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In memoriam

Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 08 octubre, 2008


Hablando Claro
In memoriam

Vilma Ibarra

Precisamente al abrir octubre, el mes dedicado a la lucha contra el cáncer de mama, nos dejó Xinia Carvajal. Definitivamente hay gente que se nos va antes de tiempo. Personas maravillosas que se nos escapan de la vida dejando un inmenso vacío. Y aunque no es dado preguntar por qué, la bendita pregunta se nos mete por las hendijas del corazón.
Xinia Carvajal era una gran mujer, una gran madre, una gran médica, una gran ciudadana. Transpiraba pasión y tenía además de capacidad, la motivación y la actitud que todos admiramos en esas personas especiales que van dejando huella.

Recuerdo que nos encontramos casualmente una mañana cualquiera con nuestros hijos menores, en los días recientes a que el cáncer le diera una segunda oportunidad. Estaba radiante, optimista, reconstruyendo y construyendo planes, como siempre hacía.
Compras de lado, nos pusimos a conversar sobre su recuperación y la adhesión a la causa de la hija de su amiga —la también entrañable y maravillosa Anna Gabriela Ross— en la lucha contra el cáncer. Ese día reconfirmé mi admiración por Xinia. Y por supuesto la vi después en otras ocasiones en función de mi trabajo o el de ella, porque ya fuera desde su trinchera como profesional de la medicina y particularmente de la promoción de la salud, como mujer convencida de las muchas causas y reivindicaciones de todas las mujeres o desde la trinchera de la política partidaria, Xinia nunca dejaba de defender ideales, principios y proyectos. Fue siempre congruente con sus valores. Una mujer de una pieza.

Este lunes me sorprendió dolorosamente como a muchos la noticia de su muerte. Cuando llegué a la oficina el martes, un compañero me dijo que ella era una gran señora. Sí, le dije, ha partido una gran señora. Y no pude evitar pensar que todos los días decimos adiós a personas maravillosas. Como esas personas son muchas, actuaron honradamente, lucharon por una vida buena, criaron a sus hijos con amor y fueron buenos y buenas ciudadanas, no son objeto casi nunca de titulares o crónicas periodísticas. Lástima. No por esas personas ni por las personas que los seguirán amando porque ellos saben muy bien quienes eran sus seres queridos. Lástima por aquellos que no los conocieron. Porque son espejos en los que debemos ver también una parte de la sociedad buena que también somos. Descansa en paz querida Xinia.

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