El mayor problema que enfrentamos está en nuestra educación pública
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 29 noviembre, 2021
El problema antecede a la pandemia y guarda íntima relación con la administración de nuestra educación pública a cargo del MEP. Ya el informe Estado de le Educación 2019 señaló: “La estructura y los estilos de gestión del MEP obstaculizan avanzar en el logro de los objetivos nacionales de cobertura y calidad educativa”. Esa grave conclusión no ha sido atendida, indica el VIII Informe Estado de la Educación 2021 que al analizar la evolución posterior al informe anterior señala: “un problema fundamental: la poca prioridad que, en la práctica, tienen los estudiantes dentro del sistema educativo, así como las grandes dificultades institucionales para atender sus necesidades de aprendizaje. Ante este panorama, el Informe plantea la necesidad de realizar esfuerzos extraordinarios para transformar, rápida y decisivamente, la estructura de gestión del sistema educativo y, en particular, la formación, selección, evaluación formativa y acompañamiento docente sin afectar, ni disminuir, la prioridad de política pública y fiscal asignada a la educación. Por eso, se propone transformar la docencia y la gestión educativa, de modo disruptivo e innovador, con carácter de urgencia. El interés se concentra en estas dos áreas específicas porque, de acuerdo con la evidencia recolectada, son claves para que el sistema educativo nacional avance de manera rápida y sustancial en materia de calidad y pertinencia.”
Esa afirmación de hace dos años señalaba dos causas de los inadecuados resultados de la educación pública, que se dan a pesar del inmenso aumento en el gasto destinado a ella en la última década. Algunos de esos resultados son las bajas y decrecientes calificaciones obtenidas en las pruebas internacionales de adquisición de habilidades PISA; la insuficiente cobertura de la educación preescolar, secundaria y terciaria; la baja proporción de educación técnica en la educación diversificada; los problemas de infraestructura y el mal manejo de las construcciones escolares; la increíble y prolongada incapacidad de establecer la interconexión digital entre las escuelas y colegios.
El Estado de la Educación 2021 respecto a los nuevos hallazgos concluye: “Las fortalezas no alcanzaron: el sistema de educación preescolar, general básica y diversificada enfrenta una grave crisis producto de problemas estructurales no resueltos y el golpe de la pandemia… 1)En la década previa a la pandemia, el sistema educativo registraba un desempeño inercial con importantes rezagos en acceso, equidad y calidad de sus servicios. 2)Costa Rica vive un “apagón educativo” que ha recortado aún más los conocimientos de cohortes estudiantiles y ha ampliado las asimetrías y la exclusión educativa. 3) La crisis de la pandemia evidenció las bajas capacidades institucionales para mitigar los impactos y adaptarse solventemente a las nuevas condiciones del contexto nacional”.
Hoy la insatisfacción con la educación como instrucción y como formación es aún mayor y de nuevo nos hace dirigir la mirada al MEP y al gobierno. El “apagón educativo” se ha prolongado durante el curso lectivo de este año y se han agregado la prueba Faro y su irrespeto a la edad y condiciones de estudiantes de 11 años y a la intimidad de las familias; la pornografía vulgar como elemento educativo para estudiantes y docentes de primaria; el adoctrinamiento sin fundamento alguno y contrario a los hechos en clases de estudios sociales.
Ya había sido grave el “apagón educativo” generado por las huelgas de 2018 y 2019 y por la suspensión casi durante todo el curso lectivo de 2020 de las clases presenciales. La suspensión de clases en nuestro país fue una de las más prolongadas en América Latina y en conjunto con las huelgas significa que los estudiantes han perdido de 2018 a 2020 en promedio el equivalente a un 86% de un curso lectivo. Este año inexplicablemente si se compara con las practicas escolares en otros países, se ha dado una muy baja presencialidad de los estudiantes en las aulas. Según la encuesta de hogares la asistencia a clases presenciales ha sido en promedio de 9,1 días por mes, o sea de un 43% del tiempo. Además, solo un 58,2% indica que asistió a clases presenciales. Es posible que una proporción de los estudiantes que contestaron que asistieron a clases virtuales también lo hayan hecho a presenciales y no lo hayan indicado. Pero aún si muchos estuvieran en esa condición de clases virtuales y presenciales, este año se ha prolongado sin mayor justificación sanitaria el apagón educativo y es fácil concluir que los estudiantes han perdido el equivalente a más de un año completo de clases en los cuatro últimos cursos lectivos.
