Guerra dio guerra
Sofia Ramirez [email protected] | Sábado 27 agosto, 2011
Guerra dio guerra
A pesar de las amenazas de lluvia, el Estadio Nacional se convirtió en una gran pista de baile al ritmo de Juan Luis Guerra en un concierto inolvidable
Lo que parecía sería una noche cargada de lluvia y frío, se transformó en un cielo despejado, con apenas una leve llovizna intermitente.
Este fue el escenario del tiempo del concierto de Juan Luis Guerra el pasado jueves en el Estadio Nacional, un éxito de convocatoria y organización.
Poco a poco los miles de asistentes fueron llegando, dispuestos a corear cada una de las canciones del dominicano.
Cerca de las 7.30 p.m., sin presentación previa, salió al escenario Freddy Alvez, telonero nacional, con el objetivo de ir calentado el ambiente, para luego de 40 minutos dar paso a la ex Miss Universo Amelia Vega, sobrina del cantante, quien interpretó tres temas.
A las 9 p.m. en punto, Guerra saltó a la tarima con el tema “Apaga y vámonos”. Al terminar dijo “Buenas noches Costa Rica, es un placer estar con ustedes”.
Con los primeros acordes de “La Bilirrubina”, el público estalló en un grito emocionado, calentando el ambiente y convirtiendo el Estadio en una pista de baile, que segundos después estaba lleno de parejas que dejaron sus asientos para mover sus cuerpos al ritmo de la bachata y el merengue.
Luego continuó la popular “La llave de mi corazón” para continuar con un recorrido por su repertorio más reciente de su producción “A son de Guerra”, así como destacados éxitos como “Burbujas de amor”, “Bachata rosa” y “Las avispas”.
El concierto transcurrió con un sonido excelente y un juego de luces e imágenes que se proyectaban en las cinco pantallas con las que contaba el artista en el escenario. Una de ellas subía y bajaba detrás de él.
Además, no solo el dominicano demostró su talento, la orquesta se encargó de mantener al público caliente mientras el cantante realizaba pausas; los músicos se conectaron con la audiencia con muestras de sus habilidades.
Una de las grandes sorpresas de la noche fue ver cómo la tecnología permitió que Juanes estuviera “presente” en tarima para cantar “La Calle” junto a Guerra: una pantalla de alta resolución proyectaba una imagen del colombiano en tamaño real dando la impresión de que ambos estaban juntos, y sus voces se sincronizaban a la perfección.
La noche tuvo también sus momentos románticos, cuando presentó la canción que dedicó a su esposa Nora, “Mi bendición”.
Con “El Niágara en bicicleta” llegó otra de las sorpresas, pues el artista entró en bicicleta al escenario y de fondo la pantalla mostraba imágenes de pueblos, playas y barrios dando la impresión de que el intérprete viajaba por esos lugares.
Para cerrar el show a lo grande, el dominicano tocó la popular “Ojalá que llueva café”: las pantallas simulaban una lluvia del grano de oro y al terminar la canción granos reales llovieron sobre el escenario.
Así, con dos horas y 26 canciones, Guerra mejoró el sabor de boca de sus seguidores costarricenses, quienes no habían disfrutado de igual manera su pasada presentación en el país en 2008, cuando el sonido no dio la talla y un gran barreal impidió hasta la movilidad de los que acudieron a La Guácima.
Sofía Ramírez
[email protected]
A pesar de las amenazas de lluvia, el Estadio Nacional se convirtió en una gran pista de baile al ritmo de Juan Luis Guerra en un concierto inolvidable
Lo que parecía sería una noche cargada de lluvia y frío, se transformó en un cielo despejado, con apenas una leve llovizna intermitente.
Este fue el escenario del tiempo del concierto de Juan Luis Guerra el pasado jueves en el Estadio Nacional, un éxito de convocatoria y organización.
Poco a poco los miles de asistentes fueron llegando, dispuestos a corear cada una de las canciones del dominicano.
Cerca de las 7.30 p.m., sin presentación previa, salió al escenario Freddy Alvez, telonero nacional, con el objetivo de ir calentado el ambiente, para luego de 40 minutos dar paso a la ex Miss Universo Amelia Vega, sobrina del cantante, quien interpretó tres temas.
A las 9 p.m. en punto, Guerra saltó a la tarima con el tema “Apaga y vámonos”. Al terminar dijo “Buenas noches Costa Rica, es un placer estar con ustedes”.
Con los primeros acordes de “La Bilirrubina”, el público estalló en un grito emocionado, calentando el ambiente y convirtiendo el Estadio en una pista de baile, que segundos después estaba lleno de parejas que dejaron sus asientos para mover sus cuerpos al ritmo de la bachata y el merengue.
Luego continuó la popular “La llave de mi corazón” para continuar con un recorrido por su repertorio más reciente de su producción “A son de Guerra”, así como destacados éxitos como “Burbujas de amor”, “Bachata rosa” y “Las avispas”.
El concierto transcurrió con un sonido excelente y un juego de luces e imágenes que se proyectaban en las cinco pantallas con las que contaba el artista en el escenario. Una de ellas subía y bajaba detrás de él.
Además, no solo el dominicano demostró su talento, la orquesta se encargó de mantener al público caliente mientras el cantante realizaba pausas; los músicos se conectaron con la audiencia con muestras de sus habilidades.
Una de las grandes sorpresas de la noche fue ver cómo la tecnología permitió que Juanes estuviera “presente” en tarima para cantar “La Calle” junto a Guerra: una pantalla de alta resolución proyectaba una imagen del colombiano en tamaño real dando la impresión de que ambos estaban juntos, y sus voces se sincronizaban a la perfección.
La noche tuvo también sus momentos románticos, cuando presentó la canción que dedicó a su esposa Nora, “Mi bendición”.
Con “El Niágara en bicicleta” llegó otra de las sorpresas, pues el artista entró en bicicleta al escenario y de fondo la pantalla mostraba imágenes de pueblos, playas y barrios dando la impresión de que el intérprete viajaba por esos lugares.
Para cerrar el show a lo grande, el dominicano tocó la popular “Ojalá que llueva café”: las pantallas simulaban una lluvia del grano de oro y al terminar la canción granos reales llovieron sobre el escenario.
Así, con dos horas y 26 canciones, Guerra mejoró el sabor de boca de sus seguidores costarricenses, quienes no habían disfrutado de igual manera su pasada presentación en el país en 2008, cuando el sonido no dio la talla y un gran barreal impidió hasta la movilidad de los que acudieron a La Guácima.
Sofía Ramírez
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