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Entre la muerte y la resurrección

Arnoldo Mora [email protected] | Martes 18 marzo, 2008


Entre la muerte y la resurrección

Arnoldo Mora Rodríguez

Estamos en Semana Santa en un país latinoamericano. Esto quiere decir que, según la tradición heredada de Andalucía y generalizada en Hispanoamérica durante los siglos de la Colonia, se da énfasis al Viernes Santo, con lo que esto significa de sufrimiento en torno a la muerte de Cristo por encima de la esperanza que suscita la fe en su Resurrección. A tono con esta atmósfera de larga y honda raíz histórica y cultural, en mi fuero privado yo también vivo en estos días el sentimiento de duelo provocado por la muerte de una persona que ha ocupado un lugar de aprecio singular y hondo afecto en mi vida y en la de mi familia.
Me refiero al fallecimiento de un entrañable amigo, el intelectual brasileño Hugo Assmann. Lo conocí cuando, a instancias de Javier Solís, vino como exiliado político a nuestro país en 1974. Hugo era un teólogo y pensador reconocido internacionalmente por ser de los fundadores de la teología de la liberación. Sus libros y su trayectoria habían trascendido las fronteras de su país natal, sumido en esos tenebrosos tiempos en una de las peores dictaduras que, por entonces, desangraban a varios países latinoamericanos, especialmente a aquellos que habían tenido promisorias experiencias democráticas en América del Sur.
Hugo siempre se había comprometido políticamente con los movimientos populares. Por esta razón debió dejar su país de origen; estuvo sucesivamente en Uruguay, Bolivia y, finalmente, en el Chile de la Unidad Popular. Siendo director de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Costa Rica, Javier lo invitó a venir a dar cursos en dicha unidad académica. Hugo aceptó venir a Costa Rica a pesar de tener otras opciones en países más grandes, argumentando que luego de haber soportado tantos golpes de estado, en Costa Rica podría disfrutar de un poco de sosiego sin por ello renunciar a sus convicciones, dado que en nuestro país no había ejército. Convivió con nosotros hasta bien avanzada la década de los ochenta cuando, finalmente, pudo regresar a su país y dedicarse a la enseñanza universitaria en una ciudad cercana a Sao Pablo.
Allí moriría en un hospital donde fue internado afectado por una neumonía el pasado 23 de febrero. Estaba ya muy deteriorado físicamente porque hacía un par de años había sufrido un derrame cerebral. Sin embargo, lo que más afectó su salud fue el haber sido víctima de un atentado terrorista provocado presumiblemente por sectores de la derecha. El criminal ataque fue perpetrado mientras tomaba un café en una soda. Fue acribillado a balazos por un individuo que, por supuesto, la policía nunca encontró. Pudo resistir debido a su fuerte contextura física, pero nunca pudieron extraerle dos balas.
En Costa Rica su labor docente fue reconocida por todos sus alumnos de periodismo. Trabajó intensamente en la campaña de alfabetización emprendida por el primer gobierno sandinista de Nicaragua. Fundó el Departamento Ecuménico de Investigación (DEI), hoy situado en Sabanilla de Montes de Oca, institución que se dedica a la difusión de la teología de la liberación y a la formación de activistas sociales de toda nuestra región.
Este ha sido el Viernes Santo de Hugo Assmann. Quienes ayer nos honramos con su amistad y hoy rendimos tributo a su memoria, estamos convencidos de que, más temprano que tarde, con el triunfo de sus ideas y convicciones, llegará también su Resurrección.

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