Empresas B: una de las micro-revoluciones del Siglo XXI
José Miguel Alfaro [email protected] | Martes 04 julio, 2017
El mundo se enfrenta a un fenómeno generalizado donde los estados, independiente de su tamaño, se ven forzados a recortar su inversión social, mientras que la desigualdad y otros problemas sociales son más apremiantes que nunca.
La empresa privada no es ajena a este dilema sino el germen de una micro-revolución crucial para el Siglo XXI.
Las Empresas B (B-Corps), precisamente, nacen de la concepción que las empresas no se deben conformar con mitigar los efectos adversos de sus operaciones; sino más bien incorporar a sus modelos de negocio y cadenas de valor, elementos tendientes a la generación de retornos sociales y ambientales positivos.
La nueva dinámica del capitalismo obliga no solamente concentrarse en los retornos financieros de las inversiones; sino también en la maximización de sus retornos socio-ambientales.
El mismo Milton Friedman, Premio Nobel de Economía y fiel defensor del principio de maximización de utilidades en las compañías, reconocía que: “En un régimen de libre empresa, el administrador es un trabajador de los socios de la compañía. Tiene una responsabilidad directa con sus patronos. Esa responsabilidad es la de conducir el negocio de acuerdo con sus objetivos, que generalmente son tener la mayor cantidad de ganancias posibles”
La importancia de las Empresas B se puede analizar desde el ámbito, micro y macroeconómico. Desde el primero, las Empresas B son compañías que se interesan por cumplir con los estándares más altos de comprobación de su desempeño social y ambiental, la transparencia pública y la responsabilidad legal.
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Desde el segundo, utilizan el poder de los mercados para resolver problemas sociales y ambientales. Las Empresas B lideran un creciente movimiento global que hoy representa más de dos mil empresas certificadas en cincuenta países y más de ciento treinta industrias. Algunos ejemplos de Empresas B a nivel mundial son Patagonia, Ben&Jerrys’s, Danone, Warby Parker, Laureate Universities y Natura. En Costa Rica, existen ya siete empresas con la certificación y en América Central suman catorce.
B-Lab es la organización sin fines de lucro encargada de certificar a Empresas B. El proceso de certificación es sumamente sencillo, sujeto a recertificaciones cada dos años y un fee anual muy razonable de acuerdo con los ingresos de la empresa. Empresas que obtengan más de ochenta puntos de los ciento veinte de la evaluación, logran la certificación. La certificación mide una serie de aristas del desempeño financiero y socio-ambiental de la compañías: desde ingresos y utilidades, hasta mano de obra, salarios, prácticas de sostenibilidad, políticas de genero, métricas de impacto socio-ambiental, etc.
La certificación posiciona las empresas ante consumidores, talento humano e inversionistas. Pero sobre todo resulta ser una herramienta sencilla que permite monitorear y optimizar su impacto.
Existe además un movimiento global muy cercano a las Empresas B que promulga legislación que regule las Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo, un marco legal que promueve e incentive empresas con los estándares Empresas B.
El pilar de la “Regulación B” es la ampliación del objeto social y el deber fiduciario que faculta/obliga a los administradores a procurar no solo los mejores rendimientos financieros sino socio-ambientales dentro de la operación del negocio. Actualmente treinta y un estados en Estados Unidos e Italia tienen legislación al respecto. En Argentina, Uruguay y Colombia hay proyectos de ley bastante encaminados.
En Costa Rica, como iniciativa de la Mesa de Innovación Social, también estamos trabajando en la redacción de regulación y política pública en estos temas. La semana pasada aconteció el primer Encuentro Global de Abogados B que reunió a abogados, principalmente de América y Europa, por dos días en Lima para discutir temas relacionados con Regulación B. Distintas opciones de marcos normativos, implicaciones fiscales y de gobierno corporativo, deberes de información y auditoria, inversión y financiamiento, fueron algunos de los temas tratados durante el Encuentro.
Independientemente de cuál sea nuestra posición al respecto, sea que nos muevan los principios más altruistas o los más utilitarios, lo cierto del caso es que si queremos asegurar la estabilidad y crecimiento de los mercados en los que operan nuestras empresas, debemos asumir un rol activo en esta micro-revolución vital para el Siglo XXI.
José Miguel Alfaro
Socio
Compañía s.e.e.d.
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