente se decidió a mostrar sus banderas y se tiñeron de colores las calles. El último domingo de enero que se dio la última manifestación de fuerza en el Paseo Colón, y que igual parece haber sido un presagio.

Las costosas cimarronas nos invitaron a comprar un refresco de transnacional, el Paseo Colón se convirtió en la tumba de una tradición, de muchas décadas, de mostrar músculo electoral al cierre de las campañas.

La historia nos hará revisitar los hechos de una campaña inusual, aunque no tanto como esta, y se podrá analizar lo acontecido con mayor claridad y sin pasiones.

Surgió un vencedor inesperado y prácticamente la suerte estaba echada para abril, cuando un país convencido de que urgía un giro de timón fue a votar.

Ese vencedor nos habló con fuerza y convencimiento el día de iniciar su mandato, exaltó la ilusión a quienes le respaldaron en las urnas y a muchos de los que votaron contra la opción del continuismo.

Nos ofreció la Casa de Cristal aludiendo a la transparencia que primaría durante los siguientes cuatro años.

Hoy, en el ocaso de esa emoción, se ha diluido aquella gran ilusión, el discurso del cambio no se sostuvo, y la Casa de Cristal hoy es una memoria agridulce en el colectivo social.

Se desvirtuó la Cristalina al enfrentar las realidades de ejercer el poder y desde Zapote vimos diluirse muchas de las falsas promesas que quedaron para después.

La inexperiencia del “Obispo Luterano” y Ministro de la Presidencia golpeó la posibilidad de construir acuerdos y no se logró tender puentes con las diversas fracciones.

En silencio, de forma sigilosa y algunos haciéndose de la vista gorda, nadie se percató de que la mampostería se fue levantando silenciosa, reforzada con cemento de allende los mares, mientras se nos fugaban miles de millones de colones.

Algunos periodistas valientes empezaron a hurgar sobre esos muros reforzados que se iban levantado y fueron ocultando lo que alguna vez iba a ser la casa de limpios ventanales que nos permitirían ver sin obstáculo alguno.

El declinar de la Casa de Cristal se cuajó cuando hubo amenazas sutiles a quienes osaban cuestionar la bondad de un empresario investigado por el amigo del Presidente que no tiene amigos, con un colérico discurso que se contraponía a las tradiciones de esta centenaria democracia, verbalizando una realidad alternativa del “los tengo identificados y sé quiénes son” que dejó pasmados a muchos.

En ese mismo acto se terminaron de levantar los muros cementinos que oscurecieron para siempre la antigua Casa de Cristal.

El resto es historia, una comisión legislativa multipartidista nos reveló que ya aquella transparencia no existía, que ahora era opaca por los gruesos muros de contradicciones y dimes y diretes.

Hoy a pocos días de las elecciones este pueblo bondadoso irá a votar, pero ya sin ilusión, luego del desengaño de despertarse a la realidad de que la Casa de Cristal fue un espejismo.

Una oportunidad perdida para muchos, y nos toca escoger entre quienes realmente apuestan a llegar a Zapote, y no solamente buscan una curul.

Con una desconfianza generalizada, nos corresponderá escoger a las nuevas autoridades.

La incertidumbre acecha y el panorama para los próximos cuatro años no parece ser muy alentador.

La herencia de la Antigua Casa de Cristal parece ensombrecernos el futuro.

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