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Jueves, 9 de enero de 2025



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El objetivo político más importante de la campaña electoral será cómo integrar la Asamblea Legislativa.

Vladimir de la Cruz [email protected] | Miércoles 08 enero, 2025


Vladimir de la Cruz

Historiador

Los fuegos electorales ya iniciaron. El Tribunal Supremo de Elecciones ya dio el banderazo de salida. Todos los partidos políticos interesados en participar en el proceso electoral nacional hacia las elecciones del primer domingo de febrero del 2026 deben estar en proceso de inscripción este mes. Ahí se cierra la lista.

En algunos partidos políticos suenan precandidatos presidenciales. En el Partido Liberación Nacional estos candidatos tienen plazo de inscripción a pocos días para ser admitidos y poder participar en una convención abierta para escoger el candidato presidencial. Aquí hay tres bien definidos y una silueta adicional que está tratando de meterse. Ramos, Taylor y la diputada que pareciera la candidata del presidente Chaves en ese partido son los más sonados. En el Partido Unidad Social Cristiano, que está partido, que no es unitario, que tampoco es social y menos cristiano, tiene dos candidatos visibles. Uno de ellos claramente identificado con la Casa Presidencial, el diputado Bojorges, que pareciera ser el candidato del presidente Chaves en ese partido. El otro, Juan Carlos Hidalgo, el presidente del Partido que ha sido obligado a renunciar a su presidencia partidaria para poder aspirar a la candidatura presidencial. Su renuncia es un absurdo político. En ninguna parte del mundo se le exige eso a un alto dirigente de un partido político. Al contrario, cuando un partido político escoge su candidato presidencial lógico es que también dirija el partido durante el período de la campaña electoral, como lo ha hecho siempre Liberación Nacional, o al menos que forme parte del núcleo director del partido. Pero, si es Presidente del Partido no tiene por qué renunciar o suspender su responsabilidad partidaria, de dirigente del partido. Es tan solo una maniobra politiquera del grupo de Bojorges, contra Juan Carlos, orientada a restarle algo de poder y de supuesta influencia que podría tener como Presidente del Partido en el proceso de la convención para escoger el candidato presidencial. Es como si al diputado Bojorges, se le obligara a renunciar a su condición de diputado para evitar que desde ese puesto, y por la visión pública que le da, pudiera influir en su campaña para la candidatura. No hay nada más estúpido en la política partidaria de la Unidad Social Cristiana y del país esto que está ocurriendo en este partido. Es una falta enorme de visión política, de sensibilidad política y una gran falta de inteligencia emocional política.

Es claro que los diputados Eli Feinzaig y Fabricio Alvarado serán candidatos presidenciales de sus partidos políticos.

En las otras tiendas políticas conocidas no hay a la vista otros candidatos ni precandidatos presidenciales, por ahora posibles. Una discreta publicidad de datos curriculares de Sofía Guillén pareciera está orientando una tendencia para que en el Frente Amplio se le valore como eventual candidata presidencial.

En la Guarida de Jaguar sí hay movimiento político y electoral. El presidente no descansa de intervenir en asuntos políticos electorales. No tiene medida de su beligerancia política, que la tiene prohibida constitucionalmente, pero poco le vale esa restricción porque sabe que no hay posibilidad real de someterlo a acusaciones por este motivo. Por el contrario, sabe que cualquier crítica y acción que se haga en su contra es mera propaganda a su favor, es mayor imagen pública para sus intereses electorales.

La beligerancia política electoral que tiene el presidente no es, por ahora, a favor de algún partido en particular, porque no tiene todavía un partido con el que se identifique plenamente para la próxima campaña electoral. Eso debilita las acciones en su contra.

La beligerancia política del Presidente es directa, fuerte, intimidante, contra todos los partidos políticos en general, especialmente contra Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, a los que acusó, junto al partido Acción Ciudadana, de haber gobernado el país, desde 1953 hasta su llegada al gobierno, en el 2022, de una forma dictatorial y tiránica, al servicio de camarillas empresariales de esos partidos y de los gobiernos que ellos ejercieron, siempre gobernando contra el pueblo y los intereses populares.

La beligerancia política presidencial es abierta contra los partidos Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana, como principales partidos que han gobernado, que tienen sus propias bases partidarias y de seguidores.

La beligerancia político electoral del presidente es para descalificar, ante la opinión pública y el electorado, a los diputados que integran la Asamblea Legislativa, exceptuando a los ocho que le son fieles. Para él, en toda la Asamblea Legislativa está mal representada la voluntad popular, la soberanía popular. Para él ninguno de los diputados sirve. Por ello, su beligerancia política se orienta en sus diatribas a llamar a votar por nuevos diputados, por diputados que cambien toda esa representación partidaria allí expresada en la Asamblea Legislativa, para que los partidos tradicionales y los que han tenido diputados electos no vuelvan a elegir diputados.

Su beligerancia política es por su intervención política llamando a votar por nuevos diputados de nuevos partidos, que estén dispuestos a cambiar la Constitución Política, para agilizar trámites administrativos, para eliminar controles institucionales de la gestión directa del Poder Ejecutivo, para poderle dar continuidad a las políticas que su gobierno ha impulsado y materializado. Su beligerancia política es creando la imagen de que se debe continuar con las políticas de su gobierno, para lo cual hay que dominar todo el espectro político, de los tres poderes de la República, lo que ya está diciendo con vehemencia.

La beligerancia política electoral del presidente es para descalificar y hacer perder la fe y la confianza en las instituciones políticas como son la Asamblea Legislativa, el Poder Judicial, el Tribunal Supremo de Elecciones, la Contraloría General de la República, las Defensorías ciudadanas. Por eso reta cuando puede, con cualquier pretexto, a los presidentes de la Asamblea Legislativa y de la Corte Suprema de Justicia.

