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COLUMNISTAS


Fitch mantiene nuestra mala calificación de riesgo

Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 22 marzo, 2021


La clasificadora de riesgo Fitch Ratings mantuvo su evaluación de Costa Rica en B con una previsión negativa.

Cabe preguntarse, ¿por qué se da esa evaluación tan desfavorable, si ya el Directorio del FMI aprobó un programa de Servicio Ampliado con nuestro país?

Las calificadoras de riesgos realizan una importante tarea para ayudar a inversionistas privados y públicos, nacionales e internacionales a evaluar los riesgos crediticios de naciones y de corporaciones. Esta es una importante tarea que ayuda a asignar de una mejor manera los recursos de los ahorrantes, pero claro que como toda empresa humana está sujeta a errores y a maldades.

Se pretende que la calificación sobre la capacidad de pago de una nación o corporación sea objetiva, que las reglas para fijarla sean transparentes, y que se emita de manera profesional e independiente. Las clasificadoras usan escalas de letras que van en orden ascendente según sea mayor el riesgo, y que además se condicionan según las perspectivas de su probabilidad de variación. Así la calificación de menor riesgo es AAA, y baja a AA, A y BBB que son todas englobadas en grado de inversión. BBB se define como buena calidad de riesgo. Las clasificaciones BB, B, CCC, CC, C y D son catalogadas como inversiones especulativas.

La clasificación BB que es la que nos aplica Fitch es definida como especulativa. La que sigue, B, es “muy especulativa” y sigue aumentando su riesgo para llegar en C a “cerca de no pago” y en D a “no pago” (default). Además, para Costa Rica la clasificación BB Fitch la adjetiva como de perspectiva negativa (Outlook negative). Esta clasificación mide el riesgo de que Costa Rica no cumpla con sus obligaciones de pago de la deuda pública y como lo reconoce la propia agencia sus clasificaciones “incluyen puntos de vista sobre el comportamiento futuro” del deudor.

Las empresas calificadoras operan en un mercado dominado en un 94% por tres empresas: Fitch Ratings, Moody’s y Standard and Poor’s que generalmente son muy coincidentes en sus determinaciones, por lo que sus estimaciones en épocas de contracción bajando clasificaciones de países y corporaciones pueden agravar la situación de quienes pierdan en su evaluación, y pueden profundizar la fase recesiva de un ciclo económico. También sus evaluaciones positivas en tiempos de vacas gordas pueden ayudar a magnificar los préstamos y a sobre alimentar a los deudores.

Algunas agencias de NNUU, académicos y naciones han expresado su preocupación no solo por la alta concentración del mercado, sino también por la forma de financiar a las clasificadoras que son pagadas por sus evaluados, lo que puede conllevar a conflictos de interés, y por la falta de responsabilidad y rendimiento de cuentas por sus acciones.

¿Será alguno de esos potenciales problemas la razón de la calificación de la deuda pública de Costa Rica como especulativa (B) con una perspectiva negativa?

Mi respuesta es un incondicionado no. Y se da no por fe siega en las calificadoras que bien pueden ameritar cambios en las reglas en las que operan, sino por la claridad y transparencia de la explicación que Fitch da a su clasificación y por la realidad de sus fundamentos.

Fitch inicia su clasificación señalando: “La calificación de Costa Rica con B refleja la debilidad de sus finanzas públicas y una situación política entrabada que ha impedido la aprobación oportuna de reformas” (traducción libre del inglés)

Respecto a la perspectiva negativa, incluyo traducción del párrafo de resumen que es claro y sin ambages: “La perspectiva negativa refleja los riesgos para la consolidación fiscal y la estabilización de la deuda que surgen de la incertidumbre sobre los resultados políticos. Esa incertidumbre resulta de la incapacidad que por un largo período se ha tenido para llegar a acuerdos que puedan resolver los desequilibrios fiscales creados por los altos déficits fiscales, el aumento del pago por intereses y un pesado calendario de amortización. Fitch espera que el gobierno pueda cumplir las metas del programa recientemente anunciado con el FMI y que la financiación multilateral externa propuesta alivie las condiciones del endeudamiento. Pero esas medidas dependen de la aprobación del Congreso y de que la consolidación fiscal tenga apoyo político posterior al de la actual administración. Costa Rica tiene un Congreso muy fragmentado que ha limitado la capacidad del gobierno para financiarse externamente y ha atrasado la adopción de necesarias medidas de ajuste fiscal. La continuidad de las medidas de austeridad fiscal más allá de 2021 depende de la siguiente administración, ya que las elecciones presidenciales se darán en febrero de 2022 y no hay ningún candidato que sea un claro favorito.”

En su resiente revisión de la clasificación de riesgo de Costa Rica, Fitch reconoce que el programa con el Fondo es ambicioso y asume que será aprobado por la Asamblea Legislativa, que también aprobará préstamos bilaterales y medidas fiscales adicionales; y que “El cumplimiento estricto de las metas de programa fiscal con el FMI ayudará a aliviar el limitado espacio fiscal y las preocupaciones crecientes sobre la sostenibilidad de la deuda.”

Pero agrega: “Dado el récord de falta de acuerdo legislativo en temas fiscales, el principal riesgo que amenaza al control de esos desbalances es que se entrabe la situación política. La Asamblea Legislativa en 2020 rechazó dos programas crediticios del BID mostrando su tirante relación con el ejecutivo.”

No puedo dejar de aceptar que el trámite de la Ley de Empleo Público da apoyo a la actuación de Fitch manteniendo esa baja clasificación de riesgo para nuestro país. Espero que la aprobación por dos terceras partes de los votos de esa legislación y del acuerdo con el FMI permita que las clasificadoras cambién su opinión respecto a las perspectivas fiscales y económicas de nuestro país, y se obtenga una mejor calificación que nos ayude a disminuir la carga por intereses.

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