La falta de sentido común en la aplicación de la prueba Faro a alumnos de quinto grado por tiempo exageradamente prolongado y el irrespeto al derecho a la intimidad de sus familias al solicitarles información privada, no tiene explicación. Tampoco resiste crítica el contenido vulgar y pornográfico de un artículo en una publicación del MEP dirigida a docentes y estudiantes de primaria según lo indica esa revista. ¿Cómo puede así la educación pública contribuir a la formación de los educandos?
La educación es también formación. La educación, por ser formación, es fundamentalmente tarea de la familia, responsabilidad de ésta, que se debe desarrollar con la ayuda subsidiaria del Estado y de las sociedades intermedias. En este campo, es imprescindible esa colaboración entre hogar y escuela para enaltecer los valores, para luchar y trabajar; para que los principios fundamentales de la libertad y de la dignidad de cada uno sean vividos y comprendidos por cada ciudadano; para someter nuestras inclinaciones a lo inmediato y fácil aunque sea equivocado, y privilegiar el bien, la verdad, la belleza; para actuar racional y objetivamente frente a los hechos y huir de los prejuicios; para traspasar las normas generalizadas de buena conducta, que integran el código moral que en cada época vivimos y que deben ser asimiladas, interiorizadas por cada uno de los niños y jóvenes, por los estudiantes en general. Para eso necesitamos fortalecer los vínculos de la vida en familia, de la unidad del hogar. Necesitamos proyectar la fraternidad del hogar a la solidaridad de los hombres para establecer una sociedad en la cual, como dice San Juan Pablo II en su Encíclica Solicitudo Rei Socialis, la solidaridad se convierta en el camino para el desarrollo y la paz. Es urgente levantar, profundizar, interiorizar los valores de la patria, los sentimientos de amor al terruño, de amor por lo nuestro, de respeto a las instituciones, de solidaridad con nuestros hermanos y con toda la humanidad. Con la formación debe nuestra educación luchar porque la escuela y el colegio sean fuente de conocimiento de las normas, reglas y costumbres del derecho dentro de los cuales nos desenvolvemos en sociedad. No se puede cumplir con este objetivo de la educación pública cuando se dan conductas tan contrarias a nuestros valores como las que he indicado.
Igualmente criticable es el contenido contrario a los datos y sin ningún respeto a la verdad empírica de una clase de estudios sociales, de la cual nos enteramos por haber sido difundida por TV. Ese tipo de manipulación de la enseñanza debe preocuparnos más por señalar su autor que “no fue más que una extensión de lo que ocurre a diario dentro de las aulas en las lecciones de Estudios Sociales”. Esta actividad “ideologizante” ya tenía un precedente en los ejercicios de preparación para el bachillerato de 2018.
En este caso, en los 26 minutos de la lección sobre consecuencias del cambio de modelo económico que se dio como respuesta a la crisis de inicios de los ochenta, pude contar 29 afirmaciones sin ningún respaldo fáctico.
Muchas afirmaciones son simples errores lógicos de creer que por que algo se da con posterioridad a una acción es consecuencia de esa acción, por ejemplo, que el aumento de actividades ilegales (supongo que el narcotráfico) o la celebración de Halloween se debe a los PAEs. Otras son simples equivocaciones, por ejemplo, LACSA no era una empresa estatal como se afirma. Muchas otras son más graves porque son totalmente contrarias a los hechos.
Sobre las últimas basta un ejemplo. Se afirma que con los PAE la pobreza creció. Eso es falso. La pobreza creció antes, con la crisis causada por el modelo anterior y luego ha venido disminuyendo (https://www.academiaca.or.cr/informes/la-tendencia-de-largo-plazo-de-la-pobreza-en-costa-rica-1987-2017/) El PIB per cápita se ha multiplicado por 6 y la expectativa de vida ha crecido de 72,7 a 80,3 años de 1981 a 2019 (Banco Mundial). La pobreza extrema pasó de 25,2% sobre la base de $1,90 por día en 1981 antes del cambio de modelo a 1% en 2019 antes de la pandemia (Banco Mundial).
No ayuda al progreso nacional ni a la formación en nuestros valores enseñar con desprecio a la verdad y a los hechos.
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