El irrespeto de Chaves al CONARE es un irrespeto al Pueblo de Costa Rica
Leiner Vargas [email protected] | Miércoles 28 agosto, 2024
La educación superior pública ha sido, y sigue siendo, una piedra angular en el desarrollo de Costa Rica. Durante décadas, nuestras universidades han graduado a cientos de miles de profesionales que representan lo mejor de nuestra sociedad, personas que han dejado una huella imborrable en todos los ámbitos de nuestra vida nacional. Estas instituciones no solo forman profesionales; también son el faro que guía a una generación marcada por las profundas diferencias sociales que se han agudizado en los últimos treinta años.
Es doloroso admitir que, hoy en día, muchos jóvenes enfrentan enormes barreras para acceder a la educación superior debido al deterioro de la educación primaria y secundaria. Estas barreras no solo son económicas o demográficas, sino que también reflejan un acceso desigual a una educación de calidad. A pesar de estas dificultades, más del 60% de los estudiantes de nuevo ingreso en nuestras universidades públicas son la primera generación en sus familias en acceder a la educación superior. Este hecho es un testimonio del papel crucial que juega la universidad pública como vehículo de igualdad y ascenso social, brindando oportunidades para superar la desigualdad que tantos de nuestros jóvenes enfrentan.
Las universidades públicas de Costa Rica generan más del 80% de la investigación en el país y están profundamente comprometidas con el bienestar social. Desde las aulas hasta las comunidades más remotas, estas instituciones irradian conocimiento y esperanza, promoviendo no solo el desarrollo económico, sino también la protección ambiental, la conservación de nuestra cultura y el resguardo de nuestro patrimonio lingüístico, cultural y ambiental. En sus debates, la universidad alimenta nuestra democracia, defiende los derechos humanos y fomenta una cultura inclusiva y respetuosa.
Hoy, nuestras universidades públicas son un conglomerado de cinco instituciones que, a lo largo y ancho del país, colaboran y articulan esfuerzos en múltiples frentes: investigación, cultura, medio ambiente y apoyo al bien común. Son pilares del desarrollo nacional, un baluarte que equilibra las necesidades del presente con la visión de un futuro próspero y justo para todos.
Por eso, cualquier intento de reducir, recortar o cerrar las acciones de nuestras universidades públicas no es solo una agresión hacia estas instituciones; es un ataque directo al corazón de la sociedad costarricense. Lamentablemente, las actitudes del gobierno del presidente Chaves y sus ministros hacia el CONARE no son simplemente un conflicto con los rectores o los estudiantes. Son un ataque violento y calculado contra la universidad pública y, por ende, contra el pueblo de Costa Rica.
Es triste y preocupante ver cómo se utiliza un ejército de troles para dispersar mentiras y sembrar dudas sobre la labor invaluable que realizan nuestras universidades. Esta campaña de desinformación es una estrategia vil para minar el poder y la convocatoria de nuestras instituciones académicas. A esto se suma la intención de reducir, por quinto año consecutivo, el presupuesto universitario. No solo se les niega lo que legítimamente necesitan, sino que ahora se busca asfixiarlas financieramente, afectando su capacidad de cumplir con su misión.
Ahorrar en educación es el peor ajuste que un gobierno puede hacer a su pueblo. Es una decisión que condena a nuestra sociedad a un futuro de mayor incertidumbre, injusticia, pobreza y desigualdad. El irrespeto al CONARE y a los rectores es solo la punta del iceberg. El argumento de un ajuste fiscal impuesto por el Ministerio de Hacienda es un pretexto para cargar el peso de la austeridad sobre los hombros de los trabajadores públicos y de los servicios esenciales como la educación y la salud.
Hago un llamado urgente a todas las fuerzas vivas de nuestra nación a unirnos en defensa de una negociación social justa, de un nuevo pacto social que priorice el bien común. Es momento de levantar nuestras voces y protestar contra las imposiciones de un gobierno que, con sus mentiras y populismo, amenaza con destruir las bases de nuestra democracia y nuestro futuro. A todos los universitarios que han recibido su educación en nuestras instituciones públicas, les digo: “Defendamos nuestra universidad”. Defendamos nuestra patria, nuestra democracia, nuestra concordia y la decencia en el accionar público.
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