En tiempo de vacas flacas
Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 30 mayo, 2008

Arnoldo Mora Rodríguez

Fue en esos días en que, desde el Banco Central cuyo presidente era el entonces omnipotente y omnisciente Eduardo Lizano, nuestros campesinos fueron perseguidos y depauperados. Aun hoy, como consecuencia de esas nefastas políticas, todavía a inicios del actual gobierno, se hacía mofa cuando se hablaba de priorizar la producción agrícola nacional.
Por eso, la actitud de Oscar el Primero de Mayo en la Asamblea Legislativa, me pareció irresponsable, por decir lo menos, pues achacó la culpa de la crisis únicamente a factores externos, cosa que es tan solo parcialmente verdadera. Consecuente con esa posición, echó todo el fardo de la solución en las espaldas de los diputados. Daba la impresión de que él, Oscar Arias Sánchez, estaba por encima del bien y del mal pretendiendo hacer olvidar a los costarricenses que la semilla de las desgracias que ahora nos anuncia, la sembró él mismo en su gobierno anterior. Hoy, en un gesto desesperado, trata de paliar la situación proponiendo un plan de emergencia que, mucho me temo, no sea más que un parche.
Pero, ¿no era que Oscar nos había anunciado un periodo de bonanza, en que los trabajadores cambiarían sus motos por autos BMW y Costa Rica sería el primer país en América Latina en salir del subdesarrollo gracias a los mil expertos que, bajo la conducción de nuestro flamante Premio Nobel, resolverían todos los problemas de este dichoso país?
Felizmente, nuestro pueblo ha despertado y ya pone oídos sordos a la retórica hueca. La clarinada la dio un pueblo de gentes que lleva en sus venas la sangre de los héroes de la Batalla de Santa Rosa, con la que se dio inicio a la gesta patriótica de 1856. En Sardinal de Carrillo se acaba de escribir una hermosa página de la historia. Detrás y al lado de esos hombres, niños, jóvenes, ancianos y mujeres están la mayoría de los costarricenses encabezados por sus coterráneos guanacastecos que, sin más armas que la justicia, han hecho temblar a Zapote y a Llorente.
Pero Sardinal no es más que el comienzo, una clarinada de lo que puede pasar en todo el país si la crisis alimentaria se agudiza en los próximos meses, el colón sigue depreciándose, los salarios perdiendo su poder adquisitivo y nos golpea aún más la crisis económica que, a partir de Estados Unidos, se ha venido inexorablemente extendiendo al mundo entero. Si este infausto vaticinio se llega a cumplir, a los Arias les pasará la de las vacas (flacas o gordas) que, a la salida...
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