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El golpe de Estado y sus implicaciones

Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 10 julio, 2009



El golpe de Estado y sus implicaciones


Tras el desgarrador y doloroso choque que a muchos nos ha provocado el alevoso golpe de Estado en Honduras, flotan ahora en el aire una serie de inquietudes que ameritan una respuesta o, al menos, una reflexión que conduzca a una pista para entender el trasfondo de esta grave situación. En primer lugar, considero que este golpe de Estado constituye un acto de criminal desesperación de la oligarquía local, que fue precedido por otros intentos de las oligarquías circunvecinas, que pretendían en vano detener la creciente tendencia de los movimientos populares por darse formas de gobierno más acordes con sus intereses y que les permitan mejorar su deplorable situación. No hay que olvidar que América Central es una de las regiones más empobrecidas de todo el continente. Disminuir la brecha social mediante programas sociales financiados por un aumento en los impuestos directos, constituye una de esas vías.
Pero estas medidas tienen efectos, no solo distributivos, sino también políticos. El acceso al poder de sectores marginados configura una nueva forma de hacer realidad la apertura democrática recién descubierta por esos sectores, que las petulantes oligarquías criollas no pueden soportar. Así, en el caso de Honduras, el individuo que juega a canciller del gobierno de facto se permitió tratar de “negrito ignorante” al Presidente de Estados Unidos, lo que provocó la reacción enérgica aunque tardía del embajador norteamericano, cosa que parece reflejar las profundas contradicciones que se viven en el seno de la actual administración de ese país, donde hay poderosos sectores conservadores que no comulgan con las ideas del presidente Obama y que, desde la misma Embajada en Tegucigalpa, lo mismo que desde la base militar de Palmerona, no parecen haber estado ajenas al golpe.
Pero creo que lo que más incitó a la oligarquía hondureña a perpetrar este sangriento golpe ha sido lo que ocurre en el vecindario. La criminal y, hasta hace poco, omnipotente oligarquía guatemalteca intentó, hace apenas un par de semanas, destituir al presidente constitucional Alvaro Colom, inventando una tragicomedia, pero fracasó y hoy un connotado jurista español a nombre de Naciones Unidas y con el apoyo del Gobierno, indaga los verdaderos orígenes de ese alevoso crimen. Espero que muy pronto la verdad se sepa y los acusadores se conviertan en acusados, para que la democracia y el Estado de derecho salgan fortalecidos. Más angustia aún debe haber provocado a la decadente y cavernaria oligarquía hondureña el triunfo del FMLN en el vecino El Salvador.
Estos hechos, tanto como el acercamiento del presidente Zelaya a gobiernos sudamericanos que se inspiran en una línea popular y de firme defensa de la soberanía nacional y promueven una democracia directa y participativa, precipitaron el intento de subvertir el orden constitucional, con lo que no han hecho sino volver a los trágicos tiempos de las tiranías militares, que tanto dolor y retraso han causado a los pueblos de Nuestra América. Sinceramente espero que la fulminante reacción de todos los países del mundo condenando este brutal asalto a la civilidad, cree las condiciones idóneas para que todos los esfuerzos diplomáticos que ahora se llevan a cabo, no solo restablezcan el orden constitucional en Honduras, sino que propicien la consolidación de una democracia real.

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