Formación dual
Shirley Saborío [email protected] | Jueves 14 diciembre, 2017
Formación dual
Es común de un tiempo para acá escuchar que la formación dual es fundamental para disminuir el desempleo juvenil. También es uno de los temas en los que coinciden más los candidatos presidenciales, como estrategia para atender el desempleo que agobia a cuatro de cada diez jóvenes en el país.
También es un tema de discusión en la Asamblea Legislativa y fuera de ella. Lo sorprendente es que haya tantos acuerdos y no se pueda avanzar. Mi tesis es que la discusión no está centrada donde debiera estar: en los jóvenes, en los trabajadores de mañana.
La educación dual es una modalidad de enseñanza y aprendizaje que nació en Alemania a finales del siglo XIX, y surge como una necesidad de diseñar un modelo de educación para el trabajo. Es un sistema de educación que se realiza en dos lugares; la institución educativa y la empresa, y se complementan mediante actividades coordinadas. Es una modalidad en la que se crea una alianza entre la institución de aprendizaje y las empresas. Estas últimas deben contar con infraestructura y los instructores debidamente capacitados para enseñar a los jóvenes en la empresa. La institución educativa debe supervisar la enseñanza y acompañar el proceso, pues es la encargada de certificar al estudiante. Los jóvenes por su parte, son estudiantes de carreras cortas y técnicas, no trabajadores, que se diseñan con la participación de las empresas y la institución educativa. Y el sistema se financia con aportes del sector privado y el Estado.
Pues en Costa Rica contamos con los principios básicos. Las empresas ya pagan el 1,5% de sus planillas para financiar el INA (el sector agropecuario contribuye con el 0,5%). El INA es el rector de la educación dual y es una institución pública, con una junta directiva tripartita. Es una institución cuyo rol debiera ser esencial en la competitividad del país. Su misión debe ser la formación técnica que asegure a los jóvenes un empleo de calidad o la creación de sus propios emprendimientos.
Además, existe una importante cantidad de empresas interesadas en avanzar en el modelo dual, aunque es claro que si lo hacen mediante un contrato de aprendizaje como establece la ley actual, el modelo se vuelve caro y poco rentable. Lo anterior, porque contratan jóvenes mayores de 15 años a quienes deben pagar el salario mínimo de ley con una jornada disminuida. En cambio, un trabajador con alguna experiencia y mayor de edad, podría recibir un salario similar y trabajar la jornada completa.
Dicho lo anterior, es claro que lo que se requiere, no es eliminar el contrato de aprendiz que establece una relación laboral, sino crear un contrato civil entre la institución educativa y la empresa para poder avanzar de forma exitosa con la formación dual. Porque es claro que no existe una relación laboral entre el estudiante y la empresa, sino que debe existir un contrato civil mediante el cual la empresa presta sus instalaciones y cuenta con los instructores para que la enseñanza se dé in situ.
Y para que esta modalidad contribuya a disminuir el desempleo, es urgente que identifiquemos claramente las necesidades de capacitación y la demanda de fuerza laboral. Que creemos un verdadero sistema de formación técnica, donde el INA es absolutamente indispensable, pero no es el único ente de formación. Que el aporte de las empresas sea para fortalecer este sistema y no para financiar una entidad únicamente, que revisemos los programas educativos de todas las instituciones de formación y que se certifiquen las capacidades. En este contexto, las empresas juegan un rol fundamental porque son las que emplean a ocho de cada diez personas en el país. Y porque son las empresas las que cuentan con la tecnología de punta.
Materializar esta alianza pública privada es un beneficio para todos. Los jóvenes tendrán una formación que les asegura las bases teóricas y prácticas que les brinda una formación especializada mediante la que adquieren competencias y habilidades sociales, que les asegure un empleo formal y salarios competitivos. Las empresas porque se aseguran que el recurso humano de mañana, responda a sus necesidades de formación, porque tendrán un menor costo de reclutamiento y porque la tasa de retorno de sus aportes para la formación técnica será positiva, al tiempo que mejora su productividad. El Estado por su parte, verá disminuir la tasa de desempleo, asegura el talento de calidad con lo cual puede continuar su política de atracción de inversiones basada en la calidad de su recurso humano.
Ante esta realidad en la que todos ganan, es difícil imaginar por qué no hay acuerdos generales sobre el tema. Ojalá que pronto se logre un acuerdo para que la formación dual deje de ser un ejemplo aislado y se convierta en la práctica. Ya Costa Rica es un país muy caro en donde generar empleos formales es muy costoso, y por ello debemos ser inteligentes para promover buenas prácticas que mejoren empleabilidad, que mejore la tasa de retorno de las inversiones de las empresas, que se asegure como país el talento que se requiere hoy y mañana. La formación dual es un buen ejemplo a seguir, sin perder de vista que el modelo debe estar pensado en los jóvenes, en los trabajadores de mañana, y no en los de hoy ni los de ayer. Debe estar pensado como un elemento esencial de la competitividad país.
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