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Lunes, 25 de noviembre de 2024



FORO DE LECTORES


EL PASADO LABORAL DE LOS SUPERSONICOS

Eric Briones Briones [email protected] | Martes 02 mayo, 2023


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Eric Briones Briones

Doctor y Profesor en Derecho Laboral

La serie televisiva, denominada “Los Supersónicos”, data de los años sesenta, producida por William Hanna y Joseph Barbera (los padres también de los Picapiedra de la era prehistórica), con una visión futurista hacia el año 2062, compuesta de 3 temporadas y más de 70 capítulos, en donde se trató de visualizar, lo que podría ocurrir un siglo después de su invención y de lo que se puede afirmar, ya es pasado, pues hoy es una realidad a inicios del presente siglo.

En dicha serie caricaturesca jocosa y muy versátil, de las que millones de personas han sido testigos, de las peripecias de la familia del futuro compuesta por el papá (Super de 36 años), mamá (Ultra), hijos (Lucero una adolescente de 16 años, con su diario parlante de corazón rojo, llamado: “DiDi” y Cometín un niño de 8 años, con juegos tecnológicos), el abuelo sónico (con más de 110 años) las mascotas (Astro y Orbita), Robotina (ama de llaves electrobiónica) y su jefe laboral (El señor Espacial), habitando en edificios suspendidos en el aire, con lo que se puede evitar las inclemencias del tiempo, con solo elevarse hasta 4 mil pies de altura, por encima de las nubes.

Entre muchas de las innovaciones que se esperaban para el futuro y que se reflejaban en la serie, se pueden señalar, por ejemplo, las bandas magnéticas para caminar y evitar el esfuerzo físico, dentro de las mismas casas, del mismo tipo que existen hoy en día en los aeropuertos de primer mundo; velocidades de los aeroautos, mínimas de 500 Km, por hora y cohetes espaciales a más de 3 mil millas por hora, con destino a cualquier parte del universo, como plus vacacional, si se han cumplido los objetivos dentro de las relaciones laborales futuras; cinturones antigravitacionales, para poder sostenerse en el aire; tubodeslizador con direcciones predeterminadas para traslado a distintos lugares; personas alcanzando edades superiores a los 150 años de edad, mediante alimentación de comida encapsulada; historias lúdicas, contadas en tercera dimensión; ropaje unificado e impermeabilizado por un atomizador; transportador de ambiente (lo que hoy se conoce como una realidad virtual en metaverso); con relojes de muñeca, como forma de comunicación visual en tiempo real y así un sinnúmero más de novedades, que hoy, muchas de ellas son realidad y no ficción y que conforme avancen los años, más bien la serie ya no va a ser vista como el futuro, sino como el pasado presagiador.

Algo que reflejan algunas cintas, es que los trabajos del futuro, se van a conseguir por medio de un “casco proyector astral”, siendo por medio de las máquinas (mediante IA), las que van a decidir, adonde hay opciones de trabajo, conforme al perfil de la persona candidata. Y además, la desigualdad laboral, en cuanto a número de personas trabajadoras vs. las máquinas, siendo estas en mayor número, comandadas eso sí, por las personas del año 2062 y en donde máquina y persona trabajadora (Rudy la máquina robot y Súper el Ser Humano), son cómplices, en contra de las muchas absurdas y antojadizas ordenes de los jefes (El señor Espacial y su competencia el señor Cogswell); que por cierto, irrumpen con las tecnologías a la privacidad a los hogares de las personas trabajadoras, sin derecho al desconecte. No obstante, en el capítulo, denominado: ¨La venganza de los Robots”, se ponen de acuerdo las maquinas, para hacerle la vida imposible a Super, mediante la IA, en la cual tratan de excluirlo del sistema social cibernético, mediante “alertas rojas”; algo para pensar definitivamente como sociedad, ante este presagio, nada alentador.

