Fe, esperanza y unión ante el dolor del mal
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 11 noviembre, 2024
Esta semana que acaba de pasar tuve el gusto de compartir con amigas y amigos de partidos de 30 países y de más de 70 organizaciones defensoras de la libertad, de la democracia liberal, del estado de derecho y de mercados eficientes y abiertos en el Foro América Libre que en su segunda edición se celebró en la Ciudad de México.
Generosamente me honraron permitiendo expresar mis saludos a los concurrentes. Estos son algunos de los conceptos que en esa tan especial y auspiciosa ocasión pronuncié.
Esta ocasión despierta en mi corazón lágrimas que brotan ante la muerte de tanto inocente en Ucrania, en Israel, Palestina y Líbano, en Somalia y Yemen, y también y en especial en nuestras ciudades y aldeas víctimas del crimen organizado y del terrorismo de estado.
Despierta en mi alma la angustia que produce la dificultad tan grande de poner fin a esas muertes de niñas y niños, de jóvenes civiles y militares, y de dirigentes políticos y civiles y de simples ciudadanos que valientemente luchan por su dignidad, por su libertad, por su derecho a permanecer en su patria.
Les doy la bienvenida a todas y todos Ustedes y agradezco su presencia en este Foro, pero lo hago con la frustración que provoca el mal. El mal que produce esas muertes. El mal que roba descaradamente las elecciones a los valientes venezolanos, que los asesina en sus pacíficas demostraciones. El mal que encarcela y tortura a dirigentes políticos, a simples ciudadanos, y a jóvenes y niños. El mal que organiza el exilio del Presidente Electo de Venezuela Edmundo González y obliga a la Heroína de América y Líder venezolana María Corina Machado a luchar desde la clandestinidad. El mal presente en las persecuciones, exilios, encarcelamientos, expatriaciones, torturas y asesinatos de los déspotas de Cuba, Nicaragua, Bolivia. El mal que con populismos estatistas tortuosamente engaña a los pueblos para abusar de su pobreza y buena fe y querer adueñarse gradualmente de sus estados, de sus instituciones, de su bienestar.
Pero los saludo también con fe y esperanza. Con una fe y una esperanza que saben que el mal sucumbirá y que el bien triunfará.
Más de dos milenios de reflexión y de acción, de unión de intereses y de las predicas de grandes visionarios han sembrado la consciencia de que todos somos hijos amados de Dios, creados por Él por amor y para el amor.
Esa conciencia de las ventajas del amor frente al odio radica en la esencia de religiones y culturas e incluso en una visión racional de las ventajas de la colaboración entre todas las personas para lograr mayor felicidad en sus vidas y se deduce también de una ética basada en la libertad de todos.
De la reflexión y la acción de hombres y mujeres a lo largo de muchos siglos, de la prueba de diversas institucionalidades y del florecimiento de las más exitosas han surgido la democracia, el estado de derecho y la cultura de la paz y los derechos humanos como los instrumentos mejores para garantizar la dignidad y la libertad de todas las personas.
Con la experiencia histórica y el análisis racional de la interacción entre las personas se han demostrado la capacidad creativa de hombres y mujeres, los frutos que generan la innovación y la eficiencia de mercados abiertos y libres, y el progreso que se da entre pueblos solidarios.
La fraternidad que surge de esos valores debe acallar la violencia.
La valentía que surge del triunfo electoral de los venezolanos el pasado 28 de julio debe guiarnos a todos los amantes de la libertad para que la fe y la esperanza en el bien se manifiesten en pueblos libres y prósperos.
Debemos aprender del ejemplo de la Heroína de América María Corina Machado que con su sacrificada entrega movilizó a su patria predicando el amor, la unión de las familias, la solidaridad. Y venció al miedo, al antagonismo, al odio.
A quienes participamos en este Foro América Libre nos mueve la pasión por el respeto a la dignidad de todos, por la vigencia de la libertad responsable de todos, por la justicia efectiva para todos, por el progreso económico y social de todos.
Estamos acá para manifestarlo, para acordar las medidas más eficientes para tener éxito en el triunfo del bien, para unirnos en nuestros afanes en pro de los derechos fundamentales de todas las personas.
Hoy en medio de las agonías de un mundo viejo que se transforma y un mundo nuevo que no acaba de nacer, necesitamos unirnos todos para que esta nueva época nazca con capacidad de enfrentar los retos que encaramos: el reto de los populismos estatistas deshumanizados, los retos de los cambios climático y demográfico, el reto de la inteligencia artificial y la nueva organización social, el reto del crimen internacional que siega la vida y la salud de nuestros jóvenes, el reto de la conflagración entre naciones provocado por la ambición desmedida de gobernantes indiferentes a la muerte y el sufrimiento personas extranjeras y aún de sus compatriotas.
Esa unión es indispensable. Difícilmente tendremos éxito si actuamos separados frente a quienes en la búsqueda de satisfacción a sus egoístas e insaciables apetitos se unen para avasallar a sus semejantes.
Las dictaduras locales se apoyan mutuamente. La satrapía de Cuba ha fomentado las crueles dictaduras de Venezuela y Nicaragua y alienta el autoritarismo violador de derechos humanos de Bolivia. Desde fuera de nuestro continente esos gobiernos reciben el apoyo del eje de China, Rusia, Irán, Corea del Norte. En El Salvador, en Honduras, en México sus gobernantes se inclinan al autoritarismo. Gobernantes y políticos afiliados al Foro de Sao Paulo y al Grupo de Puebla solapadamente o de frente apoyan a las dictaduras.
Vivimos un radical enfrentamiento entre quienes promovemos la convivencia tolerante y respetuosa de todas las personas luchando por su dignidad, su libertad, sus derechos humanos y las instituciones de la democracia y el estado de derecho, y promovemos la tolerancia y la moderación … y quienes promueven la arbitrariedad, el despotismo, el antagonismo radical, el irrespeto a la vida y la libertad de las personas.
Por encima de diferencias en políticas económicas y sociales, por encima de los matices en la prioridad de algunos de nuestros objetivos, nos debe unir la demanda de esta hora.
Es hora de unirnos los demócratas para derrotar a los autócratas.
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