Juzgar a los que juzgan
Pedro Oller [email protected] | Martes 31 mayo, 2011
Juzgar a los que juzgan
Flaco favor le hace la presidente de la Asociación Costarricense de la Judicatura con la entrevista que publicó el periódico La Nación ayer. Comprendo la preocupación que pueda generarle a la organización, la reacción en pie de lucha de las comunidades que se verían afectadas, misma que se acrecienta por las desafortunadas declaraciones de la señora presidenta.
La indignación de los vecinos está por demás justificada. Vivimos un país que nos cuesta reconocer y al que encima, un juez, le endilga por vecindario la carga de peligrosísimos maleantes que ni un vecindario ni un individuo podrá defender. Esa es la realidad, frente a un Estado que no nos ofrece garantía alguna respecto del tema.
Dice doña Laura en su inoportuno mensaje al Congreso “(…) trazamos con claridad una ruta: es la ruta de la seguridad humana (destacado en el original). Nunca antes como ahora la palabra inseguridad ha definido tanto nuestras vidas. Hay capítulos de inseguridad que llenan todos los espacios de nuestra convivencia (…)
Si la controvertida decisión de conceder casa por cárcel a los mexicanos había encendido las luces de alerta e indignación de los costarricenses, las palabras de la señora presidente de la Judicatura prenden la luz de alarma, el estado de nuestra justicia lo enardece.
Sabemos bien por la prensa de las decisiones inexplicables de jueces de la República. Respecto de ellas no vislumbro acercamiento de la señora Orocú a quien la obliga decir, por ser lo que es: “La gente debe estar tranquila de que la Judicatura hace bien su función, y no se debe generalizar por un caso que se ha ventilado de forma sesgada en los medios, la función de los jueces.”
En vista de que se ha allanado, le pregunto a la señora Orocú: ¿Adónde vive Usted? E independientemente de la respuesta, porque me la anticipo inocua, le someto a su consideración si siendo uno de los vecinos no hubiera pedido usted también igual respuesta. En su valoración se vale mencionarme cuantos delincuentes tiene usted en su barrio.
No estamos tranquilos. No queremos estarlo. Porque ya nos estamos cansando y nos estamos indignando. Castiguemos al entorno por ahora.
Porque lo sesgado ha sido reiterado y publicado a pesar que se quejen de que: “Los medios y el pueblo se convierten en juzgadores de los juzgadores... Esto es nefasto”. Les juzgó un Tribunal Superior y atendió la razón del pueblo. Entonces, ¿cómo explica aquello? En este caso particular, pero será ¿qué la señora presidente no valora las demás noticias de sentencias blandengues y jueces enredados, todas de medios de comunicación que nos asisten en nuestra inconformidad con el sistema?
Gracias también a los señores magistrados. Su silencio por vínculo, inclusión o por defecto nos debe convocar.
“Est enim ivdices haec non scripta sed nata lex qvam non didicimvs accepimvs legimvs vervm ex natvra ipsa arripivimus havsimvs expressimvs ad qvam non docti sed facti non institvti sed imbvti”, sentencia atribuida a Cicerón, cuya traducción libre, es: “Existe, de hecho, jueces, una ley no escrita, sino innata, la cual no hemos aprendido, heredado, leído, sino que de la misma naturaleza la hemos agarrado, exprimido, apurado, ley para la que no hemos sido educados, sino hechos; y en la que no hemos sido instruidos, sino empapados”.
Pedro Oller
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