Los periódicos, ya no eran en papel, sino digitales e interactivos, mediante la visualización de pantallas planas; máquinas y casas con IA propias, entre los que destacaban, apagadores de luces, funcionando con solo el chasquido de los dedos, los relojes, las cocinas, aspiradoras, lavadoras y duchas multifuncionales y sin esfuerzo físico alguno, para las personas de finales del siglo XXl; en donde las herramientas pasan a ser obsoletas, tales como los serruchos, martillos, destornilladores, alicates, entre otros. En un mundo en que si bien, hay delincuencia, las armas, no son mortales, sino engarrotadoras o de gas infantilizador temporal; en cuanto a la policía, una vez detectada una infracción, estaban autorizados, para mediante una máquina inteligente (denominada: “juryvac”, con IA), ejercer la justicia, resolviendo lo que procediera de manera inmediata, dentro de un concepto de justicia pronta, sin que significara “debidamente”, pero al menos sí “cumplida”, ante la frialdad de la máquina robot juzgadora.

Ahora bien, dentro del ámbito laboral, las distintas cintas, arrojan un enfoque expectante, para el siglo pasado, pero que hoy a más de 50 años de su invención, no se aleja de la actual realidad, en muchos casos. Así, el oficio doméstico, era llevado a cabo por robots y máquinas caseras (que no se enferman nunca, sino que se desprograman por algún virus espacial, pero con la intervención de un Ser Humano, solo se les cambia una pieza y listo); que, con solo apretar un botón, las familias lavaban, planchaban y cocinaban los platos menos pensados, siendo la labor primordial, del ser humano, el de pensar en la manipulación del botón correcto de lo que se quería. Sirviéndose de tecnología (maquinas/robot), que asean y alimentan al ser humano, para ir a laborar, dentro de las ocupaciones propias de finales de siglo XXl. No obstante, provocándose una lucha constante -en algunos de sus capítulos- por la intromisión de la parte laboral, con la personal y familiar, en violación a las garantías laborales mínimas y sin reflejo de equidad de género, pues se siguió presagiando que para el año 2062, las mujeres iban a seguir ocupando puestos laborales secundarios, según dan fe las diversas cintas televisivas: secretarias, amas de llaves, vendedoras y mostradoras de ropas digitales, etc.

Si bien, las personas debían en muchas ocasiones, acudir a sus centros de trabajo, los mismos se concentraban en cubículos herméticos y comunicados, para el desempeño de las labores, a través de máquinas (por ejemplo, la atención del médico, desde su consultorio y el paciente desde su casa, por medio de citas virtuales), bisofonos (especie de teléfono audio visual) y relojes inteligentes, con visualización en tiempo real y a distancias impensables (lo cual para la época en que fue pensado todo esto, era algo de ensueño); eso sí con “espías voladores”, que controlan a la persona trabajadora, para verificar que estuvieran interconectados o como se diría hoy, teletrabajando. En esta serie, se pensaba que para el año 2062, los trabajos manuales, ya no iban a ser llevados a cabo por las personas físicas, sino por ordenadores, máquinas inteligentes (por ejemplo, expendedoras de Uranio y ya no de gasolina) y robots.

Siendo así inexistentes, los trabajos que hoy persisten, pero que ya están anunciando su desaparición, consecuencia de las tecnologías, la ciencia, la robótica, la nanotecnología, el metaverso, la IA y si se quiere la ficción del mundo actual. Y algo que llama la atención de la serie, dentro del desarrollo del trabajo, es que reflejan jornadas laborales de 3 horas diarias, dentro de un contexto totalmente automatizado (así Súper, tiene como profesión “operador digital”, moviendo solo botones de producción, por medio de la robótica) y con 4 días de descanso, después de 3 laborados.

Esto, que aquí se indica, es una realidad latente y que debería hacer pensar a todos, en procura de la pronta intervención del ser humano, en resguardo de su propia integridad y adelanto a los retos que se vienen reflejando y se van a dar. Es que, aunque haya incrédulos y opositores, añorando muchos de ellos, las relaciones laborales, fraguadas en la época del maquinismo o revolución industrial, van a tener que adaptarse o morir, en el intento por mantener lo pasado, por cuanto la nueva realidad generacional, corre más aprisa, que incluso el mismo derecho laboral mundial, como lo entendió el jurista chileno, Eduardo Novoa Monreal, en los años 70`s del siglo pasado y de lo cual vaticinó la cinta televisiva en comentario.







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