Hacer las cosas bien y a la primera
Chavarría Chavarría [email protected] | Lunes 10 julio, 2017
Recientemente, un gerente de una empresa mediana me decía que por más que insistiera entre sus empleados que había que hacer las cosas bien y a la primera, no había podido lograr que eso quedara grabado en sus mentes.
La realidad de este ejecutivo, es una gran aspiración de muchos dueños de empresa. A simple vista parece increíble que una premisa tan sencilla sea tan difícil de obtener, pero, en realidad no es simple lograrlo.
Esto es lo que yo llamo el generar una cultura de ejecución. Y, como todo cambio cultural, hay que trabajarlo con medidas concretas y toma tiempo en gestarse.
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Al hablar de “hacer las cosas, bien y a la primera”, hay tres aspectos involucrados. Respecto al primero: “hacer las cosas”, hay muchas empresas en las ni siquiera se da este hecho. En otras palabras, son organizaciones en las que no se ha podido lograr que la gente ejecute (haga las cosas). Esto es particularmente complicado cuando se trata de ejecutar la estrategia, puesto que en ese caso los planes quedan simplemente en el papel.
El segundo aspecto es “hacer las cosas bien”. El componente “bien” que se le ha agregado en este caso, no es trivial. En muchas organizaciones este adjetivo no es algo común que esté inserto en el accionar diario. De ahí, que todas las iniciativas de mejoramiento de la calidad hayan pasado a ser tan importantes en nuestro país.
El tercer aspecto es “hacerlo bien a la primera”. En otras palabras, no sólo se trata de hacerlo bien sino que abiertamente en la primera vuelta. Claramente, esto tampoco es una cultura muy propia de las empresas costarricenses. Lamentablemente, es más bien lo contrario. Por alguna razón siempre se asume que habrá una segunda posibilidad o que no es tan grave no hacerlo bien de buenas a primeras. Quizás es producto del “pura vida” en el que vivimos los ticos.
Para lograr entonces esta nueva cultura de “hacer las cosas bien y a la primera”, se requiere introducir ciertos mecanismos formales, que contribuyan en esa dirección. El primero de estos se refiere a establecer indicadores que permitan señalar la forma en que yo lograré saber si es que las cosas se están haciendo o no. En segundo término, deberé generar un sistema de mediciones para saber si efectivamente se están haciendo las cosas tal como yo lo quiero o no.
Un Balanced Scorecard o Tablero de Comando puede ser la forma de lograr lo anterior. Finalmente, se requiere de un mecanismo para detectar las razones por las cuales las cosas no se están haciendo de la forma en que yo lo he pensado (estrategia), si es que así fuera.
Las causas podrían estar en los procesos, en la tecnología o en las personas y por lo tanto se requiere detectar el origen de problema e intervenir en él para que en la segunda vuelta de mediciones, los resultados sean mejores.
Andrés Chavarría
Director de Desarrollo Empresarial