¡Gracias, doña FIFA! Iremos a Catar por cortesía, no por calidad
Gaetano Pandolfo [email protected] | Lunes 02 septiembre, 2019
Herediano, el flamante campeón defensor de la Liga Concacaf, fue eliminado en las primeras de cambio, los octavos de final por el modesto Waterhouse de Jamaica, con solo dos partidos de pretemporada.
San Carlos, el campeón nacional, no pudo anotarle un gol al Santa Tecla de El Salvador en 180 minutos de acción.
El Deportivo Saprissa terminó pidiendo tiempo en el juego de vuelta, después de que el Águila, también salvadoreño, lo derrotara 1-0.
La Selección Nacional fue eliminada de la Copa Oro en los cuartos de final, y vio cómo las representaciones de Jamaica y Haití disputaron las semifinales con dos de los “cocos” de la zona: Estados Unidos y México.
La mediocridad del fútbol costarricense se distribuye generosamente por toda el área, y en lugar de aprovechar las fechas FIFA para foguear a la Tricolor, renunciamos a una de esas jornadas, quizá para evitar que el equipo de Gustavo Matosas se exponga a nuevo ridículo.
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El director técnico de la Selección Nacional, con un terror manifiesto a la renovación y refrescamiento de la nómina, se acomodó a los líderes de Brasil 14 y ahora nos anunció, por citar solo un ejemplo, la convocatoria de Ricardo Blanco, un lateral de 30 primaveras, dejando en el archivo y, probablemente, en el olvido, al joven Ian Smith, nueve años menor y que juega en el Norrkoping de Suecia.
En otras posiciones de la Tricolor se presentan situaciones idénticas.
A Jafet Soto, técnico del Herediano, se le olvidó el viejo refrán de que “vale más prevenir que lamentar”, y en la conferencia de prensa tras la humillante eliminación de su equipo ante los jamaiquinos, se quejó de los muchos minutos que perdieron sus verdugos durante el desarrollo del juego, con la complacencia del cuerpo arbitral.
Con un par de “golcitos” de su limitada artillería, después de que Yeltsin Tejeda abrió la cuenta en el minuto dos, otro gallo hubiese cantado en el Rosabal Cordero y el llanto del timonel hubiese resultado innecesario.
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Con excepción de la presencia de Marco Madrigal, en eso que se denomina el “tercer portero” de la “Sele”, equipos como Cartaginés, Pérez Zeledón, Limón, Santos, el mismo San Carlos e incluso Jicaral, quinto lugar del Apertura, no le aportan un solo futbolista a la Selección Nacional, cuando cuentan con mano de obra suficiente para tener mínimo un representante en eso que llaman equipo de todos y que, más bien, parece equipo de algunos.
Talento sin convocar
Cartaginés Darryl Parker, Christopher Núñez
San Carlos José David Sánchez, Christian Martínez, Roberto Córdoba
Pérez Zeledón Bryan Segura, Mauricio Núñez, Jeikel Venegas
Santos Fernan Faerron, Reymond Salas
Limón Ryan Bolaños, Keyder Bernard
Jicaral Walter Chévez
Guadalupe Frank Zamora
Universitarios Yustin Salas
Grecia Kenneth Cerdas, Harry Rojas
Doña FIFA le regaló a México, Estados Unidos y Costa Rica la clasificación gratuita al próximo Mundial, inventándose una eliminatoria sin juegos previos a la hexagonal, de la que salen tres cupos directos a Catar y otro agregado al obsequio, nueva oportunidad en el repechaje.
La señora esa, repleta de historias de corrupción entre sus dirigentes, varios encarcelados en presidios por todo el planeta y otros que mueren decrépitos, descalificados y humillados luego de vivir como reyes gracias a los sobornos millonarios recibidos, despreció las muestras palpables de cómo el fútbol de la zona del Caribe ha subido su nivel y condenó a las selecciones de Jamaica, Haití, Curazao, Trinidad y Tobago, e incluso otras como Canadá y Panamá, a quedar fuera de Catar, tras aprobar esa eliminatoria de Concacaf repleta de desequilibrio e injusticia.
Con el Mundial en sus manos, Gustavo Matosas sabe que con la nómina que convoca, repite y maneja, le alcanza de sobra para que Costa Rica esté presente en Catar y no piensa perder su tiempo en tonteras como esas de refrescar la nómina, visitar estadios, encontrar talentos debajo de las piedras, plasmar el cambio generacional y tantas otras cursilerías que inventamos nosotros, los periodistas.