El Problema con Banca para el Desarrollo
Kirk Salazar [email protected] | Miércoles 29 septiembre, 2021
Fundado en 2008 a través de la Ley N° 8634, el Sistema de Banca para el Desarrollo se creó inicialmente con el objetivo de financiar e impulsar proyectos productivos y a su vez factibles técnica y económicamente, y de esa manera contribuir al crecimiento económico, la inclusión financiera, la reducción de la pobreza y la transformación productiva en Costa Rica, por medio de un Sistema de Banca de Desarrollo moderno, eficiente, ético y solidario.
Lo anterior se lleva a cabo a través de los distintos fondos del Sistema de Banca para el Desarrollo por medio de servicios de capital semilla, los cuales el SBD realiza mediante entidades públicas y privadas declaradas como aptas para el manejo de fondos públicos, inversiones de capital de riesgo, créditos a empresas (gran parte de las cuales son Pymes, y en especial microempresas) y servicios de desarrollo empresarial basados en capacitaciones, asistencia técnica y estudios sectoriales a nivel nacional y regional, todo de nuevo a través de instituciones intermediarias que se consideren aptas para los servicios.
De hecho, se puede afirmar que Banca para el Desarrollo ha llevado hasta el 2018 una gran expansión de sus colocaciones y coberturas de créditos a tasa de interés competitiva y accesible para Pymes y emprendimientos, así como una excelente optimización del riesgo de default por parte de los beneficiados, logrando mantener la tasa de morosidades mayores a 90 días por debajo del 3% en los últimos meses, con un 2.22% en el momento en que se redactan estas líneas.
Todo esto suena muy bien, no obstante, es cierto que existen aspectos por mejorar en el manejo de fondos por parte de Banca para el Desarrollo, principalmente en el despliegue de su capital en los servicios anteriormente mencionados, ya que aunque los créditos sí resultan útiles a gran cantidad de emprendimientos, de cierta manera se pueden volver una carga sobre el funcionamiento de la empresa y sus dueños en el largo plazo, y a pesar del buen manejo de riesgo por parte del SBD, es cierto que se podría desarrollar una mayor tolerancia al mismo aprovechando una parte de los $100 millones de dólares en compromisos de Fonade (por ejemplo) en más proyectos de capital semilla no reembolsable (a los cuales actualmente se dedica solo 9 de los más de 400 millones con los que cuenta Fonade) sin necesidad de afectar a los créditos que ya se otorgan y para ofrecer un abanico más grande de opciones a los emprendedores.
De hecho, se ha planteado como una de las soluciones al problema de la mortalidad de Pymes el aumento de la tolerancia de riesgo por medio de la ampliación de fondos de capital semilla de parte del SBD a través de sus operadores y fondos asociados, ya que esto permite al sistema una participación accionaria (y con ello incentivo a estudiar mejor los problemas y necesidades de los emprendedores) que luego pueden revender a la empresa en cuestión después de cierto grado de madurez por parte de la misma, así como mantenerla a modo de inversión a largo plazo. .
Y en general, es cierto que las ampliaciones del crédito, aunque útiles, no incentivan la innovación y el desarrollo empresarial de la misma manera que la inversión, el capital semilla y el acompañamiento lo hacen, por lo que una transición en el manejo del riesgo por parte del Sistema de Banca para el Desarrollo, así como un despliegue a mayor escala de sus vastos recursos en el mismo puede contribuir a la solución del imperante desempleo, la baja competitividad y la falta de innovación que azotan al país.