¿En qué país queremos vivir?
Shirley Saborío [email protected] | Jueves 01 marzo, 2018
¿En qué país queremos vivir?
Sin lugar a dudas, en uno que nos permita crecer y desarrollarnos como personas. Un país donde el horizonte sea más largo que el día siguiente; uno en el que se pueda salir sin temor, estudiar sin importar si tiene dinero para pagar la escuela, ir al médico sin preocuparse por la factura. Un país que premie el esfuerzo de las personas por ser mejores cada día.
Un país en el que haya muchas oportunidades de crecimiento para hombres y mujeres, para jóvenes y adultos, y para personas con capacidades especiales. Un país donde se respeten las diferencias y donde la gente se pueda expresar sin temor. Uno donde la discriminación por condiciones económicas, de género, ascendencia, edad, o afiliación política no sea la consigna. Un país donde los valores se fortalezcan y sirvan para edificar una mejor sociedad para todos. Un lugar donde el amor por la naturaleza y la cultura ciudadana sea la constante, donde se preserven las tradiciones, se cuide el patrimonio histórico y donde no haya un solo niño ni un adulto mayor con hambre.
Me gustaría vivir en un país donde se incentive el emprendedurismo, que promueva los esfuerzos en investigación y desarrollo, y que apueste por la educación y las oportunidades de su gente. Y más aún, me gustaría vivir en un país donde la gente en general sea feliz; porque su esfuerzo personal tiene recompensas, porque surgir no es un privilegio de algunos y porque la sociedad en general es de personas que con absoluta sabiduría reconocen las diferencias y las respetan.
Un país donde cada uno comprenda que para disfrutar de los beneficios y las conquistas sociales, se debe aportar por el desarrollo. En la que todos contribuyamos con el modelo de sociedad que queremos y donde los servicios públicos funcionen de forma adecuada y los plazos se respeten. Donde los servidores públicos comprendan que están al servicio de un país y no el país al servicio de ellos. En un país donde se creen los espacios suficientes para construir acuerdos y donde el interés colectivo supere las vanidades personales.
Me parece maravillosa la idea de vivir en un país con la madurez de construir juntos el legado de los niños de mañana. Que nadie crea que solo, sin ayuda, puede hacer la diferencia porque cree tener las repuestas para todo. Y más aún, me gustaría vivir en un país donde la tolerancia y el respeto sean parte de la cultura, y donde temas tan relevantes como el derecho de las personas —no importa su género, su color, su edad, su condición económica o sus preferencias sexuales; religiosas o políticas— sean asumidos como ciertos y dejen de ser parte de la discusión política electoral.
Me encantaría que mis hijos crezcan en un país que respete la diversidad de pensamiento, y que se acostumbren a trabajar en equipo. Que comprendan que el que no estemos de acuerdo todos, no significa que unos son mejores que otros; solo pensamos distinto. Esto es absolutamente válido, como también lo es reconocer los errores y negociar. Que sepan que de la variedad de pensamiento surgen grandes ideas.
Me encantaría que mis hijos vivieran en un país en el que sientan que el techo no es bajo; sino que les permite crecer, pensar, hacer, crear, y ser personas plenas que asuman responsabilidades y estén absolutamente conscientes de que son personas afortunadas por contar con tantas oportunidades. Y ese país, creo que en el fondo, es Costa Rica.
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