Recientemente fue muy claro y directo en su discurso. Para él se necesita una Asamblea Legislativa que pueda nombrar nuevos Magistrados, para que la Asamblea Legislativa junto con la Corte Suprema de Justicia puedan armonizar mejor la acción estatal y gubernativa. Para el presidente no hay división de poderes públicos, hay acciones conjuntas que deben ser dirigidas desde el Poder Ejecutivo. Así de claro lo dijo. Bukelización, Orteguización o Maduración del país le faltó decir. Hay que reconocer que de estos tres países El Salvador, Nicaragua y Venezuela, el que más le apasiona y le tiene enamorado es El Salvador.

Con El Salvador, se dice públicamente, firmó un Pacto Confidencial. En lo que ha corrido en noticias es un pacto de gobernabilidad centroamericana, donde Bukele impulsa un nuevo proyecto unionista, sintiéndose un Morazán moderno, del Siglo XXI y Chaves se siente su segundo al mando. Pero, es también un pacto de gobernabilidad policial, para establecer en Costa Rica un sistema policial carcelario y militar como el existente en El Salvador. Es un pacto para impulsar, como en El Salvador, procesos constantes de estados de excepción, donde se suspenden las garantías, derechos y libertades por lapsos de tres meses. En El Salvador han hecho ya 32 estados de excepción de este tipo, lo que le permite al gobernante actuar prácticamente sin ningún control sobre toda la población y sobre toda la actividad política, económica y social del país.

Lo más peligroso del Pacto confidencial es lo que no se ha dicho sobre el tráfico de droga en Centroamérica, siendo Costa Rica la principal bodega prácticamente de todo el continente y de esta región. Pareciera que se buscan nuevas rutas internacionales para el narco comercio, debido a que en Europa tienen bien controlada la llegada de la droga que se exporta, con bastante tolerancia oficial, desde el Caribe costarricense, que carece de controles importantes, y desde las costas pacíficas del país, donde el Ministerio de Seguridad ha desmantelado y descuidado intencionalmente, los controles que habían, debilitando, y casi desapareciendo, los cuerpos de seguridad y de lucha contra las drogas que estaban altamente especializados en esas zonas costeras.

En el campo político electoral el Pacto de Confidencialidad abarcó el apoyo y la presencia del bukelismo en las próximas elecciones nacionales, con dos partidos políticos aparentemente en proceso de inscripción con miembros de la familia Bukele, que pueden participar en las elecciones nacionales costarricenses. Con ello posiblemente se habló del financiamiento de esos partidos y de lo se le pueda ayudar al presidente Chaves si decide lanzarse a diputado en agosto, porque la campaña a diputado va a requerir más dinero que la campaña para un candidato presidencial, debido a que para Chaves hay que hacer girar la campaña no sobre los candidatos a presidente sino sobre los candidatos a diputados, siendo él candidato.

Esto de ser correcto va a ser un reto mucho mayor para todos los partidos políticos que quedarán obligados a presentar candidatos de altos calibres políticos y profesionales.

El objetivo político para Chaves no es quien continúe en el gobierno del 2026, si seguidor suyo o no. El objetivo político más importante de esta campaña electoral probablemente será cómo integrar la Asamblea Legislativa. La lucha es por el control de la Asamblea Legislativa, desde donde se puede marcar la pauta de gobierno si se tiene una mayoría legislativa fuerte, altamente beligerante e inteligente.

Queda en deuda la posibilidad de construir una gran coalición política electoral. En 1958 contra Liberación Nacional se logró una coalición de fuerzas políticas que impulsó la candidatura de Mario Echandi Jiménez. En 1966 contra Liberación Nacional se logró una coalición de fuerzas políticas que impulsó la candidatura de José Joaquín Trejos Fernández. En 1978 contra Liberación Nacional se logró una coalición de partidos políticos y fuerzas políticas que impulsó la candidatura de Rodrigo Carazo Odio. Las tres coaliciones ganaron las elecciones. Mario Echandi Jiménez, José Joaquín Trejos Fernández y Rodrigo Carazo Odio fueron nombrados Presidentes de la República.

Hoy el tema no es desplazar a Liberación Nacional o a la Unidad Social Cristiana de ganar la elección. El tema es desplazar y eliminar de la institucionalidad pública lo que el Presidente Chaves es, significa y puede proyectar a un nuevo gobierno, e impedir que sus afanes destructivos puedan continuar.

¿Habrá capacidad para realizar una coalición política, de la manera más amplia posible, en esta dirección? Yo lo veo difícil cuando los partidos Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana ya están con sus propias candidaturas, y cuando en el seno de ambos partidos hay fuerzas que son como agua y aceite, que se rechazan unas a otras. Solo recuerdo el esfuerzo nacional de 1943 cuando a Iglesia Católica, encabezada por Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez, el Partido Republicano Nacional, encabezado por el Dr. Rafael Angel Calderón Guardia y el Partido Comunista, encabezado por Manuel Mora Valverde, los tres hoy Beneméritos de la Patria, para impulsar las Garantías Sociales y el Código de Trabajo, las grandes Reformas Sociales de esos años, y cómo para las elecciones de 1944, se creó la Coalición del Bloque de la Victoria, del Partido Republicano y del Partido Comunista, ya llamado Vanguardia Popular, apoyada la coalición por la misma Iglesia Católica, para darle continuidad a las Reformas Sociales. Repito la pregunta: ¿Habrá capacidad para realizar una coalición política, de la manera más amplia posible, en esta dirección?

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