Investigación científica; Malas prácticas en su enseñanza universitaria
Juan Diego Sánchez Sánchez [email protected] | Lunes 06 mayo, 2024
Dr. Juan Diego Sánchez Sánchez, Ph.D
Asesor y analista financiero, abogado; profesor e investigador asociado de LEAD University
La investigación en su sentido más amplio, responde a un proceso continuo ligado al descubrimiento de ideas y contenidos, aplicable tanto a la experiencia humana, así como a su correlación de índole técnico y científico, donde la curiosidad y la imaginación son fundamentales para su desarrollo, pero sin dejar de lado los procesos metodológicos y las técnicas de naturaleza aplicativa que deben ser puestas en marcha en aras de lograr resultados que tengan un alcance beneficioso y útil en un determinado campo de estudio.
Precisamente de lo anterior, y basado en el concepto de la rigurosidad metodológica, es importante definir la investigación científica propiamente, la cual hace mención de aquellos procesos generadores de conocimiento plasmado en resultados de primera mano, y basados en fuentes previamente existentes, que a su vez son gestionados bajo los principios del método científico, resaltando en este punto aspectos tales como la verificabilidad, la replicabilidad, y la no refutabilidad, No pudiendo ser rebatidas las conclusiones obtenidas, salvo con una prueba de la misma magnitud, o bien, un proceso investigativo que cuente con la misma rigurosidad técnica que pueda debatir los hallazgos dados.
El tema anterior es ligado a los procesos universitarios de investigación, evidenciado su existencia en los departamentos destinados para estos efectos, o bien, en la contratación de docentes dedicados precisamente al constante desarrollo y aplicación de procesos indagatorios científicos en diversas áreas, aspectos que plasman su última esencia en los denominados artículos, también conocidos como papers, y publicables en revistas académicas propias de una rama del saber. Puede observarse que estas actividades tienen un claro enfoque ligado a técnicas metodológicas de estricta rigurosidad y con un enfoque sistemático y sistémico fuerte, donde tanto el fondo, la forma, el formato y la técnica son de extrema importancia.
Ahora bien, los procesos de conocimiento destinados y gestionados por profesionales del área específica resultan ser solo una arista de la gestión universitaria, pero surge la duda, ¿Qué sucede con la enseñanza de la investigación científica desde la óptica docente?, es decir, cual es la aplicación real desde la docencia en materia de la mediación pedagógica y la capacitación a los educandos en materia investigativa, y si es adecuada su instrucción para la obtención de resultados y documentos atinentes al haber científico. Para estos efectos, es necesario esbozar algunas prácticas erróneas que suelen darse al pretender solicitar trabajos investigativos sin contar con la rigurosidad y la técnica correctas. Siendo así y claro está, sin realizar generalización alguna, se precisan algunas malas gestiones docentes, mismas que pueden ser dadas por desconocimiento o falta de diligencia, señalándose entre otras, las siguientes:
La falta de delimitación clara y posible en los proyectos: Un aspecto lamentablemente recurrente, es dado cuando el docente que solicita un documento investigativo no explica ni corrige de forma precisa y clara la delimitación de sujetos, espacio y tiempo de los trabajos, observándose errores como la indicación referente al desarrollo del proceso en todo el territorio nacional, o con más preocupación, en toda una región geográfica, lo cual al ser contrastado con la metodología aplicable, sus instrumentos son gestionados únicamente en una territorialidad con un alcance mucho menor. De igual forma, los tiempos plasmados deben ser finitos, conclusos y posibles, por lo cual, tampoco es de recibo encontrar temporalidades tales como “últimos diez años”, primero, porque su espacio temporal es muy amplio para ser abarcado y segundo, es indefinido, no pudiendo aplicarse tampoco para definiciones tales como “los próximos meses”
Uso de fuentes de contenido abierto no válidas: Una mala práctica muy común, radica en la permisión del docente al uso de fuentes de contenido no verificable ni validado de forma científica, derivado de páginas de Internet, que aunque pudiesen precisar datos de relativa veracidad en un momento particular, estos pueden ser alterados por cualquier persona, no contando con ninguna rigurosidad en materia de su verificabilidad y replicabilidad. Esta pésima gestión se magnifica cuando la fuente es basada en blogs, chats abiertos, redes sociales, o bien, espacios de conversación de figuras tipo influencers, pues lo expresado en estos lugares no cuenta con criterio alguno científico, sino que responden a opiniones subjetivas dadas por una percepción, pero no pudiendo ser utilizadas como datos ligados a una aplicación metodológica estructurada.
Desconocimiento o desdén por la forma de presentación: Este tema es observable cuando el docente no revisa o no solicita, ya sea por desconocimiento o descuido, el uso de normas correctas de presentación de los resultados obtenidos, destacando particularmente la utilización de tablas, figuras, gráficos entre otros. Una manifestación clara de esta mala práctica es dada al utilizar los gráficos generados por aplicaciones de recolección de datos de primera mano, pues usualmente estas herramientas, aunque muy útiles para la tabulación, demuestran falencias en la exposición final de la información, tendiendo a plasmar el mismo tipo de representación gráfica para todos los ítems de un determinado instrumento, cuando lo correcto es su creación en función del indicador del reactivo indagado. Ejemplo se da al mostrar un gráfico de un intervalo en círculo, como podría ser la edad, o bien, un indicador ordinal, entiéndase una escala, de igual forma, sin dejar de lado también, que al utilizar la figura de pastel esta debe ordenarse de mayor a menor
Permisión de la copia indebida: De las prácticas más despreciables, y que radica en la copia literal, total o parcial de contenidos ajenos para definirlos como originales, que cabe indicar, no debe ser llamada plagio, pues el mismo Código Penal la define como copia indebida, mientras que la figura del plagio responde a otro tipo penal ligado a la servidumbre. Esto no solo representa una falta ética y moral, pues además de estar robando ideas de terceros, haciéndolas pasar como propias, también responde a un delito penal tipificado en los numerales 366, 367 y 368 de la norma antes señalada, y no es de recibo en ninguna circunstancia que un docente puntee que no lo revisa por carga de trabajo, extensión documental, o porque corresponde su fiscalización a otro profesional. Esta falta de providencia del profesor, al no revisar la copia, podría incurrir en una responsabilidad subsidiaria, e incluso solidaria, implicando la culpabilidad en cuestión.
Redacción formal y técnica: Un aspecto pasado por alto en algunos docentes, incluso visto de forma peyorativa en ocasiones, refiere a la forma de redacción científica aplicable para documentos formales investigativos, la cual sugiere sea hecha en tercera persona y presente histórico, precisando a la vez un lenguaje formal, donde los conceptos no se tergiversen y se respete la tecnicidad. Algunos ejemplos se dan en el uso de frases como “nuestro país”, “aplicaremos” “se obtuvo”, cuando el documento debe estar en un lenguaje impersonal, atemporal y no individualizado, añadiendo además la importancia del uso correcto de términos metodológicos, sin confundir puntos tales como el enfoque, el diseño, el método y el tipo de investigación.
Al observar lo anterior, suele darse el caso donde el docente que sigue estas malas prácticas trata defenderlas, señalando puntos tales como que la forma no cambia el fondo, o que el mismo sistema genera la información de esa manera, no obstante debe recordarse que en materia investigativa y de corte científico, tanto el fondo, la forma y el método son uno solo, pudiendo rechazarse un documento por falta de rigurosidad técnica en su confección, que a la postre invalida sus resultados, por lo cual es menester docente velar por el uso de buenas prácticas.