El precio de la salud
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 14 junio, 2010
El precio de la salud
Hace un par de años compartí con los lectores la anécdota de un escolar: cuando la maestra les planteó a los pequeños la clásica pregunta “¿qué quieren ser cuando sean grandes?”, el pequeño en cuestión respondió: “Político, como mi papá, porque se gana mucha plata”.
El padre del chico lamentablemente “ganó” mucho dinero no con su salario de funcionario público pues es bien sabido que no ganan muy bien (preguntar a los diputados), sino participando en una de las redes de negocios ilícitos organizados que más millones le han costado al Estado costarricense.
El pequeño por supuesto ignoraba los negociados de su papá. Su deseo de ser millonario era más que comprensible: bombardeado por el concepto que ser un “winner” es tener dinero, no quería ser un perdedor. Es más que lógico que todos quieran ser millonarios.
Querer ganar mucho dinero ¡ojo, de manera lícita! no es ningún pecado. Vender gaseosas mundialmente, promover la compra de automóviles de lujo, lograr que una marca sea líder en el mercado o hacer películas “comerciales” me parece totalmente válido.
No soy una militante anti consumo ni estoy en contra de los buenos negocios legales ¡ojalá algún día descubriera uno! pero hay cosas con las que me parece un pecado de lesa humanidad lucrar. La salud es uno de ellos.
Enfrentada nuevamente al tedioso Riteve femenino llamé por teléfono al centro médico al que me había referido mi ginecóloga para averiguar los precios y sacar citas. ¡Los exámenes costaban cinco y diez mil colones más que el año pasado! Si la inflación no llegó al 5%, ¿qué justifica un aumento del 25% en una mamografía?
En fin, que como se trata de un centro privado, calladita más bonita y búsquese otro lugar. Y existen. Otras oficinas que brindan servicios médicos han decidido obtener ganancias razonables con la misma atención, puntualidad en las citas, amabilidad en el trato, cómodas instalaciones y a mitad de precio.
Aunque defiendo la Caja Costarricense de Seguro Social, reconozco que su atención no es óptima, sobre todo en la rapidez con las que concede citas para este tipo de exámenes. Estas opciones de medicina cooperativa son un alivio para muchos.
Y a propósito de la CCSS, lo mismo ha sucedido con el precio de los medicamentos: la cadena de farmacias que estuvo involucrada en negocios ilícitos con la medicina pública, pretendía denunciar por competencia desleal a otra cadena cuyos precios son considerablemente inferiores a los de la cuestionada empresa.
“Si todos cobramos bien caro, el consumidor no tiene otra opción que pagar el precio que imponemos. Pero si algunos deciden vender barato, no podemos tener los márgenes de ganancia que queremos para ser winners.” debe ser el lema de la tradicional compañía farmacéutica. La nueva cadena le ha apostado al volumen de sus ventas para obtener ganancias.
Afortunadamente las leyes del mercado obligan a las empresas que compiten ofrecer mejores precios para los consumidores. Y esto es un alivio sobre todo en el tema de la salud, porquesalvo esas excepciones la medicina privada es un privilegio para los más ricos. Es decir según el escolar de la anécdota algo exclusivo para los políticos.
Claudia Barrionuevo
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