Investigación vía filtración
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 26 enero, 2011
Hablando Claro
Investigación vía filtración
La filtración de información como una herramienta de la investigación periodística es éticamente correcta. Los periodistas la defendemos y la sociedad la avala porque muchas veces es la única forma de acceder a información de interés público que el poder (los poderes) intenta(n) mantener oculta. De la filtración de información se derivan protecciones legales y constitucionales, como la reserva o confidencialidad de la fuente. El acceso a la información pública, la transparencia y la rendición de cuentas ha sido siempre un ideal de la convivencia democrática y la resguardamos con un celo que pareciera nunca ser excesivo.
Pero si bien es cierto la filtración es procedente, nunca es suficiente para acabar un producto periodístico y más aún, es un arma extremadamente peligrosa de doble filo que aparece envuelta en el atractivo papel de un preciado regalo que los periodistas buscamos: la contribución de la prensa a la causa de enfrentar el poder político y económico que ejerce o pueden ejercer quienes detentan esos poderes. Por eso las filtraciones son peligrosas. Porque “parecen” y no necesariamente “son”. Porque una vez filtradas, elaboradas como producto periodístico y consecuentemente divulgadas ya no pueden deshacerse y porque existe siempre la posibilidad de que los medios o los periodistas seamos “usados” por fuentes que no siempre tienen rectilíneos propósitos.-
Obviamente, la reflexión viene a colación por el reciente caso de una filtración de información de enorme eco mediático (me incluyo, por supuesto) que hace aparecer al ex ministro y aspirante a candidato presidencial Rodrigo Arias Sánchez como responsable de haber frenado una indagatoria del Ministerio Público en su contra, con la aparente complicidad de un ministro de estado y del Fiscal General de la República; un caballero a carta cabal, hoy sentado en la banquillo de una investigación avalada por unanimidad por la Corte Plena para determinar si incurrió en algún error al haber coincidido con su predecesora, dejar en suspenso la indagatoria contra el señor Arias, en el interregno en que ella salía del cargo que ejercía interinamente, mientras él asumía el puesto.
Esta reflexión inicial sobre la filtración, la investigación periodística publicada, mi propia visión inicial de los hechos y lo que aún me encuentro mascullando como periodista, es producto de las reflexiones serenas, mesuradas y a todas luces independientes del criterio del magistrado constitucional Fernando Cruz quien me explicó públicamente, entre muchas otras, solo tres aspectos del caso que voy a mencionar aquí: 1.- que la relación de hechos publicados “no da para establecer un cuadro de tráfico de influencias” 2.- que la indagatoria es un procedimiento obsoleto que no tiene mayor peso en la definición de un proceso judicial y 3.- que efectivamente sí tiene el impacto de estigmatizar a un ciudadano cualquiera, pero más aún a quien aspira a un cargo en la función pública.
No es tema que dé por agotado por supuesto. Pero debo externarlo por honradez profesional.
Vilma Ibarra
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