Fantasma fiscal de los 80 vuelve a meter miedo
Javier Adelfang [email protected] | Lunes 19 febrero, 2018
ANÁLISIS
Hace 28 años, con un déficit fiscal que cerraba en un 7,2% del Producto Interno Bruto (PIB) comenzaba la gran crisis de los 80 en Costa Rica.
Las consecuencias fueron catastróficas, el producto bruto interno cayó un 10% (única vez que decreció), el desempleo aumentó un 50% y el tipo de cambio explotó, pasando de ¢8 a ¢65 en tan solo dos años.
Hoy las proyecciones de que el déficit fiscal superará el 7% del PIB invitan a pensar que la historia se repite, pero no sabemos si como tragedia o como farsa.
La situación actual
El gobierno cerrará este año con un déficit del 7,1% del PIB en momentos en que las elecciones y el cambio de gobierno amenazan con posponer las soluciones hasta 2019.
Por ahora ninguno de los dos candidatos —Fabricio Alvarado de Restauración Nacional, ni Carlos Alvarado de Acción Ciudadana— ha precisado cómo solucionar el problema de las finanzas públicas.
Fitch bajó la perspectiva de calificación de la deuda costarricense hace un mes y espera las primeras palabras del nuevo presidente para tomar una decisión sobre otro cambio.
En los últimos años, la calificación del país, que refleja el riesgo de que se produzca una situación de impago, ha empeorado.
El gasto del Estado por encima de sus ingresos, y el peso de una deuda cada vez más difícil de pagar ponen en alerta a quienes nos siguen prestando dinero para financiar año tras año el rojo.
Este año la deuda superará los $30 mil millones y alcanzará el 50% del PIB. La situación comienza a tener un parecido a los vivido en los 80.
Viaje al pasado
En 1980 Costa Rica cerró con un déficit de 7,2% del PIB.
Al igual que hoy, el Estado gastaba más de lo que ingresaba y el peso de la deuda era cada vez mayor, el consumo interno era mayor que la capacidad exportadora.
En cuanto a la situación externa, el país afrontaba por un lado la crisis del petróleo que afectó a todo el planeta, sumado a la reducción de los precios de las exportaciones.
Con las cuentas fiscales desbocadas, falta de divisas para comprar insumos y una inflación descontrolada, estalló la crisis.
El PIB se retrajo un 10% en dos años, el desempleo aumentó un 50% y el tipo de cambio explotó, pasando de ¢8 a ¢65.
En 1982 hubo elecciones presidenciales y llegó Luis Alberto Monge junto con un plan de salvación conocido como el Programa de Ajuste Estructural (PAE).
En ese contexto, se aprobó la ley de equilibrio fiscal, se congelaron plazas y salarios.
Por otro lado, se reestructuraron los ministerios de Educación, de Salud, la Caja de Seguro Social y otros organismos autónomos. La idea, era controlar los salarios públicos.
Del lado de los ingresos se incrementaron las tarifas de los servicios públicos y se realizó una reforma tributaria para gravar la riqueza y el consumo, pero menos la producción y el comercio exterior.
Con estas medidas, sumadas a la reestructuración de la deuda y medidas de apertura de la economía se salió del problema, al menos temporalmente, pese a que el gasto siguió siendo mayor a los ingresos.
Hoy la crisis en el Estado vuelve a repetirse; los especialistas miran de reojo lo hecho hace tres décadas; sin embargo, no todo lo que sirvió en los 80 puede ayudar en el presente.
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¿Se puede comparar?
Desde los 80, la economía costarricense sufrió una enorme transformación en su estructura.
Se pasó de un modelo cerrado y de sustitución de importaciones a uno abierto y de comercio con todo el mundo.
Hoy la economía nacional tiene mayor diversificación en cuanto a lo que le ofrece al mundo, además de un fuerte respaldo en divisas y la inflación más baja de su historia.
Respecto a la situación internacional el país no está sufriendo las consecuencias directas de una crisis como fue en los 80 con el aumento exponencial de los precios del petróleo y la baja de los precios de lo que le ofrecía al mundo.
Por lo tanto, las situaciones no son comparables, pese a tener varios puntos en común.
Sin embargo, el hecho de que el Estado gasta más de lo que ingresa es algo que nunca se solucionó.
De los últimos 38 años, solo en dos las finanzas fueron positivas y la década que comenzó en 2010 es la que ha tenido los mayores problemas.
La única solución en la que los candidatos parecen estar de acuerdo es la transformación del impuesto de ventas a uno de valor agregado (IVA), pero solo esto no sería suficiente.
El sector privado se ha mostrado dispuesto a aceptar una reforma fiscal pero a cambio pide que el Estado modere sus gastos.
Este año se destinarán ¢4,5 billones al pago de salarios; un 48% del presupuesto. Además, pagará ¢3 billones por los servicios de la deuda.
Lo que quedará disponible será menos del 5%. Pero no todo es un problema del gasto, la realidad es que los ingresos son bajos.
Para 1980 los ingresos del Estado representaban el 18% del PIB, hoy solo el 13%.
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Volver al futuro
A pesar de las diferencias entre épocas y la transformación económica, el déficit fiscal es el ancla temporal que une a ambos periodos.
Tanto en los 80 como hoy, el Estado gasta más de lo que genera y nunca se tomaron medidas de fondo. Un claro ejemplo son las pensiones con cargo al presupuesto, que las crónicas de la época afirman que “su crecimiento explosivo agudizó el problema fiscal”.
El Alvarado que llegue a la Casa Presidencial deberá tomar decisiones duras con el fin de resolver los problemas fiscales.
Las finanzas han llegado a un punto en que, para solucionarse, todos los actores económicos deberán hacer un esfuerzo, desde el sector privado, hasta el público, incluidos los sindicatos.
Cuando asuma alguno de los dos candidatos deberá desempolvar el libro de recetas de los 80 y evaluar qué se puede rescatar y mezclar con las herramientas del presente para acomodar las finanzas públicas, esta vez de manera definitiva.
Diferentes economías
Los especialistas nos dan su comentario sobre la época de crisis y su comparación con el presente.
Francisco de Paula Gutiérrez
Expresidente
Banco Central
Cuando se dice “esta época se parece a la de los 80” tiene que ver con la forma de financiamiento del Gobierno y lo que podría acarrear. El panorama no es tan apocalíptico como el del pasado, excepto que existen rumores sobre cómo financiar el déficit. El déficit actual es parecido al que teníamos en esa época, aunque hay aspectos muy distintas, lo primero es la posición de las reservas monetarias internacionales, que antes prácticamente no existían, luego el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos, entre otros.
Fernando Naranjo
Economista
CEFSA
Las características de ambas situaciones son diferentes. La estructura productiva y financiera del país es muy diferente hoy de la que tenía Costa Rica hace 35 años. Esto, sin embargo, no significa que el país está inmune a una situación económica compleja y que puede desembocar, eventualmente, en una crisis de proporciones significativas. De no empezar con un ajuste fiscal fuerte en el menor plazo posible la evolución de la economía podría llegar a tener características similares a las que el país enfrentó hace 35 años.