El Banco Mundial chino: una nueva opción
El Banco Mundial chino: una nueva opción
En octubre de 2014, Xi Jinping anunció la creación de un nuevo ente de financiamiento internacional liderado por China, el cual contaría con un capital inicial de $50 mil millones (con posibilidades de ascender hasta los $100 mil millones) destinados a inversiones en la infraestructura de los países asiáticos. Bajo esta visión, lo han bautizado Banco Asiático de Inversión en Infraestructura o AIIB por sus siglas en inglés.
La iniciativa surge como respuesta a la urgente necesidad que tiene Asia de invertir en su infraestructura; se estima que se requieren al menos $8 millones de billones ($8 trillones) para cubrir los gastos en esta década, según el Banco Asiático de Desarrollo. Por supuesto que el AIIB no va a suplir estos recursos en su totalidad, pero sí va a significar una gran ayuda para el desarrollo de esa zona, tomando en cuenta que la infraestructura es su principal objetivo.
Al día de hoy, son 45 países que han solicitado ingresar en la institución. Fuera de Asia, son siete países que ya fungen como miembros fundadores del AIIB (Francia, Alemania, Italia, Luxemburgo, Malta, Nueva Zelanda, Suiza y Reino Unido) y 22 más esperan que su solicitud sea aprobada; entre ellos Australia, Brasil, Israel, Holanda, Egipto, Rusia y Corea del Sur.
“¿Y EE.UU.?” Esta es la pregunta que todo el mundo se está haciendo.
Estados Unidos ha dicho en reiteradas ocasiones que no está de acuerdo con la creación de este banco, y que no entiende por qué China insiste en crear una institución independiente en vez de invertir en las que ya existen —el FMI, el BM o el BasD—. La respuesta es fácil y casi que obvia: las economías emergentes buscan formas alternativas de ejercer influencia porque ha sido el mismo Estados Unidos el que ha restringido el crecimiento de los BRICS dentro de las instituciones financieras internacionales.
Sin embargo, vale recalcar que el único preocupado hasta el momento es Estados Unidos. Tanto Christine Lagarde, directora del FMI, como Jim Yong Kim, presidente del BM, han expresado sus deseos de cooperar con el AIIB.
Entonces nos damos cuenta de que a Estados Unidos realmente no le interesa que China invierta más en las instituciones Bretton Woods porque eso significa otorgarle una cuota mayor de poder. A Estados Unidos lo que le interesa es mantener su hegemonía, y el boom que ha tenido el AIIB ya se les salió de las manos; empezando porque uno de sus más fieles aliados, Reino Unido (RU), fue el primer país no-asiático en unirse a la iniciativa china.
La Ruta de la Seda parece estar cavando hoyos en espacios donde Estados Unidos pensaba que tenía el dominio absoluto. Pero no seamos fatalistas; esta historia no tiene que terminar mal.
He leído varios artículos incendiarios que colocan al AIIB como la gota que derramó el vaso para la llamada —y extrañamente esperada— “Guerra de Potencias”. Confieso que al principio me dejé llevar un poco por la narrativa trágica y llena de puntos suspensivos. Pero luego leí algunos artículos menos sombríos, y más pragmáticos.
En palabras sencillas, a Estados Unidos no le queda otra; unirse al AIIB es la estrategia más inteligente si quiere mantener a su “competencia’’ cerca. Oponerse al banco desde afuera fue un fracaso, ni siquiera RU le hizo caso, y parece que Latinoamérica tampoco se va a quedar atrás. Ya Brasil está en proceso de adhesión, y Argentina ha mostrado interés en ser el segundo.
Es claro que el panorama es tenso para ambas potencias, pero mantener el sistema internacional equilibrado requiere una estrategia madura por parte de ambos países.
Finalmente, ¿en qué beneficia el AIIB a Costa Rica? Bueno, es una opción alternativa de financiamiento para infraestructura, así de sencillo. Si no nos parece la gran cosa, recordemos que como casi-miembros de la OCDE, la idea no es quedarnos atrás.
Mónica Segnini
Empresaria
[email protected]