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En las dos últimas décadas la pobreza ha disminuido, pero es muy alta

Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 05 noviembre, 2018


Disyuntivas

En las dos últimas décadas la pobreza ha disminuido, pero es muy alta

Andrés Fernández y Ronulfo Jiménez —con el patrocinio de la Fundación Konrad Adenauer y de la Academia de Centroamérica— nos han regalado un minucioso trabajo para medir la pobreza por ingresos, de manera consistente a través del tiempo. Este trabajo viene a desmentir la afirmación —que muchos venimos haciendo— cuando nos dolemos porque la pobreza está estancada desde 1994 en alrededor del 20% de la población. En realidad la pobreza ha venido bajando durante este periodo.

Este valioso trabajo da continuidad a uno de los afanes de la Academia de Centroamérica, que desde sus orígenes ha venido analizando la pobreza en nuestro país, gracias al trabajo pionero de mi querido y admirado profesor Víctor Hugo Céspedes.

El aporte de Andrés Fernández y Ronulfo Jiménez no viene en lo más mínimo a demeritar la tarea del INEC con sus encuestas de hogares que dan origen a las equivocaciones de quienes las hemos interpretado, y no de su constructor. En efecto el INEC ha sido claro en señalar la metodología usada en las diferentes ocasiones en que las ha ido cambiando. Y se deben introducir cambios para adaptar la metodología a las variaciones en el consumo y en las fuentes de ingreso de los encuestados. Pero esos cambios tornan no comparables las mediciones. De ahí la necesidad y la importancia del trabajo de Fernández y Jiménez.

La medición de la pobreza por insuficiencia de los ingresos del hogar depende de dos variables. Por una parte el ingreso de la familia, y por otra parte el monto de recursos necesarios para satisfacer las necesidades básicas, cuya insatisfacción determina la línea de pobreza.

El concepto es sencillo, pero su medición no es tan sencilla. Ello obliga a un muy detallado trabajo de los autores determinando los cambios metodológicos en el transcurso de los años; estudiando las bases primigenias de información para determinar datos que puedan ser obtenidos o inferidos para todos los años, y reconstruyendo las mediciones.

Decimos el ingreso de las familias y nos parece evidente lo que es. Pero ¿cómo medir todos sus elementos y no solo los más evidentes como salarios y rentas de inversiones financieras? Los autores nos indican: “En general, la medición del ingreso tiene importantes complejidades. Algunos componentes son más fáciles de medir (salarios monetarios) y otros representan mayor dificultad (ingreso del trabajo independiente). Unos ingresos son recibidos en forma regular y otros en forma esporádica. Unos son recibidos en dinero y otros pueden ser recibidos en especie”.

Por otra parte, ¿cómo cuantificar los datos de ingreso de las familias que no los dan completos, o los que corresponden a información claramente errada?

Por eso, para mejorar esta medición, a lo largo de los años se han dado variaciones a la hora de definir y recolectar la información sobre los ingresos del hogar.

Ello ha determinado tres cambios relevantes en la metodología, que hacen no comparables las mediciones del ingreso familiar antes y después de cada variación. Un cambio se relaciona con el número de fuentes de ingreso medidas antes y después de 2010; el segundo con el tratamiento de los hogares de ingreso desconocido y el tercero con la respuesta metodológica ante subdeclaración de ingresos. Como no se cuenta antes de 2010 con todas las fuentes de ingreso que se miden desde entonces, para tener datos comparables a lo largo de la serie 1987 a 2017, solo se pueden calcular los ingresos que eran previamente tomados en cuenta. Esto hace que disminuyan los ingresos de las familias para 2010-2017 en comparación con la medición oficial, lo que incrementa el porcentaje de pobreza durante este periodo.

La otra medición importante para esta determinación de la pobreza es el nivel de ingreso necesario para satisfacer la adquisición de una canasta de bienes suficiente para no ser catalogada la persona pobre. Esto determina la llamada línea de pobreza. La canasta de consumo se divide en la alimentaria que se obtiene con información del consumo de calorías mínimo necesario por persona, y de los bienes utilizados por la población de manera preponderante para su alimentación. Esta información con los precios respectivos define la línea de pobreza extrema. Las series del INEC que miden la pobreza se fundamentan en dos canastas básicas alimentarias construida una en 1995 que se usa para la serie oficial de 1987 a 2009 y otra de 2011 que es la base de las estimaciones de 2010 al presente.

Para determinar la línea de pobreza se le adiciona a esa canasta alimentaria, un porcentaje fijo calculado como necesario para la adquisición por la familia de los bienes mínimos adicionales a alimentos, requeridos para no ser pobre.

El cruce de estas diferencias de método en la medición del ingreso y en la determinación de la línea de pobreza, determinan ocho posibles series para medir la evolución de la pobreza de 1987 a 2017, diferentes entre sí pero cada una consistente a través del tiempo.

El resultado que obtienen Andrés Fernández y Ronulfo Jiménez es que con las ocho diferentes mediciones se da una disminución y no un estancamiento de la pobreza entre 1994 y 2017

Esto es muy importante porque nos señala que el crecimiento de la producción y los recursos para programas sociales bien empleados sí tienen un impacto positivo y disminuyen la pobreza.

Claro que esta afirmación debe ahora ser calificada y medida en su impacto, relacionado con el crecimiento del PIB per cápita, el gasto en los principales programas sociales y los cambios en la administración de esos programas con las variaciones durante este periodo en la pobreza. Este análisis amerita trabajo académico que el aporte de Fernández y Jiménez hace ahora posible.

Pero es claro que este significativo aporte para el conocimiento de nuestra realidad, no nos debe hacer caer en la complacencia. El nivel actual de pobreza no cambia con estas mediciones. Y es muy alto. Es inaceptable que con tantas ventajas heredadas que deberían hacernos más eficientes en la producción y en el manejo de los programas sociales, sean tan pobres nuestros resultados.

Un último comentario. Las limitaciones siempre presentes en la medición de las variables económicas nos debes con humildad recordar lo que enseñaba mi maestro Alberto Di Mare: economía no es medir, economía es escoger. Medir es siempre impreciso. 











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