Dos noviembres
Pedro Oller [email protected] | Martes 02 noviembre, 2010
¿Cómo puede un Presidente tan popular como Barack Obama estar hoy al borde de una derrota significativa para su gestión, para el apoyo que recibe del legislativo y para su partido?
Básicamente porque la popularidad de Obama resultó ser un efecto electoral anterior que, a dos años de su triunfo, no tiene el mismo impacto en la actualidad. Sobre todo, porque el bolsillo estadounidense sigue apretado con una tasa del desempleo cercana al 10% y sin muestras verificables de una mejoría.
Datos interesantes de Gallup ayer en su última encuesta previa a las elecciones de hoy —sin pretender inmiscuirme en el expertisse del colega columnista Carlos Denton— sugieren que un 38% de los votantes empleará su voto para indicar que se oponen al Presidente Obama, frente a un 24% que lo apoya.
Otro número interesante es que de los electores que votarán por un candidato republicano, un 32% en realidad lo hace en contra de su oponente demócrata. De igual forma, y a pesar de ser estas elecciones estatales, un 41% considera factores nacionales como los que más influyen en su decisión.
Los números además prevén que el Partido Republicano podría conseguir más del doble de los congresistas necesarios para obtener control de la Cámara Baja. Tal éxito se lo deben no solo a la pérdida de popularidad del Presidente Obama, sino en gran parte, al surgir del movimiento llamado Partido del Té (Tea Party).
En 2009, una serie de protestas orquestadas a nivel local y nacional en contra de las leyes federales de Estabilización Económica (2008), Recuperación y Reinversión Americana (2009) y legislación en materia de asistencia médica, provocaron esta nueva agrupación informal. Movimiento que es descrito por varios como de corte populista, conservador, libertario e incluso, extremista pero que en cualquier caso está demostrando un sorprendente músculo electoral, a partir del desencanto.
No todo está perdido para Obama. Como bien recordaba National Public Radio en un reciente artículo, tres veces el partido en gobierno ha perdido alguna de las dos cámaras en las elecciones de medio periodo, y a pesar de ello Harry Truman, Dwight Eisenhower y Bill Clinton consiguieron reelegirse.
Para lograrlo, el Presidente Obama necesita que la economía estadounidense mejore sustancialmente y debe aprovechar su fortaleza comunicando mejor su política, su norte. Porque al igual que cuando Clinton ganó la Casa Blanca, todo parece indicar que la sentencia de James Carville sigue hoy tan vigente en la mente de los votantes como en 1992: “es la economía, estúpido”.
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