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Lunes, 25 de noviembre de 2024



FORO DE LECTORES


Éxodo Venezolano: Consecuencias de una Política Fracasada

Daniel Suchar Zomer [email protected] | Miércoles 03 abril, 2024


DS


Daniel Suchar Zomer, PhD

Analista Financiero. Profesor Universitario.

Email: [email protected]

Desde hace 24 años, Venezuela ha presenciado un éxodo masivo de su población, con más de 7,5 millones de migrantes abandonando el país. Este fenómeno es el resultado de una política gubernamental fallida que ha sumido a la nación en una crisis económica y social sin precedentes.

Todo comenzó con los Cantos de Sirena del partido socialista que llegó al poder; democráticamente eso sí; en 1999, marcando el inicio de una serie de decisiones desafortunadas que desencadenaron el desastre: Cambios en la Constitución, Política Monetaria fiscalizadora y sancionatoria incluyendo Tipo de Cambio Fijo y Control de Precios de bienes y servicios; como también la sed de poder ordeñando a la estatal petrolera PDVSA como el principal financista de Planes Sociales que envolvían al Lobo vestido de oveja.

La criminalidad desbordada es una de las principales razones detrás de este éxodo. Los altos índices de homicidios son alarmantes, pasando de 25 por cada 100,000 habitantes (1999) hasta llegar 82 por cada 100,000 (2018). Esta inseguridad ha generado un clima de miedo y desconfianza entre la población, donde un par de zapatos son causante “justificado” de esta violencia que transformó a la sociedad en estadísticas más que en humanos.

En el ámbito económico, la hiperinflación ha alcanzado niveles catastróficos en los últimos años, con inflaciones interanuales de más del 1,000,000 % en el último lustro. La constante devaluación de la moneda y los frecuentes cambios de cono monetario han sumido a los venezolanos en la miseria. El 85% de la población viviendo por debajo del umbral de la pobreza, incapaz de subsistir con más de un dólar al día. Y para peores, recibiendo una Bolsa de Comestibles Mensuales (Famosa CLAP) como recompensa de un Gobierno que rompió las piernas, pero provee de muletas para quedar bien en la fotografía “social”.

Los servicios de salud han colapsado, exacerbando aún más la crisis. La escasez de medicinas y alimentos ha dejado a la población sin acceso a atención médica adecuada, resultando en un deterioro significativo de la higiene y el bienestar de los venezolanos. La pérdida de peso promedio de 11 kilogramos por persona y la incapacidad del 60% de la población para acceder a alimentos son testimonios sombríos de esta realidad, conduciendo a altos niveles de desnutrición infantil y juvenil a un 33%, cuando la medio en Latinoamérica es de 10%.

La violación de los derechos humanos también ha contribuido al éxodo. Desde 2008, se han reportado numerosas detenciones arbitrarias y ejecuciones extrajudiciales, generando una creciente preocupación a nivel internacional. Organizaciones la ONU han documentado miles de casos, equiparables a los períodos más oscuros de la historia latinoamericana (incluyendo dictaduras) con este “Socialismo del Siglo 21” que muchos aplauden como focas en la región, pero cómodamente detrás de un teclado, comida y aire acondicionado.

La crisis también ha afectado gravemente el sistema educativo, con una fuga de talento sin precedentes. Entre el 60 % y el 80 % de los estudiantes universitarios expresan su intención de emigrar, y la escasez de maestros y profesionales capacitados ha alcanzado niveles críticos. A su vez, se estima que hay una escasez de alrededor del 40 % de maestros para clases de matemáticas y ciencias. No es por nada que de los más de 1,5 millones de venezolanos que dejaron el país después de la revolución bolivariana, más del 90 % de los que se fueron eran licenciados, un 40 % contaba con maestrías y un 12 % con doctorados.

La industria petrolera (Petróleos de Venezuela SA. PDVSA), una vez orgullo de la nación, ha sufrido un duro golpe con la partida de miles de trabajadores altamente calificados, lo que ha llevado a una disminución drástica en la producción de petróleo. En 1999 se ofertaban más de 3,1 millones de barriles diarios cuando a la fecha, con costos se proveen 810 mil, buscando “culpables” fuera del país, típica retórica y verborrea para tapar sus años de desinversión en sus plantas de extracción, producción y refinación del oro negro doméstico.

Las artes y la cultura tampoco han escapado de la crisis. Actores, músicos y periodistas han abandonado el país en busca de oportunidades en el extranjero, ante la censura y la represión del gobierno. Hoy son vistos en cadenas televisivas internacionales mostrando todo ese profesionalismo que se desperdicia en las tierras de Bolívar. Incluso el sector de la salud se ha visto afectado, con la emigración masiva de médicos y personal médico debido a salarios bajos y falta de reconocimiento. Mismo perro con diferente collar.

Este éxodo venezolano debe servir como un llamado de atención para todos los países, recordando los peligros de una ideología que promete igualdad pero que, en realidad, conduce a la ruina, al desempleo, a la desgracia social y lo peor aún, a la Fuga de talentos.

Los migrantes venezolanos han llevado consigo sus conocimientos y habilidades, convirtiéndose en un activo invaluable para las naciones que los acogen. Su partida representa un duro golpe para un país que alguna vez fue considerado el puntal del desarrollo económico de Latinoamérica y ejemplo a seguir por allá de los años 70 y 80’s.

Hoy en día, la diáspora venezolana es el resultado de una política fracasada que ha ignorado las necesidades y aspiraciones de su pueblo. Es un recordatorio de los peligros de un Estado que busca controlar todo, pero termina con resultados nefastos en su totalidad.

Mientras tanto, los migrantes venezolanos continúan siendo el verdadero motor de cambio, demostrando que el verdadero valor de un país no reside en sus recursos naturales, sino en su gente y la educación que ellos transportan como nómadas en el mundo.








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