Diplomacia farandulera
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 13 julio, 2009
Diplomacia farandulera
En una pequeña ciudad destruida por un fuerte terremoto el 6 de abril de este año se reunieron —la semana pasada— los gobernantes de 13 países.
Este año Italia era sede de la reunión anual del G8 a la que fue invitado el G5. El anfitrión, Silvio Berlusconi, tan propenso al espectáculo, recibió a sus colegas en L'Aquila. Simbólica elección la de esta ciudad del centro de Italia; aunque la decodificación del símbolo puede tener múltiples interpretaciones. ¿El G8 se reunió en un lugar en ruinas para decirle al mundo que nuevas políticas económicas van a permitir construir un mundo más justo? ¿O van a seguir con la línea neoliberal y L'Aquila es el reflejo de lo que son y seguirán siendo los países pobres, lugares arrasados?
Año tras año el G8 acuerda combatir la pobreza mundial y controlar la emisión de gases: nunca cumple sus promesas. Da la impresión más bien de que los países miembros afianzan sus políticas económicas para favorecer a los más ricos y poderosos.
Y si de ricos y poderosos hablamos, el máximo potentado italiano es el presidente Berlusconi; nadie tiene en Italia tanto dinero como él. Considerando que viene de un hogar de la clase media de Milán, es evidente que la economía italiana funciona a las mil maravillas y le permite a cualquier talentoso dar un salto cualitativo en la escala económica. Tal vez no en la social.
Porque en lo social, don Silvio no ha dado ninguna muestra de discreción o vergüenza. Luego de 20 años de matrimonio con su primera esposa, se divorció en 1985 y se casó en segundas nupcias con la amante que mantenía desde 1980. Así como esta segunda boda —protagonizada por la actriz Verónica Lario y el entonces ya reconocido empresario Berlusconi— tuvo una importante cobertura mediática, el divorcio entre el ahora presidente de Italia y la madre de sus tres hijos menores, fue noticia no solo para las revistas del corazón sino para la prensa seria internacional.
Sin embargo en las fotos del G8 Il Cavaliere luce fresco como una lechuga, ajeno a los chismes que lo relacionan con la mafia —en especial la calabresa Ndràngheta— y con jovencitas menores de edad.
Los italianos siempre han sido propensos a los excesos, de manera que el presidente Berlusconi parece hecho a la medida de su pueblo. Pero en un país que siempre se caracterizó por la elegancia y discreción de sus mandatarios, resulta extraño que Francia haya optado por su actual presidente, Nicolás Sarkozy.
Sin lugar a dudas don Silvio le lleva muchísima ventaja en repercusión mediática a su colega francés. Sin embargo en cuanto a su vida sentimental don Nicolás, ya ejerciendo la presidencia, protagonizó un sonado divorcio luego de que se hicieran públicas sus infidelidades y la de su esposa. Hace poco más de un año se casó —y fue noticia internacional— con la también famosa ex modelo y cantante Carla Bruni.
Ojalá las reuniones anuales del G8 tuvieran verdaderos frutos que repercutieran en la economía de los países más pobres en lugar de estrangularlos. O que los ocho gobernantes miembros del grupo se preocuparan de verdad por el calentamiento global y como controlarlo. O que condenaran en firme los golpes de Estado, la injusticia, la tortura.
Pero bueno, ya que no ofrecen nada de esto un poco de circo mediático viene muy bien: no se gana pero se goza.
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