La actividad económica se desacelera
Anelena Sabater [email protected] | Viernes 17 mayo, 2024
La más reciente cifra del índice mensual de la actividad económica (IMAE), publicada por el Banco Central (BCCR), señala que el crecimiento interanual de la actividad económica costarricense en marzo fue de 3.65%. El dato es similar al crecimiento de febrero (3.64%) y levemente inferior al de enero (3.72%).
Con ello se llega a un crecimiento promedio de la actividad económica para el primer trimestre del 2024 de 3.7%. Para efectos comparativos, el dato promedio para el primer trimestre del 2023 fue 1 punto porcentual (p.p.) superior, es decir 4.7%.
Concretamente para marzo, se puede destacar la caída interanual de la construcción de un -2.3%, la actividad agropecuaria afectada por la disminución en la producción de ciertos productos y la manufactura desacelerándose 2.3 p.p. respecto a marzo del 2023.
Ahora bien, con este resultado se acentúa la desaceleración de la actividad económica que se observa desde julio del 2023, fecha en la que el país crecía entorno al 6%. Concretamente, se evidencia una tendencia decreciente por noveno mes consecutivo en la actividad económica.
Revisión a la baja por parte del BCCR de la proyección de crecimiento para 2024 y 2025
Por otro lado, el BCCR disminuyó la proyección de crecimiento de la economía para 2024 y 2025 y así lo detalló en el informe de política monetaria publicado el pasado 30 de abril.
En su informe, el BCCR realizó una revisión ligeramente a la baja del crecimiento del producto interno bruto (PIB) para 2024 y 2025, situándolo en 3.8% para ambos años. No obstante, en el informe de enero la autoridad monetaria había señalado un crecimiento de 4% para 2024 y 3.9% para 2025. Retrotrayéndonos un poco más, el dato reciente también es inferior a la proyección que el BCCR publicó en octubre del 2023, cuando señaló una cifra de crecimiento más alentadora, específicamente 4.3% para 2024.
Esta ralentización del ritmo de crecimiento se da en el marco de la fuerte apreciación del colón, cuyas consecuencias negativas han sido externadas por diversos sectores productivos y más recientemente se ha visto plasmado en anuncios de empresas que se han visto forzadas a reducir sus planillas. A lo anterior se le suman los 11 meses consecutivos con inflación negativa y el fantasma de un posible ciclo deflacionario que no sería fácil de romper. Finalmente, a todo ello debemos agregarle la inminente (y esperemos que remota) posibilidad de cortes de electricidad, que poco o nada dejarían de positivo a la actividad económica.