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Diego… Lucía

Iris Zamora [email protected] | Lunes 14 diciembre, 2015


No es suficiente la teoría, hay que sacudir la injusticia, la desigualdad, la exclusión

…desde Moncho

Diego… Lucía

El trasplante no funcionó. Lucía fue la donante esta vez. Mañana temprano entrará Diego de nuevo al quirófano, para retirar el órgano trasplantado. Diego llamó a Lorena, le pidió que orara por él, para que todo saliera bien. Tiene 13 años, su vida se extingue, la ciencia humana poco puede hacer ahora.
Tantos años en esto de la radio, y no hay manera de que la coraza alcance para evitar la fragilidad. Fue Lorena, administradora de la Clínica Clorito Picado, la que me contó la historia de Diego. Tenía entonces dos años y ya era paciente del Hospital Nacional de Niños. Había nacido solamente con un pequeño riñón, espina bífida y otra serie de dificultades en su salud.
A Lorena la había conmovido la historia de la madre de Diego. Como ocurre tantas veces, los esposos abandonan a las mujeres más pobres, dejando la responsabilidad y el cuido de los hijos a madres que no estaban preparadas para desafíos descomunales. ¡Pero siempre lo logran!
Lucía debía cuidar a un niño que requería atención 24/7, también procurar el techo, el abrigo, el alimento para ella, para Diego.
El dolor, como es costumbre, parece ensañarse en el precario, insiste en enterrarse entre las hendijas que deja el zinc, el cartón y el plástico; es cruel, atraviesa el pequeño refugio para pasearse por los cuerpos de los que, amontonados, pretenden que estos sustituyan un colchón, algunas sábanas, un plato de sopa.
Duele la pobreza, aunque digan que el sistema capitalista funciona, que existe una teoría del derrame que alcanzara para que, a los más pobres entre los pobres, les llegue alguna vez una migaja perdida.
No es suficiente la teoría, hay que sacudir la injusticia, la desigualdad, la exclusión. ¡Que se avergüencen de ver en lo que convierte, a los sin oportunidad!
Hicimos una campaña en Alo Pueblo, cuando Monumental era de don Calixto, y doña Tere administraba con mano justa y amorosa una radio que está en el corazón de la gente. Era una empresa tica, pero me parece que, entonces, la prominencia no era el dinero, ni el rating… ni el poder.
El ministro Monge, de Vivienda, escuchó la historia de esta familia de dos, en la que faltaba el padre, pero sobraba el amor de Lucía y Diego, para contagiarnos a todos. El Ministro sacudió la modorra y la tramitología; puso al Estado en función de Diego y Lucía.
Contamos la historia en la radio. La generosidad de muchos, más la ayuda de don Leonel, de don Édgar y Noemy, que abrieron una cuenta en algún banco, alcanzó para acondicionar la vivienda que les ha permitido, por casi diez años, vivir con dignidad
Quizá el lunes, cuando esta columna sea publicada, la oración que dio Diego logre su deseo: estar bien.
Un niño que siempre ha sido fuerte, indomable ante la adversidad, alegre, dicharachero, bromista, paciente, valiente, preocupado por su mamá, me continúa conmoviendo con su deseo de vivir. Disculpe que me atreva a pedirle a usted, apreciable lector, lectora, si le sobra, una oración para Lucía también.

Iris Zamora

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