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Jóvenes están hartos

Luis Alberto Muñoz [email protected] | Viernes 03 junio, 2011



Jóvenes están hartos

Costa Rica ha sido comedida a lo largo de su historia democrática, al no repetir de inmediato los movimientos de revoluciones sociales, sin embargo por más lejanos que se crean de nuestra realidad, siempre logran penetrar mensajes, que merecen atención.
El fondo del asunto es sencillo, los jóvenes están hartos de la política y la economía, que no se traducen en soluciones a la falta de oportunidades, escollos sociales y la destrucción del planeta.
El fundamento de protesta de moda es en sí la obstinación, una forma de “insurrección pacífica”, basada en el principio de que “crear es resistir; resistir es crear”.
Es posible que el movimiento del 15M, que ha tomado las principales ciudades españolas por semanas, agonice tarde o temprano, sin embargo logró sembrar desde ya delicados cuestionamientos.
La indiferencia es la peor de las actitudes, dice Stéphane Hessel de 93 años, autor del libro, “¡Indignaos!”, andamio del 15M. Los jóvenes han respondido pidiendo cambios a un sistema político que aseguran que no los representa; “lo llaman democracia, pero no lo es”.
Si el propósito de las estructuras mediáticas y político-jurídicas es guardar la institucionalidad democrática, están haciendo un flaco favor, se desmoraliza y relativiza todo alrededor.
Sin dudas, la agitación no pasa por alto, en momentos de contrariedad y crisis de pensamiento.
En nuestro país, la aguja hipodérmica logró generalizar una peligrosa percepción en la ciudadanía, “todos los políticos son corruptos”.
Bajo este prejuicio ocurre que poco a poco los ciudadanos honestos se reprimen de incursionar a la arena política, para no ser manchados injustamente.
Por ende, las buenas personas no participan de la construcción del país y el lamentable resultado de este pensamiento coercitivo es la extensión del populismo; una realidad contra la cual muchos confían en que Costa Rica está vacunada.
La intolerancia, la falta de capacidad para debatir con seriedad los problemas nacionales, se manifiestan en las estrategias de terror con las que se comunican las ideas a la ciudadanía.
El comportamiento cíclico de las revoluciones o la necesidad de llenar vacíos son parte de los argumentos con los que hoy se justifican estos acontecimientos; sin embargo, ¿estarán los políticos a la altura de las circunstancias?

Luis Alberto Muñoz

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