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Fin al patio trasero

Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 03 octubre, 2008


Fin al patio trasero

Arnoldo Mora

Con ocasión de unas declaraciones dadas por el actual mandatario costarricense, en su más reciente periplo por Europa, en que reprocha a Bush su actitud avara frente a Costa Rica en contraste con la generosidad de Hugo Chávez quien, inspirado en un auténtico espíritu de solidaridad latinoamericanista, promueve un plan de cooperación hacia los países vecinos carentes de recursos petroleros, el actual embajador yanqui en el país reacciona, no como se espera lo haga un diplomático profesional, sino como un procónsul imperial. Todo con el apoyo de algunos turiferarios criollos que, al igual que lo hicieron en 1856, le tienden hoy sus brazos en signo de sumisión.
Las declaraciones del procónsul no extrañan, pues su ignorancia en materia de derecho internacional es supina dado que, por desgracia, Washington considera que su sede diplomática aquí no debe ser necesariamente asignada a diplomáticos de carrera, sino a amigos políticos del grupo gobernante. Es por eso que hoy debemos padecer al frente de esa embajada no a un experimentado diplomático, sino un banquero de provincia. Por declaraciones mucho menos ofensivas al gobierno de un país soberano, ya algunos embajadores-procónsules han sido declarados non gratos por otros gobiernos. Pero eso no se dio en la Patria de Juanito Mora, porque nuestro Premio Nobel fue a Washington a suplicar le dieran una nueva prórroga ante los atrasos sufridos para la aprobación formal de un TLC, cuyas dificultades para ser ratificado, demuestran hasta qué punto el pueblo costarricense tiene reticencias, por no decir, franco rechazo, sobre todo ahora que se hizo evidente que la economía norteamericana está en bancarrota.
Pero más allá de esa coyuntura político-económica, lo que se hace evidente es que Washington no se resigna a reconocer que los pueblos ribereños del Caribe no estamos dispuestos a ser tratados como “el patio trasero” de un imperio en decadencia. Esa política ha inspirado las relaciones de Estados Unidos con la región desde la promulgación de la doctrina Monroe (1826) y, de manera aún más agresiva, desde que surgió el imperialismo norteamericano con la política del “gran garrote” de Teodoro Roosevelt (1898). A partir del triunfo de la Revolución Cubana (1959), se ha intensificado violando parte de la normativa del derecho internacional, hasta el punto de que prácticamente todos los gobiernos soberanos del mundo rechazan el bloqueo y las leyes Helms-Burton y Torricelli.
Este clamor universal se oirá de nuevo en las Naciones Unidas, cuando la Asamblea General a finales de octubre condene una vez más en forma inequívoca ese criminal bloqueo.
Ante esta absurda obcecación de Washington, quien más se desprestigia a los ojos del mundo es el propio gobierno norteamericano, pues un país que se precia de ser el más poderoso de la tierra, lo único que está demostrando es su endémica debilidad ante un minúsculo pero influyente lobby proveniente de Miami. Por eso considero que las palabras de Arias que tanto escozor han causado en Escazú y Llorente, no hacen sino reflejar un elemental realismo.

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