Innovación y ambiente
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 21 octubre, 2019
Dos de las más importantes y potencialmente peligrosas mega-tendencias que vive la humanidad son la aceleración de la innovación y el cambio climático.
Las modificaciones a los telares, la máquina de vapor y la electricidad tardaron muchas décadas desde su descubrimiento hasta que se convirtieron en herramientas de uso generalizado en los países más avanzados. Los automóviles compartieron calles y carreteras con los coches y carretones tirados por animales en las ciudades de EE. UU. y de Europa. Incluso los computadores tuvieron que esperar algunas décadas desde su inicial uso por gobiernos y grandes empresas, hasta pasar a ser instrumentos al servicio de millones de personas. Recuerdo lo adelantado a su tiempo que fue usar equipos Basic/Four en Grupo Ganadero Industrial en 1975. Los viejos recordamos madrugar para poder usar un par de horas a Matilda, la enorme computadora alimentada por tarjetas perforadas en la UCR.
Los teléfonos inteligentes ya fueron otra historia. En una década a se estaban generalizando en Japón, EE. UU. y Europa.
Además, el área de aplicación de cada una de estas tecnologías era relativamente restringida: telas, transporte, energía e iluminación, manejo y trasmisión de información.
Con la 4ª Revolución industrial las cosas lucen muy distintas. La velocidad de su utilización es desbordante, y la amplitud de las áreas en que se aplica es inmensa.
Inteligencia Artificial, Internet de las cosas, biotecnología, inteligencia de datos, robótica son algunos de los instrumentos que se unen para producir esta gran transformación que el cerebro humano difícilmente podrá asimilar en tan corto lapso, y que nos obligará a transformar instituciones, formas de producción, de consumo y de vida.
¿Cómo evitar la concentración de la riqueza y el poder del mundo en unas pocas manos dueñas de estas herramientas? ¿Cómo generar ingresos a los trabajadores si su productividad marginal es muy baja? ¿Cómo financiar la seguridad social en una economía gig o por encargo?
El calentamiento global y sus impactos de cambio climático son otra realidad que se nos hace cada día más presente y oprobiosa.
Ambas amenazas surgen al menos parcialmente de externalidades. De efectos de las acciones de los agentes económicos que no se reflejan en los precios, y que hacen que los costos y ganancias de los privados no coincidan con los costos y ganancias sociales. Quien contamina la atmosfera con CO2 no paga un costo por ello. Quien usa la inteligencia de datos no paga por la información que con su minado de datos obtiene.
Cierto que en el caso de la acelerada innovación muchos de sus efectos se dan por medio de su impacto directo en los precios de los factores, y por concentrar la propiedad.
¿Cómo, con externalidades, preservar un sistema descentralizado de toma de decisiones que permite un mejor uso del acervo de conocimiento diseminado en los millones de personas y de organizaciones de nuestra sociedad global?
Dos herramientas se han desarrollado en economía para enfrentar esas condiciones. Por una parte, el Profesor Pigou en la Universidad de Cambridge en 1923, señaló que los precios y costos deberían ser afectados por impuestos o subsidios para internalizar las externalidades. Que el que contamine pague y el que mitigue gane con mecanismos como los impuestos al carbono.
Otra herramienta la definió el Premio Nobel de Economía Robin Coase en sus trabajos de 1937 y 1960. Coase demostró que, si se definen apropiadamente los derechos de propiedad y si los costos de transacción son muy bajos, las personas negociando en busca de su mejor interés pueden hacer que los costos sociales y no solo los privados sean tomados en cuenta y que se eliminen los efectos perjudiciales de las externalidades. Por ejemplo, que quien utiliza mis datos me pague por ellos; que las máquinas que, desde mi casa o empresa, mediante el internet de las cosas suministren información de mis hábitos a su fabricante, tengan que pagar por esa información y no la puedan usar sin mi consentimiento.
Estas son dos avenidas importantes para enfrentar los males que la aceleración del cambio tecnológico y la contaminación ambiental nos pueden producir.
Claro que para poder utilizarlos se deberá llegar a acuerdos internacionales como los que en el campo ambiental se está tratando de generar con el proceso de las COP de NNUU originado en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992. En la OCDE se llevan adelante estudios para poder actuar -también de manera coordinada entre las naciones- frente a la aceleración del cambio tecnológico.
Estos son temas importantes y difíciles para nuestras agendas de desarrollo y de descarbonización.
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